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L'amour à la française

Llevo un tiempo muy francés. Películas como Pequeñas mentiras sin importancia, grupos como Cocoon... Lo cierto es que desde que vi la mágica Midnight In Paris, es como si Francia hubiera irrumpido en mi vida. Y recibo puntualmente numerosas señales que me recuerdan que tengo que volver a París. Abro mi Tumblr y siempre hay una foto de esa ciudad; leo un libro, veo una película o una serie y París me guiña un ojo desde sus páginas y fotogramas.


Me apetece viajar a París solo. La gente me dice que cómo me voy a ir solo a la ciudad del amor, y yo les digo que cómo no iba a hacerlo. París ya la conozco, fui hace 8 años, y ahora me apetece explorarla a solas. Es una ciudad que me gusta tanto que estando allí solo cogí el metro una vez. Cada calle era tan bonita que merecía la pena cruzar a pie la ciudad entera, de punta a punta. Esta vez haré lo mismo, pero me empaparé de cada rincón. Y como el protagonista de Midnight In Paris, me dejaré guiar por la magia.

Estoy tan afrancesado que llevaba tiempo dándole vueltas a crear una playlist con canciones en francés. Algunas de mis favoritas y otras recién descubiertas. Hay, por supuesto, cantantes y grupos autóctonos como Serge Gainsbourg y Air pero también artistas invitados como Rufus Wainwright o Pink Martini, hay incluso actrices metidas a cantantes (Julie Delpy y Mélanie Laurent). Por supuesto, hay clásicos inevitables como La vie en rose o Voyage, Voyage pero también el inesperado pastilleo de Encore Une Fois o la atmósfera envolvente de Jamais Dû. Disfrutad de París, de Francia y del amor a la francesa.



Air – Sexy Boy
Alice Gastaut et Adrien Antoine – Je ne peux plus dire je t'aime
Alizée – Hey! Amigo!
Carla Bruni – Le Toi Du Moi
Céline Dion – Incognito
Christophe Maé – Je Me Lâche
Christophe Willem – Jamais Dû
Desireless – Voyage, Voyage
Dionysos et Olivia Ruiz – Tais-Toi Mon Coeur
Edith Piaf – La vie en rose
Etienne Daho – Au Commencement
Fatals Picards – L'amour à la française
Françoise Hardy – Celui Que Tu Veux
Guillaume Grand – Toi et moi
Julie Delpy – Je T'aime Tant
M. Pokora – A nos actes manqués
Marc Lavoine et Souad Massi - Paris
Mélanie Laurent – En t'attendant
MIKA – Elle Me Dit
Mylène Farmer – C'Est Une Belle Journée
Mylène Farmer – Je Te Rends Ton Amour
Noir Désir – Le Vent Nous Portera
Pink Martini – Sympathique
Rufus Wainwright – Complainte De La Butte
Sash! – Encore Une Fois (Future Breeze Radio Remix)
Sébastien Tellier – L'Amour et la Violence
Serge Gainsbourg – La Javanaise
Shy'm – Prendre L'Air
Valérie Donzelli et Jérémy Elkaïm – Ton grain de beauté
Yelle – Que Veux-Tu
Zaz – Je Veux
Zazie – Un Point C'Est Toi - Extended Remix

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Get fired up like a smokin' gun

Ayer por la tarde estaba muy cabreado. A varios problemas personales, se sumaba como guinda del pastel la decepción por Girl Gone Wild, el nuevo single de Madonna, con un estribillo irritante. Es una de mis artistas favoritas, he crecido con sus discos, y algunos como Ray Of Light suponen siempre un auténtico faro en la tormenta. Por eso mismo le exijo tanto a ella y no me conformo con lo mismo que podría sacar Avril Lavigne o Cascada.


Tan cabreado estaba, que solté bilis en varios foros y redes sociales criticando la canción y burlándome de Madonna. La gente que me llevaba la contraria me encendía más y los que me apoyaban me animaban a seguir en esa espiral negativa. Ya lo decía el otro día, necesito música que me llene, y Madonna, que siempre me la ha dado, ahora no lo hace. Sentía que me lo debía, de ahí el enfado. Y entonces leí en Twitter la frase mágica.

"Negative comments come from negative people."

Y era verdad. Los comentarios negativos vienen de gente negativa. Al fin y al cabo, lo de Madonna sólo era una excusa, una vía de desahogo. Así que decidí cambiar de chip. Me gusta ser positivo, me gusta desprender esa positividad y atraerla. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no invertía el tiempo en cosas más constructivas? Así que me puse la música que sí me llena. Me puse la lista My Sanctuary con las canciones de Madonna más llenas de señales, las que más me transmiten, me puse los discos de gente recién descubierta que ahora mismo me lo dan todo: Bernhoft, Penguin Prison, Yuksek, Cocoon, Graffiti6, The Black Keys...

Comprendí que Madonna no me debe nada, que las canciones que necesito ya me las ha dado y no pasa nada si ahora ella está en otra onda totalmente distinta a la mía. Que lo disfrute. Yo seguiré por mi propio camino. No podemos exigirle a la gente que cambie por nosotros, pedirles que sean como sentimos que deberían ser porque a nosotros nos conviene. Volar es eso: ser consciente de que otros también pueden hacerlo, y que está bien que así sea.


Debemos ser nosotros mismos, independientes y permitir que los demás también lo sean. En vez de pedirles cambios y desvíos, es preferible proyectar nuestra frecuencia única para atraer a otra gente de frecuencias compatibles. Los comentarios positivos vienen de gente positiva, así que seámoslo. En palabras de la película Happy Thank You More Please:

"Sadness, be gone.
Let's be people who deserve to be loved,
who are worthy, 'cause we are worthy."

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Final Fantasy XIII-2

"Let's change the future. Together."

Caius Ballad, el enemigo principal de Final Fantasy XIII-2, está empeñado en cambiar el pasado, incluso si para lograrlo tiene que dinamitar su línea temporal y destruir el mundo. Tampoco puedes culparle: le mueve algo tan humano como el miedo a la muerte. No quiere resignarse a aceptar las cosas malas y seguir adelante.


A veces te obsesionas tanto con cambiar el pasado, lamentarte de los errores y desear un cambio, que olvidas lo que sí está en tus manos: puedes mejorar el presente, gracias a todo lo que aprendiste en el pasado, para cambiar el futuro. Sonosas que vas aprendiendo sobre la marcha, experiencia a experiencia.

La historia de este juego ha sido el apartado que menos alabanzas ha recibido y en cambio es lo que yo más he disfrutado. Los protagonistas se despiertan un día convertidos en expertos en física cuántica, viajes temporales, realidades alternativas, paradojas... Se enfrentan a dilemas con un aplomo admirable. Viajan arriba y abajo, de una época a otra, cambiando, adelantándose, reconstruyendo ese futuro que les pertenece. Gran trabajo por parte de los guionistas para hilvanar una historia llena de saltos y conceptos complejos pero manteniendo al jugador siempre orientado e informado.


Por lo demás, las críticas de este juego han sido bastante positivas porque corrige muchos de los aspectos más cuestionables de Final Fantasy XIII. Square-Enix tomó buena nota de lo que pedía la gente: escenarios más grandes, minijuegos, misiones secundarias, ciudades... y todo está aquí, con otros añadidos menores (por ejemplo: ahora tu tercer acompañante es uno de los monstruos que hayas capturado) que, sí, divierten y redondean la experiencia pero, siendo sinceros, tampoco ofrecen nada revolucionario si no te gustó la primera entrega.

Lo que más me ha gustado ha sido la mecánica para cambiar de época en cualquier momento. Si no sabes cómo avanzar o quieres alguna misión más entretenida, el propio juego te invita a hacerlo. Esta libertad es un cambio bienvenido después de los claustrofóbicos pasillos de, donde la única opción era seguir adelante.


Los escenarios es algo que siempre he valorado en los videojuegos. La posibilidad de viajar a mundos de belleza extraterrestre (siempre me río de la gente que alababa Avatar por sus paisajes... cómo se nota que en general no juegan a videojuegos, hasta un título menor puede tener escenarios más imaginativos y espectaculares).

Ya en Final Fantasy XIII los escenarios eran espectaculares pero diría que en esta secuela, hay más variedad o vistosidad: ruinas flotando en el espacio, ciudades futuristas llenas de neones como recién salidas de Blade Runner, cárceles virtuales, llanuras apocalípticas, florestas exuberantes. Y en muchos casos, con cambios metereológicos y distintas versiones según la época. Más de una vez me quedaba con la boca abierta.


La aventura principal no es especialmente larga y además es bastante fácil, pero como siempre, hay cantidades ingentes de misiones opcionales: cofres secretos, jefes, escenarios y finales alternativos que sólo podremos descubrir en la segunda partida. Más de lo mismo pero mejor. Así deberían ser todas las secuelas. Y encima con el buen sabor de boca de una historia que apuesta por el único optimismo posible: aprovechar el presente.

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Bernhoft - Solidarity Breaks

"It's a cheap independence
if you drift like a snow flake"

El noruego Bernhoft ha construido una máquina del tiempo. Pero todavía no sé si te transporta al pasado o al futuro. Solidarity Breaks viene de una época en la que pueden sonar a la vez loops de voz y palmadas y armónicas y beatboxing y guitarras procesadas, y no sólo quedan bien, es que después cuesta creer que puedan existir otra forma de hacer canciones.


Mezclas en una coctelera la voz de Sam Sparro, el encanto de Jason Mraz, el funky de Jamiroquai, los falsetes despreocupados de Mika, todo el legado de buen pop escandinavo. Y la bebida resultante es Bernhoft. Fresca, extraña, de colores pastel con un punto picante, adictiva. El disco impresiona, pero ya cuando descubres que todos los instrumentos los toca él mismo... alucinas. La independencia pura del multinstrumentista.

No podría haber presentación mejor que Sing Hello y su enérgica reinvención del soul. De buenas a primeras, nada más abrirte la puerta, Bernhoft te lanza todos sus trucos a la cara, lleva una colonia poderosa y te ordena "sing your soul out, sing it loud". Tú sólo puedes obedecer, claro: cantas con ganas y los pies se te van, siguiendo ese ritmo irresistible. Choices es un poco más suave, música de preliminares: voz suave y ritmo contundente pero no invasivo, ideal para los primeros avances después de la cena.

La ropa fuera porque Stay With Me ya va al grano, Marvin Gaye en vena, tu cuerpo se desliza por las sábanas de seda. Good Intentions debería poner la banda sonora a todos los anuncios del mundo y el mundo sería un lugar mejor y más luminoso. El polvazo llega a su clímax con Cmon Talk, que es increíble, con una intro hipnótica que crece y crece y sigue creciendo: bravo.


La segunda mitad del disco es mucho más experimental, Bernhoft llevando al límite las posibilidades de su técnica. "Mira lo que puedo hacer", te suelta con su sonrisa triunfal. Te conquista en Control y Prophet, sólo da una pequeña tregua en Space In My Heart, la balada que cantaría un extraterrestre nada más bajar de su nave (si los extraterrestres supieran cantar, claro).

Y supongo que el cierre del disco conviene porque después de Buzz Aldrin sólo te apetece volver a empezar, entrar en la máquina del tiempo para llamar de nuevo a la puerta de Bernhoft, otra vez su bienvenida y esa colonia poderosa y la cena. "Sing your soul out, sing it loud".

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Perfect sense

"That is how life goes on. Like that."

El cuerpo humano está construido de tal forma que podemos alimentarnos exclusivamente a base de harina y grasas. Podemos alzar la voz sólo para ofender o escuchar sólo aquello que nos interesa. Podemos hacer fotos para capturar instantes que de otra forma olvidaríamos, a menos que les asociemos un olor. Podemos follar y acto seguido echar al otro de la cama con una simple patada.


Usos vulgares de los cinco sentidos. ¿A eso estamos limitados? ¿Somos algo tan básico? ¿Nada más que animales que devoran, follan, gritan, husmean, no atienden a razones? ¿O podemos ser algo más que máquinas que se olvidan y se quejan de las cosas? Eso es lo que intenta explorar Perfect sense. Se vale de una historia mágica. Chico conoce a chica en un entorno apocalíptico: a causa de una extraña enfermedad, la humanidad va perdiendo uno a uno sus cinco sentidos, y con ellos se va también la cordura.

No os voy a engañar. Es una película terrible, hay secuencias devastadoras, deja a Contagion en pañales. La combinación de imágenes, música y voz en off te noquea. Así sería el fin del mundo. Y sin embargo, creo que terminas de verla con una sonrisa sincera porque se trata de una experiencia absolutamente catárquica. Es un poco como el libro Nada de Janne Teller: asistes horrorizado a la pérdida de todo lo que considerabas imprescindible, pero al igual que con la película Beginners, esto te sirve para renovar las ganas de estar vivo.


Para mí, es un misterio que Perfect sense haya pasado tan desapercibida. No habría oído hablar de ella de no ser por David, lector de este blog que suele acertar con las recomendaciones que me hace. La historia no es ninguna amenaza. Es una invitación. Un estímulo, un disparador. Éste es el tipo de historias que me gustaría escribir: fábulas (como Gattaca, por ejemplo) que usan la ciencia ficción para hablar de la importancia de vivir de otra manera, más abiertos o predispuestos. Hay que acariciar la música, contemplar los besos, escuchar la comida, saborear los recuerdos, oler los colores.

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Javier Montes - La vida de hotel

"¿Tú qué quieres?"

No leas la sinopsis de la contraportada. O mejor sí, hazlo. Así, cuando la historia empiece de verdad y a traición, cuando empiece eso que prometía la contraportada, te sorprenderás. Sentirás con toda su fuerza la torpeza del enamoramiento. "¿Qué hago en esta habitación?", pensarás entonces. Será una sensación extraña, como desvanecerse: tú o todo. Magnífico punto de partida. El talento de Javier Montes para tender puentes y contar fábulas urbanas.


Lo suyo es el lenguaje cotidiano, no alardea de diccionario (bueno, igual en esta novela, sí lo hace a veces, pero pocas) y sin embargo cuánto cuentan sus historias. Parecen anécdotas que alguien te contaría como de pasada. Él no. Javier Montes se detiene, observa, escucha, saca un exprimidor de su chistera, y llena habitaciones de hotel vacías y pasillos y viajes en taxi: los llena de pequeños milagros. Es el tercer libro suyo que me leo y el tercero con el que me desarma.

"No creer en las promesas no significa
que no queramos seguir escuchándolas"

La novela viene a ser como la trastienda de una road movie. Un recorrido por los hoteles en los que descansa el héroe. Si es que se le puede llamar héroe a un crítico de hoteles enzarzado en una búsqueda sin tesoro. Hotel a hotel, como si comprobases la grabación de sus cámaras de seguridad, asistes a la partida a gran escala de un juego de mesa. Los dados ruedan encima de las sábanas, el protagonista desliza tarjetas, abre puertas, avanza, o eso parece, porque la meta ni se intuye. Igual es que nuestro héroe ha preferido olvidar las reglas. Ni siquiera se plantea el objetivo. ¿Se embarcaría Indiana Jones en esas aventuras si conociera de antemano el contenido del cofre que persigue? ¿Si supiera a ciencia cierta que el contenido sería suyo, fuera lo que fuera?


Casilla a casilla, la road movie se acaba transformando en pura novela policíaca, "siga a ese taxi" incluido, llega a bordear el terror incluso. Ya lo tienen eso, los pasillos de hotel: mucha moqueta y mucho cuadro de paisajes bucólicos pero esos lugares pueden volverse lúgubres con sólo girar la esquina que no debías. No recuerdo ningún otro libro que a un párrafo del desenlace, todavía era yo incapaz de adivinar cómo terminaría. Cuál sería la última frase. Y no podía ser otra. Prometo que he aplaudido. Bravo, Javier Montes. Gracias. Más, por favor.

      


Pero no hay sprints que valgan, creo; y menos de los finales. En realidad hace mucho que dejé de correr. No vale la pena correr. Basta con caminar al paso que más se acomode a los pies de uno y se acaba llegando a donde se iba a llegar en cualquier caso. O quedarse quieto: últimamente me da la impresión de que son las cosas las que andan. Solo hay que esperar sentado: no fallan, porque nada falla nunca y todo sucede. (Página 15)

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See, you'd be foolish if you stayed here now

Este inicio de año está siendo un The Edge of Glory a medio gas. O un The Edge of Glory literal. ¿No habré cambiado tanto o sólo estoy cogiendo impulso? ¿Debería estar escribiendo esto? No lo sé. Pero lo escribo. Es una buena forma de atraer todas las cosas buenas que quiero reunir en mi vida. La euforia.


En el fondo (no tan en el fondo, en realidad), tengo cosas por las que dar las gracias. Así que las voy a dar. Gracias a mi trabajo, porque me gusta y me llena y va todo lo bien que puede ir hoy en día un negocio en España. Gracias a mi libro por ser tan buen alumno y estar avanzando viento en popa, páginas hilvanándose y piezas del puzzle encajando con una facilidad que me sorprende; la historia siempre estuvo ahí, dentro del mármol. Gracias también a todas las señales por seguir llegando siempre puntuales, en forma de canciones y escenas de series o películas y frases de libro. Gracias a quienes aprecian las cosas que me gusta compartir; mis escritos o las canciones de cada día.

Todo lo demás depende de mí, supongo. De mí y del tiempo. Quiero que vuelvan a inundar los cines películas que me llenen. Las Happy Thank You More Please de 2012. Quiero que lleguen ya los discos que merecerá la pena escuchar mil y una veces por primera vez. Quiero ver mi libro publicado, descubrir la portada final y sonreír cuando lo vea encuadernado, inmutable, por fin nacido. Quiero acertar con mis lecturas. Quiero, por qué no, las llaves de esas puertas que algunos alguienes me dijeron que podría abrir. Quiero señales inequívocas. Quiero lo nuevo, los cambios, lo inesperado, los giros, los engranajes que hay que aprender a maniobrar.


Hoy este poema se ha abierto paso entre las muchas páginas de un recopilatorio de poesía de Natsume Soseki para encontrarse conmigo en el aire:

Ya es otoño:
queda un libro
aún por terminar

Y me ha venido a la mente, inevitable, rebosante de verdades como siempre, renovado, amigable, poderoso, el Life Manifesto de Holstee. Vídeo que todavía no había colgado aquí. "Do what you love and do it often. Live your dream and share your passion." Quizá ésta es la pieza naranja que faltaba en el puzzle.

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I get that feeling when we're apart

Empire of the Sun tienen una canción, Without You, que en su versión original es una deprimente descripción de la ausencia. Pero luego la remezclaron al sacar el single, con vídeo y todo, y el estribillo se volvió tan eufórico que habría jurado que ya no cantaban "I can't be without you" sino justo lo opuesto, "I can be without you". Una oda a la liberación. Yo la escuchaba así, al menos. Y Barcelona parecía más trepidante, los semáforos cambiaban rápido a verde y las bicicletas volaban entre los árboles.


Resulta que no, que la letra seguía siendo la misma. Lo que cambiaba era el sentimiento. El mío o el de la canción, no lo tengo claro todavía. Hay canciones que transmiten lo contrario de su significado literal. Tienen subidones y explosiones donde deberían regodearse en la oscuridad, te hacen bailar, y bailas. No sé si es algo intencionado por parte de quienes la componen, o si en cambio es un proceso que hacemos nosotros en la mente. Transformamos el arte para que nos sirva.

Es algo que me pasa a menudo, no me baso tanto en las letras de las canciones como en lo que me transmiten. La energía positiva que me embarga escuchando A Good Thing de Saint Etienne es insustituible, aunque la canción no hable de ganancias precisamente. Y la de veces que habré levitado con Everything To Lose de Dido, canción que para mí trata de levar anclas, soltar lastre, empezar a ser tú mismo, ya te encontrarás con la muerte cuando aterrices. Los remixes parecen darme la razón, potenciando esos coros místicos. Quizá es que la verdadera libertad es ésa: vivir más porque eres por fin consciente de que podrías perderlo todo.

También puede ocurrir al revés: una letra luminosa con unos arreglos que parecen contradecirla. El sábado ponía el ejemplo de la versión de New York, New York que canta Carey Mulligan en la película Shame. Son curiosas esta falta de sincronía entre letra y sentimiento que se desprende.


Tengo una amiga que opina que el cerebro no procesa los "no". Pensando "no quiero estar enfermo" en verdad procesas "quiero estar enfermo", deberías pensar en estar sano. La letra de Without You queda preciosa siguiendo esta teoría.

Future, there is past
Slow, there is fast
Grace with which to admire
Face, there is desire

Symmetry or peace
Sirens or police
Cameras and phones
Photographs and tones

Ya me perdonarán mis adorados Empire of the Sun, pero yo seguiré cantando "can".

(He creado, por cierto, una lista colaborativa en Spotify donde podéis ir añadiendo todas esas canciones que a vosotros os transmitan una cosa totalmente distinta a lo que dice la letra. A ver qué sale. ¡Gracias!)

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Shame

Pam, pam, pam. La cabecera de la cama abollando la pared o los mazazos del director Steve McQueen contra tu cabeza. Mete la cámara entre las sábanas de su protagonista, la introduce por la polla de éste, lo penetra hasta el fondo, hasta el alma, se la arranca de cuajo y nos la estampa en la cara sin avisar. Zas.


La presentación inicial del personaje de Brandon (Michael Fassbender en la mejor interpretación de su carrera) es fascinante, creo que no se podría haber hecho mejor. Esa música in crescendo (¡y qué música tiene toda la película!), esos planos intercalados, repetitivos, obsesivos y el remate de ese "You are disgusting" que da el pistoletazo de salida a todo lo que tiene que llegar después. Desde los tiempos de American Psycho que no veía un retrato de personaje (y de rebote, o por extensión, de toda una sociedad) tan logrado. Diseccionando a Brandon, nos disecciona a todos. A ratos te preguntas si la pantalla no será en realidad un espejo reflejando la sala de cine abarrotada.

Una recomendación: no pestañéeis. Cualquier detalle y cualquier frase son imprescindibles para enriquecer y entender con toda su fuerza el discurso de la película. Desde las recomendaciones del camarero hasta los pósters cambiantes de los vagones de metro. Nada es gratuito. Piezas todas de un engranaje perfecto. Me gusta la gente que se vale de todas las herramientas a su alcance, también las más sutiles, para retratar a sus personajes y el mundo en el que viven.


Y sí, a eso has venido, eso te han vendido: hay mucho sexo. Sexo divertido, sexo incómodo, sexo bestia, sexo triunfal, sexo desesperado, sexo a solas, sexo en trío, sexo en la cama, contra la ventana, en cuartos oscuros, en lavabos, junto a la carretera, sexo, sexo, sexo. Parece que ninguno de los personajes piense en otra cosa que sexo, cada uno a su manera. Todo es sexo, nos dice McQueen. ¿Por qué da tanta vergüenza hablar de ello?, nos pregunta McQueen. ¿Por qué el señor que tenía yo al lado, acompañado de su esposa, se tapaba la cara cuando salían tetas? ¿Acaso no tenía tetas la esposa?

Pero la película es mucho más que sexo. Es por ejemplo la relación entre Brandon y su hermana Sissy (una frágil, enorme Carey Mulligan). De hecho, cuando nos la presentan, en ningún momento dicen que sea la hermana. Da igual. En seguida entiendes que no se trata de una exnovia. Notas esa relación de hermanos. En los gestos y miradas, en la complicidad. Es sólo otro ejemplo de lo bien construida que está la película, lo perfiladísimos que están los personajes. Vives con ellos, porque en cierto modo eres ellos.


Personajes. Unos olvidan lo bonita que es su ciudad y otros llegan con su ingenua maletita de sueños, sin ni siquiera tiempo de apreciar la ciudad. Adoro la escena del restaurante con vistas, sí. Ahí Brandon, su jefe y su hermana se desnudan como nunca, precisamente sentados en ese escenario, más que en cualquier escena de sexo, ahí cómodos y rodeados del paisaje de la ciudad nocturna, bebiendo martinis con aceituna. La versión de New York, New York que canta Mulligan dice tantísimas cosas que ya no hace falta que Sissy y Brandon hablen directamente del misterio que pulula sobre sus cabezas.

Shame es una película de intuiciones, sinceridades, sensaciones descarnadas. No podría ser de otra manera, tratando de lo que trata, pero sólo los valientes la habrían rodado así. Sales del cine cansado y satisfecho.

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La guerre est déclarée

"No malgastes tu energía en detalles pequeños."

Declaración de guerra, nada menos. Ya lo dejan claro en el propio título. Esta película es una especie de exorcismo sus dos protagonistas, Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm, a la postre también guionistas, compositores de la canción principal y, en el caso de ella, directora e incluso peluquera y maquilladora.  Partieron de una vivencia real, la grave enfermedad de su hijo, para hablar del amor y de las ganas de vivir (o de sentirse vivos, que no es exactamente lo mismo). Es evidente que el grado de implicación de la pareja para explicar esta historia es máximo.


Un material que en otras manos habría dado un film lacrimógeno, reducido a las cuatro paredes del hospital, con ellos, quizá gracias a esa distancia que se obligan a mantener para que no se les acuse de sensibleros, se convierte en pura magia. Empiezas a notar esa magia en la forma de resumir en menos de cinco minutos la intensidad del romance de Romeo y Julieta (sí, así se llaman los protagonistas), pero se mantiene a lo largo de toda la película. Secuencias que se convierten en vídeoclips mágicos, en maravillas del montaje. Donzelli no duda en saltar del trampolín una y otra vez. Y todo es más meritorio aún sabiendo que casi toda la película se ha rodado con una cámara fotográfica.

Por cierto, Jérémie Elkaïm quizá os suene de aquella Presque rien (Primer verano) tan famosa hace muchos años (sí, esa que todos recomendaban porque en el póster salían dos tíos buenos pero era infumable). Aquí ha crecido, está aún más guapo, ha mejorado como actor y brinda una gran actuación, al igual que su compañera. Pasan del humor al drama y siempre resultan convincentes. Y es que Declaración de guerra sabe mantener formidablemente el equilibrio entre tragedia y comedia. Nunca te extraña soltar una carcajada a pesar de lo que está ocurriendo, ni te reprimes esa lágrima cuando toca.


La vida es así, parecen decirte Valérie y Jérémie. No te sientas culpable de reír. Y es que de eso va la película: no de la enfermedad del hijo, sino de cómo sus padres la afrontan. De cómo precisamente por eso quieren disfrutar más de la vida. Más que sobreponerse a los obstáculos, quieren aprender de ellos. Recuperar las cosas que les gustan, y probar otras nuevas (correr, por ejemplo). Es un optimismo radical que impregna cada segundo de la película. Ayuda, y mucho, la banda sonora, una combinación ganadora de canciones francesas y música clásica (podéis disfrutarla en Spotify). Guerra a la muerte, a la infelicidad, a la apatía.

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Haruki Murakami - De qué hablo cuando hablo de correr

Superarse a uno mismo o perder: no hay más opciones.

Segunda lectura de este libro de Haruki Murakami. Ya lo leí en su día, y me gustó, pero estaba convencido de que ahora sería cuando podría extraerle toda la sustancia. Entonces todavía no confiaba en seguir mis instintos. Me conformaba con el día a día. Y no escribía. Es curioso que últimamente haya tantas entradas en mi blog que tengan que ver con caminos, avanzar, correr. Causalidades.


De qué hablo cuando hablo de correr es una especie de memorias de Murakami. Todas las memorias que podría escribir alguien tan reservado como este escritor japonés, que apenas concede entrevistas o se deja fotografiar. Pero en este caso sí quiso compartir con sus lectores su experiencia tras más de 25 años entrenándose para correr maratones, y cómo este afán de superación y autoexigencia le han moldeado como persona pero también como escritor.

Dice que escribe igual que corre. Dedicándole cada día una cantidad de horas, sin pensar en nada más, el objetivo fijo en el punto de mira, hasta que se siente con ganas de continuar un ratito más... y entonces para. Guarda esas energías para el día siguiente, así le resultará más fácil retomar el hilo. Leyendo este libro queda claro que Murakami no es conformista. Impresiona especialmente el capítulo dedicado a la maratón de 100 kilómetros. La dureza de la prueba y la fuerza de voluntad del escritor se enfrentan en un duelo titánico del que afortunadamente podemos ser testigos gracias a este libro.

Recomendadísimo a todos aquellos que quieran lograr sus objetivos.


"No soy un humano. Soy una pura máquina. Y, como tal, no tengo que sentir nada. Simplemente, avanzo." Repetí estas frases en mi cabeza una y otra vez como si fueran un mantra. Las repetí maquinalmente, en el sentido más literal del término. Y me esforcé en aislarme y en reducir todo lo posible el mundo que percibía en esos momentos. Lo único que yo veía eran, a lo sumo, los tres metros de terreno que tenía por delante. Más allá no había nada. Mi mundo se acababa en esos tres metros. No necesitaba pensar en lo que habría tras ellos. El cielo, el viento, la hierba, las vacas paciendo, el público, las voces de ánimo, el lago, las novelas, la verdad, el pasado, la memoria..., todas esas cosas nada tenían que ver conmigo. Llevar mis pasos tres metros hacia delante: ése era el único sentido de mi humilde existencia en tanto que ser humano, mejor dicho, en tanto que máquina.

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Won't break me down, won't brick me up, won't fence me in

Te educan para ser empalagoso. Te quiero, no sé vivir sin ti, sin ti no soy nada. Mensajes con los que, desde que naces, te machacan una y otra vez las canciones, las películas, los libros, la televisión. Y cuando te enamoras, los repites como un autómata. Te quiero, no sé vivir sin ti, sin ti no soy nada. Te hablan de medias naranjas y almas gemelas para que te sientas incompleto. Siempre te falta algo. No quieren personas felices y autosuficientes, por la sencilla razón de que esas personas consumen menos.


Me asustan todas esas parejas que están todo el día uno encima del otro, dedicándose a diario y en público frases ñoñas, poesías y fotos de animalitos. Y es que yo fui así hasta no hace tanto. Cuando estás enamorado todo parece eterno. Lo que he aprendido es que si te acostumbras a que tu felicidad dependa única y exclusivamente de otra persona, te vuelves frágil y vulnerable. Todo puede tumbarte. Cuando todo falle, serás un náufrago en un mar helador, sin tablones a los que agarrarte. Y así veo a esas parejas, como futuros náufragos a la deriva. Es de cajón: si no sabes estar solo, tampoco sabes estar contigo mismo. Admiro en cambio a las pocas parejas que saben darse su espacio. No es que no quieran al otro, es que también se quieren a sí mismos. Y eso es muy importante.

No estoy desencantado del amor. Sé que volveré a enamorarme, sólo faltaría. Lo que no sé es si encontraré a alguien capaz de entender mis nuevas reglas. Alguien que comprenda que no querré convivir con él porque disfruto estando solo. Que no querré casarme ni ataduras de ningún tipo (y no me refiero al sexo). Que por estar con él no dejaré de ir solo al cine (menos, supongo, pero lo haré: así las películas te empapan completamente). Que no le regalaré cosas por San Valentín (aunque sí por Sant Jordi, porque creo que un buen libro es el mejor regalo). Que no le prometeré amor eterno ni le diré todas esas cosas bonitas que tanto endulzan los oídos y que nos hacen sentir especiales.


No somos especiales. O sí, sí lo somos, pero no no porque alguien nos quiera, sino por ser únicos. Me imagino mi cara hasta hace año y medio si alguien me hubiera dicho "te quiero, pero con estas reglas". Habría huido. Supongo que habrá alguien que lo entienda, que acepte o comparta esta independencia, pero no será fácil. Ya me está bien, tampoco tengo ninguna prisa. Los amigos, los libros y la música también son compañía. Elton John resume perfectamente lo que espero del amor futuro en su canción I Want Love.


I want love on my own terms
After everything I've ever learned
Me, I carry too much baggage
Oh man I've seen so much traffic

So bring it on, I've been bruised
Don't give me love that's clean and smooth
I'm ready for the rougher stuff
No sweet romance, I've had enough

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Emeli Sandé - Our Version Of Events

It's 'bout time we got some airplay of our version of events.

Se ha hecho esperar pero ya está aquí. Después de lanzar tres singles propios, otras tantas colaboraciones y ganar diversos premios (entre ellos el Brit Awards de los críticos, del que le harán entrega este mismo sábado), Emeli Sandé lanza su esperado debut. La expectación era alta y pienso que jugará en su contra, porque al final el disco es mucho más conservador de lo que prometían los singles o el propio look de ella.


Heaven, su single más conocido, la despacha rápido. Al parecer, salió en muchas listas de las mejores canciones de 2011. Yo la descubrí este enero. No importa: es grandiosa en cualquier año que la escuches. Parece salida de una discoteca de los 90 gracias unas bases trip-hop impecables, hipnóticas, y esos coros del estribillo te animan aunque no quieras. Cuando la canción termina, piensas: ¿cómo grabar algo a la altura? Pues, por ejemplo, no intentando vivir a la sombra de tu single de éxito.

El resto de canciones de Our Version Of Events no tienen nada que ver con Heaven. Es un repertorio sorprendentemente clásico. Baladones muy tremendos, en la línea de lo que triunfaba en los dormitorios de los 90: Whitney Houston, Céline Dion, Mariah Carey. Es un poco como la secuela del primer disco de Leona Lewis (y esta comparación es inevitable en Mountains, tema que de hecho iba a ser para Leona). Mucho piano, mucha letra sobre el amor y el desamor, mucho estribillo desgarrado cantado con una voz siempre eficaz y unas percusiones modernas como único recordatorio de que el disco se ha lanzado en 2012.


Muy inteligentemente, para no eclipsar el repertorio, los otros dos singles, la pegadiza Daddy y la luminosa Next To Me, que puede hablar sobre lo que acompaña un buen amor o un buen disco, los han desperdigado a lo largo de un tracklist que quizá peca de ser demasiado largo (14 canciones pueden hacerse muy cuesta arriba si encima todas son lentas; yo habría preferido una selección más exigente).

De entre los temas nuevos, sobresale My Kind Of Love, monumental, o la declaración de intenciones de Read All About It (Part III). La mejor letra de todo el disco. Habla de la valentía: encontrar tu propia voz y no tener miedo de utilizarla, digan lo que digan. Y es precisamente eso, la voz de Emeli Sandé, lo que brilla en los temas más contenidos, como River y su piano, Suitcase, que casi roza el country, o Break The Law, impresionante porque Emeli la canta casi acapella, jurarías que la tienes a ella susurrándotela al oído.


Ya se sabe: las cosas no salen siempre como esperabas. Eso no quiere decir que no sea para bien. Un fracaso amoroso puede llevarte a componer un gran disco que te llevará al estrellato y a millones de personas les dará consuelo. Que se lo digan a Adele. El disco de Emeli Sandé no es un golpe sobre la mesa, pero sin duda es un buen disco, una colección de canciones que te van calando escucha a escucha. Como una de esas novelas que no son trepidantes, pero que tan a gusto se leen en la cama y te cautivan página tras página con una prosa elegante. El calor de la manta, la esponjosidad de la almohada y la compañía de una gran voz. A veces no necesitas nada más.


You've got the words to change a nation but you're biting your tongue
You've spent a life time stuck in silence, afraid you'll say something wrong
If no one ever hears it, how we gonna learn your song?
So come on, come on, come on, come on

You've got a heart as loud as lightening, so why let your voice be tamed?
Baby we're a little different, there's no need to be ashamed
You've got the light to fight the shadows so stop hiding it away
Come on, come on

I wanna sing, I wanna shout
I wanna scream till the words dry out
So put it in all of the papers, I'm not afraid
They can read all about it

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The Black Keys - El Camino

El Camino tiene el sabor del desierto. Una carretera atravesando canciones de arena. Montañas rocosas al fondo, el viento como único signo palpable de vida. La intuición de que estás rodeado de algo eterno. Sólo diré que escuchando este disco me han entrado ganas de sacarme el carnet de conducir para irme directo a recorrer en coche la Ruta 66. Eso es El Camino. Ni más ni menos.


The Black Keys pisan a fondo el acelerador con la eufórica Lonely Boy, también conocida como El Single, canción para bajar la capota y gritarla manos al aire con el viento despeinándote: Ooh, oh-oh! Seguimos con Dead And Gone, tan cercana al glam y rematamos una apertura triunfal con Gold On The Ceiling. Aquí se nota más que nunca que el productor es Danger Mouse, esta canción habría encajado perfectamente en Demon Days de Gorillaz, aún hoy su mejor disco.

El inicio de Little Black Submarines es uno de los pocos momentos intimistas del disco. Parada técnica. El desierto es exigente, hay que reponer fuerzas antes de recuperar el ritmo y soltar la artillería pesada: Run Right Back es irresistible, con sus puntilleos de guitarra y sus percusiones animándote a seguir adelante (a pesar del título) por esa carretera que parece no llevar a ninguna parte. Es la sensación que produce la última mitad del disco, con esa efectiva mezcla de rock, soul y r'n'b.


Igual que el desierto tienes que atravesarlo entero, no hay otra forma, El Camino me parece un disco para disfrutarlo de principio a fin, más que para quedarse con las 3 o 4 canciones que te gusten. Antes de que te des cuenta, habrás llegado al final y querrás volverlo a poner. Es una experiencia y hay que vivirla. Es la banda sonora del mejor viaje de tu vida.


Ooh, oh-oh! I got a love that keeps me waiting 
Ooh, oh-oh! I got a love that keeps me waiting 
I'm a lonely boy 
I'm a lonely boy 
Ooh, oh-oh I got a love that keeps me waiting

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Through the jungle, through the dark

"No busquéis el camino en los otros, en un lugar lejano; 
El camino está bajo nuestros pies. 
Ahora viajo solo...
Pero puedo encontrarlo en todas partes; 
Ciertamente, él es ahora yo,
Pero ahora yo no soy él. 
Así también, cuando encuentro lo que encuentro,
Puedo obtener la verdadera libertad."

(Taisen Deshimaru)


El otro día di con estos versos de un maestro zen. No recuerdo cómo llegaron a mis manos. Las mejores llegan así, de la nada, inesperadas (pero bien acogidas). El caso es que el poema me gustó. Mucho. Era una paso más allá del "Caminante no hay camino, se hace camino al andar" de Machado que todos aprendemos de memoria en el instituto para luego olvidarlo nada más salir.

Leí este poema y me acordé de una serie de vídeos fascinantes: Eat, Move, Learn. Son de una agencia de viajes australiana y recogen en 3 piezas de un minuto los viajes alrededor del mundo de un chico que hace eso: comer, moverse, aprender. La vida y el mundo en tres minutos. Buscándolo en YouTube, di con un vídeo de Levi's muy logrado también en el que un chico atraviesa Estados Unidos caminando. Wow.

Siendo bebés quisimos caminar para verlo todo desde más arriba. Luego nos acostumbramos a seguir las calles y carreteras, a obedecer las señales (y ya sabes que no me refiero sólo a las de tráfico). No existe nada más allá de los semáforos y las líneas y las vallas. Nos olvidamos de lo más importante. Confiar en nosotros, en la propia anatomía, en ese instinto natural que nos lleva a poner un pie delante del otro, una y otra vez. Caminar.



Caminemos, pues. Encontremos nuevos caminos.

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Montoto - De regreso a mi planeta

El impacto que te produce revisitar un disco. Ese que te gustaba tanto hace años. Un día lo vuelves a escuchar y parece grabado para tu yo actual. Es como si ya entonces, cuando lo escuchabas al principio, intuyeras en quien te acabarías convirtiendo. Y quien dice un disco, dice también una película o un libro. Por una asociación de ideas, el otro día me acordé del debut de este chico. Sólo recordaba el título de su single El movimiento, pero claro; ponte a buscar eso. Algo habré aprendido de Sherlock Holmes, porque finalmente di con el disco. Y pude redisfrutarlo en Spotify. Cuando le di al play, me sentí como en casa.


De regreso a mi planeta. No hay mejor título para un disco que habla justamente de superar todos los obstáculos, superar todas las crisis, reencontrarte y encontrar nuevamente tu lugar. Ahí te quedas. Me gusta que la portada sea naranja porque es mi color favorito. Mi planeta sería naranja, eso lo tengo muy claro. Naranja debe ser también ese optimismo que recorre los doce cortes del disco, un sentimiento de que todo saldrá bien mientras cruzas el espacio negro. El disco es un viaje.

Las canciones siguen sonando frescas gracias a una mezcla acertadísima: las composiciones guitarra en mano de Diego Montoto (un cantautor cantando sobre relaciones que terminan y corazones que se expanden) con la producción de Carlos Jean. Algo tenía este hombre hace 6-7 años, que nos regaló discazos como éste o los mejores de Fangoria. Los momentos electrónicos son sutiles, pero ahí están, haciendo que flote la letra de Mientras La Vida Te Sonría, obligándote a bailar en El Movimiento desde su intro funky hasta su outro épica, o transportándote al futuro en la mágica Cuál Es Tu Animal, que suena a una especie de híbrido de los discos Ray Of Light y Arquitectura Efímera.


No todo es etéreo en el disco, ojo. También está la autoafirmación cañera de Mi Forma De Hablar. Y Montoto demuestra que sabe sacar las uñas sin perder la compostura en No Me Toques. Al escuchar esta canción, no sé por qué, he pensado en los indignados y he recordado que este es un año de cambios. En realidad todos lo son. Aunque no nos demos cuenta, de todo aprendemos, siempre estamos avanzando hacia ese momento único que se llama ahora.

Y de eso va el disco, creo: de esa mirada retrospectiva y esperanzada a la vez. Es una sensación extraña, una como una cápsula del tiempo que viaja a la vez al pasado y al futuro. Regresas a tu planeta y vuelves a la casilla uno, eres principiante de nuevo. En ese sentido, me recuerda a la película Beginners. Para decirlo de una vez: Montoto lanzó en 2006 el disco que a mí, hoy, me gustaría ser capaz de grabar. Desde aquí le doy las gracias por enseñarme entonces lo que sólo ahora puedo saber.


Tú sabes muy bien
Cuál es tu ciudad
Has visto una luz
Te has dejado llevar

Ya empiezas a ver
Cuál es tu animal
Dale caza y verás
Tu piel descansar

Y sabrás lo que es vivir
Y podrás sobrevivir

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Vicente Haya - El espacio interior del haiku

"El laberinto tranquiliza nuestras ansias de estar avanzando
pero en el fondo nos deja atados al lugar."

Así, aquí, ahora. Los haikus son chispazos. Son ese momento en el que algo perfectamente normal te deja maravillado y con la boca abierta de par en par. Son dejar atrás lo aprendido y lo prejuzgado para confiar ahora en tus sentidos, en tu intuición, en lo que percibes directamente. De Vicente Haya ya recomendé hace un tiempo Haiku-dô, libro en el que desplegaba una selección de haikus nada fáciles de traducir. El espacio interior del haiku es anterior pero comparte su filosofía: ahondar en qué hace a un haiku ser un haiku.


Vicente Haya acierta en sus métodos para que sientas muy cercana un tipo de poesía que a menudo parece demasiado críptica (tres líneas no deberían dar para mucho, piensas). Él desmenuza no tanto el significado como el valor de las imágenes con que los poetas decidieron capturar un instante. El mero impacto de la imagen por encima de los adjetivos con que la adornaríamos. Y te invita a coger la pluma tú mismo: ver y escribir. Poema a poema, te da las claves para hacerlo.

En este libro no sólo lees poemas contundentes (escritos por haijins de todas las épocas: clásicos como Issô, Buson o Bashô, pero también gente anónima); además, conoces mejor la peculiar sensibilidad de Japón. Pero sobre todo, das un golpe de timón a la forma de recorrer y apreciar tu día a día. Después de leer un buen libro de haikus, sales a la calle con otra mirada: el mundo parece más fresco. Más lleno. Es una experiencia que recomiendo a cualquiera que quiera romper la rutina, convertir los días grises en otra cosa.

La iniciación en el haiku puede resultar decepcionante para algunos. Porque van a notar cómo paulatinamente sustituyen el sabor edulcorado de las cosas, que es a lo que estamos acostumbrados, por el auténtico sabor del mundo: mariposa, comida, silencio, ruido... No estamos acostumbrados al sabor de las cosas; lo que paladeamos del mundo es lo que nosotros mismos le añadimos para poder asimilarlo.


Mientras me reñían
por haber cogido el girasol,
yo miraba la flor

Ah, la luna con su halo de niebla...
Esa noche me quité los pantalones
a golpe de piernas

Así es la alondra:
una voz que cae en picado
y, cuando la busco, nada

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Ryuichi Sakamoto - La música os hará libres

Antes de este libro, no conocía a Ryuichi Sakamoto todo lo que me gustaría, básicamente canciones sueltas, sobre todo de bandas sonoras, como por ejemplo Forbidden Colours de la película Feliz Navidad, Mr. Lawrence. Pero sabía que con ese título tan potente, La música os hará libres, no podía fallarme. 270 páginas para disfrutar de todas las vivencias y reflexiones que comparte con sus lectores un hombre único.


Y lo de único no lo digo gratuitamente. No es fácil encontrar a un hombre tan independiente, tan templado y apasionado a la vez, tan agradable, tan culto, tan ajeno a las modas (aunque consciente de ellas), tan intuitivo.   El adjetivo "interesante" a menudo se sobreutiliza para al final no decir nada, pero a Ryuichi Sakamoto esa definición le sienta como un guante. Es un tipo interesante. Alguien con quien te gustaría tomarte un café tranquilamente, intercambiar opiniones, y sobre todo escucharle. Da gusto leerle, así que escucharle ya debe ser el orgasmo.

Sakamoto repasa aquí sesenta años de vida, salta de un episodio a otro, y no siempre con conexiones lógicas. Sucesos importantes los resume en dos líneas y otros en apariencia menores los disecciona con intensidad a lo largo de varias páginas. Pero precisamente esa sinceridad a la hora de abordar todas las cosas que cuenta (un padre que no le miró a los ojos hasta que fue adolescente, una chica que se suicidó, las revueltas estudiantiles de los años 70, los atentados del 11-S...) dice mucho de él. Habla de lo que le interesa, y de lo que aprendió y sintió en cada episodio. No da lecciones, sólo comparte: "me pasó esto y pensé esto otro".


Sakamoto habla, por supuesto, de sus influencias musicales a lo largo de los años. De cómo descubrió los acordes de novena gracias a los Beatles y a Debussy, sin ir más lejos. De su obsesión por mezclar pop y música clásica y vanguardia. Pero también habla de sus influencias personales, sobre todo de hombres y el impacto que produjeron en su vida. Sorprende oírle hablar con tanta naturalidad de la belleza masculina y de cómo se enamoró de algunos de esos hombres, los describe con más detalle que a sus novias y esposas.

Al pensar en cualquier artista, es tentador pensar en talento innato. Sakamoto le da la vuelta a la tortilla: el músico y la estrella pop en que se convirtió fue un cúmulo de casualidades y de decisiones no siempre conscientes. De crecerse en las dificultades, porque él no las ve como retos o limitaciones sino como una oportunidad para mejorar. De eso trata La música os hará libres, de un hombre inconformista buscándose siempre a sí mismo, saltando de prueba en prueba y de error en error para encontrar su lugar en el mundo. Echar la vista atrás y descubrir el camino que te ha traído hasta donde estás ahora.


Esta autobiografía es accesible para todo tipo de públicos, conozcan o no al músico, porque consta de capítulos muy breves que agilizan la lectura, y el lenguaje, incluso cuando Sakamoto se mete a hablar de aspectos más técnicos, es sencillo (que no simple).  En definitiva: una lectura amena, instructiva y más que recomendable. Si os gustan las personas que desprenden un magnetismo único, no dudéis en echarle un vistazo al libro.


Vivía haciendo solo lo que me gustaba. Era una vida de color de rosa. Por supuesto, escuchaba música, leía libros, y también fue la época de mi vida en la que vi más películas. Y salí por primera vez con una chica, y fui a manifestaciones y asambleas. Hacía constantemente novillos en el instituto, pero, no sé por qué, me parecía que estaba muy ajetreado.

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Pet Shop Boys - Format

Tenía su encanto aquello de rastrear las tiendas de música de Barcelona (bendita calle Tallers), ir a Ferias del Disco con la ilusión casi infantil de "a ver qué encuentro" y dejarte un dineral sólo porque en ese CD o vinilo concretos salía una canción, a veces incluso un remix, que te faltaba. Ahora, con internet, eBay coleccionar música es mucho más fácil y cómodo. Por raro que sea, cualquier formato está a un click de distancia.  Pero reconozco que con Pet Shop Boys sigue gustándome probar suerte, acercarme a Discos Revolver y sonreír cuando encuentro el nuevo single de importación en la estantería.


En Format, Pet Shop Boys recopilan a lo largo y ancho de dos CDs (casi) todas las caras b que han acompañado sus singles de 1996 a 2009. Escucharlo ha sido una experiencia muy distinta a cuando me compré su anterior recopilatorio de rarezas, Alternative (que sigue siendo uno de sus discos más interesantes), porque entonces acababa de hacerme seguidor del grupo y para mí eran simplemente un montón de canciones nuevas. Ahora no, ahora se trata de tener juntas un montón de canciones que me gustan pero que nunca he escuchado tanto como las los álbums. Y es que por buena que sea una cara b, hasta el punto de que a veces llegas a decir que es una de tus canciones favoritas, la realidad es que -por propia comodidad- siempre las escuchas menos que las "importantes", las que por X razones sí pasaron el filtro y se incluyeron en los discos.

Desde el Hi-NRG de la pegadiza The truck driver and his mate al petardeo elegante de Up and down, se pueden encontrar en este nuevo recopilatorio 38 temas únicos, grabados con la libertad que da no el no tener que pasar cuentas con nadie, ni siquiera con la discográfica. Hay algún tropiezo como The former enfant terrible pero lo que abunda es la calidad: temas como Sexy Northener (y sus percusiones hipnóticas) o I didn't get where I am today (rock psicodélico con irresistibles hey-hey-hey) podrían haber sido singles.


A ratos, Format es un recorrido por los últimos 15 años de música pop, ya que hay canciones herederas de la época en la que se grabaron (las percusiones Max Martin de The ghost of myself o las influencias latinas de mediados de los 90 en The boy who couldn't keep his clothes on), aunque también hay anacronismos como el homenaje a los Bee Gees en Nightlife o la descaradamente ochentera The Resurrectionist. Y como siempre, Pet Shop Boys demuestran ser los reyes de las baladas emocionantes, ya sea en las que rebosan florituras electrónicas como Always (fácilmente una de sus canciones más bonitas) o las que se acompañan solo de un piano como Friendly Fire.

Sorprenden también la variedad de temas tratados. Las buenas letras siempre han sido marca de la casa, muy por encima de cualquier disco pop medio, y aquí se permiten hablar de temas más arriesgados, y no me refiero sólo al sexo: las fantasías de un dictador en Delusions of grandeur, la espera antes de que salgan las listas de ventas de tu último disco en The calm before the storm, las citas concertadas por internet cuando ya pasó tu momento de esplendor en Gin and jag, el control excesivo y la vigilancia a que estamos sometidos con la excusa de defendernos del terrorismo en We're all criminals now o la relación entre dos terroristas en la gran ausente, Fugitive.


Ya conocía las 38 canciones que incluye y aún así, escuchándolas una tras otra, aun con sus altibajos, Format me ha dejado con la boca abierta: incluye evolución, variedad, originalidad y calidad. Para eso sirven estos recopilatorios, para reivindicar un catálogo incomparable. Y encima, con un packaging cuidado y un libreto en el que explican cada canción incluida. Qué bien le iría a la música si los "grandes" discos de mucha gente se editasen con el mismo mimo y estuvieran a la altura de los recopilatorios de caras b de Pet Shop Boys.

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Graffiti6 - Colours

Now I can dance.

En un desván polvoriento, alguien debió de encontrar un baúl con una vieja colección de vinilos. Le llamó la atención uno de soul. La portada estaba ya descolorida, pero aún podía verse la sonrisa del cantante. Al ponerlo en el tocadiscos, la aguja despertó una voz de terciopelo, que daba ánimos y ofrecía su compañía a través del altavoz. Sonaba tan atemporal que ese arqueólogo musical decidió remezclar el disco para hacer bailar a la gente, porque no hay nada mejor que bailar con sentimientos.


Esta podría ser la historia de este disco. Pero no: aquí no hay remixes de un disco soul, sino 12 canciones nuevas, fruto de la colaboración del cantante Jamie Scott y el productor TommyD, que en 2008 se juntaron para crear música juntos y dos años después debutaban en Inglaterra con este disco, que ahora se reedita en Estados Unidos. Benditas reediciones. A veces parece que no tenga mucho sentido volver a lanzar un disco que ya está a la venta desde hace tiempo, y menos si lo haces sin canciones nuevas. Pues mira, por ejemplo sirve para que vuelvan a hablar de ti y algunos afortunados por fin te descubramos.

Y Colours no podía llegar en mejor momento: para estrenar Febrero y darle la bienvenida al frío con su pop luminoso, de ese que trae calorcito a cualquier día. Lo de pop es un decir. En otra crítica los definían como folktronica. A mí, ya lo decía al principio, me suenan a un disco de soul clásico remezclado. Moby subido de revoluciones en un día optimista. No es de extrañar que la mayoría de temas del disco hayan aparecido en todo tipo de anuncios y series (CSI, One Tree Hill, Anatomía de Grey...).


La cosa empieza fuerte con Stone In My Heart, que a ratos recuerda al próximo single de Madonna, pero hecha con mejor gusto, con momentos cercanos al drum'n'bass y esa voz cálida que te acompañará a lo largo de todo el disco. Continúa la euforia con Annie You Save Me y Stare Into The Sun, esa clase de canciones que querrías escuchar por la calle mientras una cámara graba el vídeoclip y así treparías por las farolas y saltarías de coche en coche entre lluvias de globos.

Luego el disco se vuelve más intimista, y ahí encontramos maravillas como la emocionante Free (¡que alguien abrace a este chico ya!) y Colours, una especie de trip-hop poético que resumen en 5 minutos la magia del enamoramiento. Volvemos a mover los pies con Never Look Back, que casi suena a Tarantino, hasta que esas palmadas te transportan a una fiesta de fin de curso de los años 60 en la que no te van a proclamar rey del baile pero da igual, porque piensas bailar mejor que nadie. El álbum se cierra con Over You, una preciosa canción casi acapella: sólo de vez en cuando suenan un piano y unos coros, Jamie Scott se despide del amor porque ha aprendido que solo también se puede sobrevivir. Now I can dance, susurra.


Que ese es otro de los encantos del disco: las letras. Ambientadas todas después de la tormenta, hablan de esperanza e ilusiones recobradas. A veces sobrevives solo y a veces alguien te ilumina. En cualquiera de los dos casos, sigues adelante sin mirar atrás. Este disco es la banda sonora de ese momento en el que sales a flote, te apartas el pelo de la cara, y descubres que a tu alrededor siempre hubo luz y colores y música. Más, por favor.


With a fire in my heart
I stood up and I am strong

And it makes me stronger
Makes me wiser
It makes me stronger
Makes me wiser