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Welcome to life

Siempre hay algo nuevo. Una torre, una cristalera, una piña multicolor coronando un arco. Es normal, la Sagrada Familia sigue en construcción. Las grúas mueven vigas, se colocan piedras, los planos crecen. Es fácil olvidar que los monumentos de tu ciudad están ahí. Te acostumbras. No los ves con ojos de turista.


Para recuperar esa fascinación, hay que provechar eventos como los que se organizaron en la Sagrada Familia durante La Mercè. En primer lugar, la compañía canadiense Moment Factory diseñó un espectáculo audiovisual con la fachada de la catedral de Gaudí como tapiz. Donde antes sólo había piedra, aparecieron latidos y plantas, mariposas. Fluían las cascadas.

Mirase donde mirase, veía colores, formas, brillos. Quince minutos muy emocionantes titulados Oda a la vida. Pero también redescubrí la Sagrada Familia al día siguiente, en la jornada de puertas abiertas. Después de una cola larguísima que gracias a la organización avanzó deprisa, en apenas diez minutos ya estábamos dentro, descubrí que el edificio por dentro es enorme.


Que no es que por fuera sea diminuto, claro, pero en su interior, a pesar del gentío, pudimos pasear tranquilamente por el amplio vestíbulo. Las columnas separaban múltiples espacios y los rosetones y cristaleras dejaban entrar la luz natural, que teñía todas las paredes de amarillo y azul y rojo y verde. Sí, tanta luz sorprende.

Los ojos se iban aquí y allá: frases, inscripciones y esculturas secretas que dejó Gaudí repartidas por toda la Sagrada Familia. Migas de pan guiándote hacia lo desconocido. Para que un día alguien las señalase. Mira. Deberíamos ser así más a menudo: niños curiosos que se transforman en Cristobal Colón. Descubridores del nuevo mundo.


Siento algo parecido en La Penúltima, un bar del Raval. Es acogedor pero pequeño, tanto que enseguida se llena. Me gustan las mesitas del fondo, aunque solemos quedarnos en la barra. Da igual porque desde cualquier ángulo descubro cada noche nuevos detalles. Dibujos y lámparas y figuritas en las que no me había fijado. Hago fotos y todas parecen de un bar distinto. Son bonitas las cosas que día tras días siguen sorprendiéndote. Como abrir la puerta siempre por primera vez.

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