"¡Salta! Abraza la incertidumbre."
Eso te ordena un personaje en cierto punto del juego. Quiere que abraces la incertidumbre de un salto al vacío. Y saltas. Porque llevas ya unas cuantas horas en este universo de papel poblado de adorables criaturas y objetos coloristas, y tras ese tiempo sabes a ciencia cierta que saldrá bien. Que hasta los gestos más inesperados tienen su recompensa: tocar la parte trasera de la consola, rugir, acercarte a una puerta escondida. También saltar al vacío.
Sí, en Tearaway todo funciona. Todo tiene su utilidad. Todo te está esperando a ti para que le des vida. Las flores de origami que se despliegan a tu paso o los personajes que debes fotografiar si quieres que recuperen su aspecto y te enseñen cómo puedes crearlos paso a paso. Una aventura clásica con toques modernos que por una vez son bienvenidos. Las horas vuelan mientras solo eres capaz de una cosa: sonreír a cámara. Ahora lo sabes: tras un salto, siempre aterrizas sobre los dos pies.
"Si tú no escribes esta historia... ¿Quién lo hará?"

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