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Mudanza

Me doy cuenta de que con las prisas no avisé. El blog Sombras de neón continúa adelante pero en una nueva casa: www.alexpler.com, mi web personal. Ahí seguiré hablando de cine, de canciones que alegran el día, de los libros que me inspiran, de grandes aprendizajes en las cosas más insignificantes de la vida. Después de 5 años, tocaba un cambio. Sentía que era la hora de tomarme mis cosas más en serio. Así pues, os espero. ¡Gracias!


PD: ¡Acordaros de actualizar marcadores y otros enlaces!

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If you could read my mind

No comparten sus problemas, los japoneses. Los consideran una especie de enfermedad contagiosa. Al menos, eso me contaron hace unos días. Yo no creo que sea bueno guardarse ciertas cosas para uno mismo, pues se corre el riesgo de estallar, pero sí comprendo el punto de partida.


Y es que a menudo, de tanto compartir dudas, estas crecen, se multiplican. Esperabas el consejo perfecto y solo cavaste una zanja más honda en la que perderte. Causando además preocupación en los demás, preocupación innecesaria si finalmente la tormenta pasa de largo. ¿Sería mejor colocarnos la máscara del "todo va bien" hasta que, de una manera u otra, podamos prescindir de ella?

Recuerdo que hace varios años un amigo estuvo en el hospital pero yo solo me enteré cuando le dieron el alta. Yo y casi todos: la familia y los amigos más íntimos no quisieron angustiar a nadie mientras no hubiera nada seguro. Y aunque mi reacción inicial al descubrirlo fue el enfado, enseguida comprendí que habían hecho bien. Nos habían ahorrado días de incertidumbre y tensa espera.

De paso, me di cuenta de que alguien podría desaparecer de tu vida de un día para otro sin que nunca llegaras a saber cómo ni por qué, y de eso tan triste nació algo bueno: el germen de mi primera novela. En las salas de espera esperando un diagnóstico, no sé si habría nacido alguna. Sería muy distinta, en todo caso. Así que sí: entiendo que en ocasiones el silencio pueda ser el mejor consejero.

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Al filo del mañana

"Centrar el objetivo y disparar. Centrar el objetivo y disparar...", repetía Shinji en Evangelion. Era su entrenamiento. Repetir. Repetir tantas veces que gestos sencillos como centrar o disparar perdían todo significado y emoción. ¿Quién le iba a decir que el aburrimiento fuera la única manera de alcanzar la soltura necesaria?


¿Quién se lo iba a decir también a William Cage, protagonista de Al filo del mañana? Pero tampoco es que le quede otra salida: cada vez que muere en la batalla, reinicia su día, su entrenamiento, su desesperada búsqueda de mejorar y esta vez sí, triunfar. Rebobina como en Atrapado en el tiempo, pero esta vez no está en juego el amor sino la vida.

Cuando a la ciencia-ficción se le añade emoción, algo grande sucede en la pantalla. Cuando se aleja de todos los tópicos, de los diálogos a base de chascharrillos, de las banderas estadounidenses. Cuando importa el mensaje tanto o más que los efectos especiales. Cuando después de muchos errores, por fin se hacen las cosas bien, como aquí.


Pruebas y pruebas y vuelves a probar y siempre fallas, parece inútil, pero sigues intentándolo, no porque estés condenado a hacerlo sino porque a pesar de todo, estás convencido de dar pasos en la dirección correcta. Con cada repetición, avanzas un poco. El sol va saliendo en el horizonte, aunque sea despacio. Y algún día, al "mañana" podrás llamarlo "hoy". Lo disfrutarás como la mejor de las recompensas.

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10.000 km

"¿Dónde irás si nunca vuelves?", se preguntaban Pastora en la canción 1.000 kilómetros. Los Ángeles está aún más lejos y esos 10.000 km que la separan de Barcelona dan título a una película acerca de la distancia. No solo la distancia física sino sobre todo la emocional, mucho más peligrosa. Esta es insalvable.


Cuando hay pequeñas tradiciones de pareja, no cuesta crear puntos en común. Trincheras donde acomodarse entre las sábanas, puentes de madera. Nexos inestables que la primera borrasca se llevará por delante. El paisaje cambia y entonces, frente a la ventana o la pantalla del ordenador, es cuando te das cuenta de que no hay vuelta atrás. Todos los defectos encantadores se han convertido en molestias; los pequeños esfuerzos, en sacrificios.

10.000 km muestra la desintegración de Alex y Sergi. Y a ratos es tan realista que casi parece un documental. El desgaste es progresivo, chat a chat, whatsapp a whatsapp. Aun así, hay espacio para el humor, como esa lección de cocina vía Skype. Espacio para el sexo y el cibersexo, para cosas que por un momento parecen nuevas y solo son repeticiones.


Espacio entre dos personas, en fin. Unos lo llamarán diferencia de expectativas o cambio de aires; otros lo achacarán a los años, a los celos, a las circunstancias, a las mentiras. Da igual. El caso es que al final, cuando la distancia se impone, no hay avión en el mundo que pueda reuniros. Intentarás recordar que todo final es un punto de partida. No lo sientes así, todavía no puedes sentirlo así. Pero no te queda otra que intentarlo. Una puerta, una maleta, un rellano... ¿Y ahora qué?


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Nell Leyshon : Del color de la leche

"A veces me tengo que recordar a mí misma que estoy triste por algo.
Si no, me pongo contenta otra vez."

De la vida en el campo no esperas nada. Sembrar temprano, muñir la leche caliente, recoger la fruta madura antes de que caiga al suelo. Repetirlo de sol a sol, como se suele decir. La protagonista está acostumbrada a esto y no aspira a nada más, ni siquiera sueña con el cambio: nunca se lo ha planteado, nadie le pregunta.


Pero los caminos aparecen incluso cuando no los ves, y entonces no queda otra opción que tomarlos. Mary es consecuente. Acepta cada nuevo rumbo de su día a día con la templanza de quien solo sabe hacer lo que le ordenan. Despuntes de genio, rebeldías que no llegan a nada: se apagan en cuanto hay algo que limpiar, cocinar, ordenar.

Mary cuenta su historia con un estilo tan sencillo y limpio como el delantal que tiene que vestir a diario. Sabe lo que es justo y lo que no, sabe que ella es capaz, y te lo demuestra en cada frase. También sabe que en una vida ordenada, aprendes a hacer frente a los imprevistos. Y te descubres valiente incluso cuando más miedo tienes y menos comprendes lo que ocurre. Porque luchar siempre es vivir.

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Dom Hemingway

"A man with no options
suddenly has all options in the world."

Eres quien eres, y te gusta, y alardeas de ello... hasta que ser quien eres te mantiene alejado de lo que quieres. La identidad puede ser una carta de presentación o una cárcel. Irá descubriéndolo Dom Hemingway: cuando queda en libertad tras 12 años prisionero, querrá ser más él que nunca. Como si eso le garantizara algo, como si le acercara a alguien o alguna parte.


El protagonista recibe el puñetazo más doloroso: el de la realidad. Y entonces termina la comedia gamberra sobre delincuentes que hablan de su polla como si fuera una obra de arte. Desaparece la alargada sombra de Guy Ritchie, en favor de un drama extraño. No estás acostumbrado a que alguien como Dom se pregunte según qué cosas. De hecho, él es el primer sorprendido.

¿Qué ocurre cuando dejas de robar todo lo que debería ser tuyo y en cambio confías en la suerte, el destino y su melodía, las oportunidades que puedes tomar o no? ¿Quién puedes ser a partir de ese momento? ¿Llegará lo que deseas o tendrás que armarte de paciencia?


Menudo viaje: de las palabrotas en cada frase con que arranca Dom Hemingway, hasta los diálogos concisos y evocadores del final. De los colores psicodélicos de la vida nocturna a la realidad de un parque soleado, una mañana cualquiera. La vida tranquila. Todos aspiran a eso, pocos lo aceptan o se dan cuenta a tiempo. Y tú, ¿podrás? ¿Estarás a la altura?

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Coldplay : Ghost Stories

El final del amor. La incertidumbre y el no poder creértelo, los celos, dudar si darás el paso, el derrumbe, la nostalgia tan amiga de la idealización, ese paso tras otro que te lleva hacia adelante, el olvido guardado en el cajón como un postal de antiguas vacaciones. Todos sentimos lo mismo, aunque sea en un orden distinto.


Aquí hay canciones pequeñas. Para dejarse abrazar o para abrazarse uno mismo. A base de susurros, los versos intentan aferrarse a algo que ya no existe. Los fantasmas abundan, vagan de una canción a otra intentando comprender. Ecos, pianos. Sonidos para atesorar bajo la almohada. Solo al final vuelve el ritmo. Al final, sí: al borde del próximo principio. La euforia tras la tormenta silenciosa.

Un canto en honor a lo que se alejó por el horizonte y que ahora te lleva a ver las estrellas. Ese cielo lleno, llenísimo de estrellas. Cuando se cierra el círculo, lo confirmas. Continúas creyendo en la magia. Y en adelante, volverás a amar como si el amor fuera eterno, pero recordando que nunca lo es. El final del amor: su tristeza y nuestras lecciones.


And if you were to ask me
After all that we've been through
'Still believe in magic?'
Yes, I do