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La música nos salvará...

No iba a hacer balance. Pensaba que no me iba a dar tiempo. Que no me iba a apetecer. Y al final aquí estoy, un año más, repasando lo bueno y lo malo de 2013. Esta vez lo malo ha arañado protagonismo, pero lo bueno ha sido muy bueno y por tanto gana la batalla. 2013 no ha sido el tipo de año que yo esperaba, ni tampoco le ha hecho justicia a mi número favorito, el 13, pero cosas buenas las ha habido. Y como se suele decir, son las que importan. Las únicas que cuentan.

 
Terminé de escribir mi primera novela, por ejemplo. Aunque no haya gustado por igual a sus primeros lectores, sí ha habido gente que la ha disfrutado y comentado, y esa es la mejor recompensa. Me basta. Al menos de momento. En 2014 tocará compartirla con todo el mundo, de una forma u otra. Porque no encaja en las líneas editoriales de las editoriales, pero yo creo en ella (vuelvo a creer en ella) y quizá corra mejor suerte en los corazoncitos de algunos lectores que la compren desprevenidos.

Llevo año y medio con un chico que sigue sorprendiéndome, he recuperado amistades y afianzado muchas otras con las que hemos iniciado buenas costumbres que espero que se mantengan. He viajado poco pero siempre a lugares con gente que me importa. He ido a conciertos estupendos, he logrado que mi tienda crezca, he conocido a nuevas personas y he seguido creando... Sí, ha sido un buen año. Porque además, lo he vivido acompañado de talismanes como los que siguen.

DISCOS
1. Pet Shop Boys: Electric
Disco redondo donde no cabe el relleno. Así deberían ser todos. Nada me anima las mañanas como estas canciones bailables que se han sacado de la manga. La energía de volver a sentirse joven y poderoso. Turn it on!

2. Woodkid: The Golden Age
Este hombre destila emociones puras. Con su voz, con sus percusiones, con su instinto cinematográfico. La banda sonora de muchos días y algunos noches. Castillos en el aire que, de pronto, aterrizan.

3. Empire of the Sun: Ice On The Dune
Como el propio 2013, la tibia impresión inicial desembocó en un "¡pero qué discazo!" cuando, una a una, todas las canciones fueron conquistándome. Un oasis en el desierto, sin duda.


PELÍCULAS
1. Gravity
La joya del año. Algunos dicen que no tiene historia, que se queda solo en el espectáculo. No podría estar más en desacuerdo con ellos. Cuenta una historia sencilla, sí, pero es la historia más importante. La de acordarse de vivir y luchar por ello. Hora y media clavado al asiento.

2. La vida secreta de Walter Mitty
La última película del año puede que haya sido la más inspiradora de todas. Por eso está aquí. Por eso hay que verla. Por eso hay que lanzarse.

3. Cloud Atlas / Searching For Sugar Man
Todos podríamos ser héroes para otras personas; inspirarles con nuestros actos. Depende de nosotros. Dos historias sobre héroes no tan anónimos como ellos pensaban. La grandilocuencia de los Wachowski y la humildad de Rodríguez bien merecen un visionado.


LIBROS
1. Haruki Murakami: Los años de peregrinación del chico sin color
¿Puede un libro ser la banda sonora de un año? Porque así, justo así, sonaría mi 2013. El japonés sigue conquistándome libro a libro. Sus protagonistas y yo dudamos, cocinamos, viajamos, aprendemos juntos.

2. Peter Cameron: Algún día este dolor te será útil
Una de las primeras lecturas del año. La defendí a capa y espada en un premio literario del que fui jurado. No hubo suerte, pero sigo pensando que este hombre escribe como nadie. Me lo confirmó con la reciente Coral Glynn, que espero reseñar pronto.

3. Alessandro Baricco: Mr. Gwyn
Volver a escribir por placer. Una de las lecciones de este año la presagiaba ya esta nueva maravilla del italiano que mejor elige las palabras.

Sí, pensándolo bien, ha merecido la pena navegar a través de 2013. Con buena compañía, buena música, buen cine, buenas lecturas y unos brazos que a pesar del viento en contra siguen remando, al final siempre llegas a puerto. Muchas gracias a todos los que seguís aquí o ahí. Seguiremos conectando.

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La vida secreta de Walter Mitty

"Lo bello no pide llamar la atención."

No es un musical, pero podría serlo. Te deja con la misma sonrisa boba. Y hay canciones, bien seleccionadas y mejor insertadas: desde la emocionante Step Out de José González hasta un Space Oddity de Bowie que aquí vuelve a sonar tan colosal como el primer día. Escuchándolas, no dudas de que cualquier salto puede llevarte al espacio.


Cualquier salto... siempre y cuando lo des, por supuesto. Hay que saltar, correr, hacer. Por más difícil que te lo pongan, está prohibido detenerse. Sí, la odisea de Walter Mitty inspira a pasar a la acción: a él no le queda más remedio y a ti mejor te iría si te pusieras a hacer las tareas pendientes. Ya has hecho lo más difícil, darle forma a los sueños, ¿por qué dejar que se pudran en un cajón?

En fin: el retorno de Ben Stiller a la dirección ofrece una película ideal para estas fechas llenas de buenos propósitos. Sea tu última película de 2013 o la primera de 2014, deseo que al salir del cine, mires con otros ojos a los retos. De frente, decidido a adentrarte en ellos y superarlos con nota. Este es el poder del buen cine: cargarte las pilas. No eres mudo ni eres cobarde, ahora urge que los demás se enteren.

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La gran belleza

Un escritor en busca de inspiración en un mundo vacío. Así podría resumirse La gran belleza. Porque sobre eso mismo, "la gran belleza", querría escribir Jep Gambardella y ni siquiera en una Roma en ruinas la encuentra. En su vida hay muchas cosas que detesta, pero está tan inmerso en ellas, ha vivido así durante tantos años, que ya no le queda otra escapatoria que dejarse arrastrar de fiesta en fiesta. Conformarse siempre es más fácil. Y divertido.


Los primeros pasos de la película te arrastran a su mundo de juergas sin fin donde beben, esnifan y bailan al ritmo de Far L'Amore. Todo parece inofensivo hasta que Jep se quita la máscara para hablarte. Para dejarte claro que él es muy consciente del vacío que le rodea. "Lo mejor de nuestras congas es que no llevan a ninguna parte", dice en cierto momento y los demás se ríen como para no darse cuenta de que literalmente es así.


En La gran belleza todo está rodado con un gusto exquisito. Las conversaciones mordaces en pisos de lujo, las panorámicas de la ciudad, los momentos oníricos que ilustran la mente de Jep. La película entra por los ojos, como todas las cosas bonitas. Todo es bonito: quizá sea eso lo que quiere que pienses el director Paolo Sorrentino. Todo es bonito y merece la pena vivirlo. En cualquier rincón esta la inspiración: ¡búscala! El final no es el punto más importante del camino.

"Antes queda la vida, disfrazada bajo un manto de bla-bla-blá."

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A spoonful of sugar

"Portobello Road, Portobello Road... Donde se vende y se compra hasta el sol". Alguien hablaba el otro día en Twitter sobre La bruja novata y de repente se me pegó la canción que más recuerdo. Antes cantaba siempre canciones de musicales. Me bañaba los domingos con la banda sonora de Sonrisas y lágrimas y en mis conversaciones me remitía a Mary Poppins para todo. Era una vida prácticamente perfecta en todo.


De vez en cuando conviene ver un musical. De los buenos, ojo. Esos que te muestran una vida en Technicolor deslumbrante, como si fueras Dorothy dándose cuenta de que ya no está en Kansas. Musicales donde los problemas siempre se resuelven. En el peor de los casos, sabes que siempre podrás cantar a bordo de un coche volador.

El otro día vi Frozen y volví a ser un niño. Ni se te ocurra dejarla pasar. Debajo de la animación por ordenador y el 3D y los obligados gags para niños, se esconde el Disney más clásico. El que abre todas las puertas: a la compañía y el calor y los sueños por cumplir. Por un momento, volví a creer en esas cosas bonitas. Quizá sigo creyendo. Por algo sigo tarareando "Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan...", digo yo. La música continuaba dentro y solo había que dejarla salir.

 
 In every job that must be done
There is an element of fun
You find the fun and snap!
The job's a game
 And every task you undertake
Becomes a piece of cake

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Conquest of spaces

Una aventura sin fin. Antes cada paso servía como puerta de entrada; traía nuevas posibilidades, nuevos retos. Bastaba con caminar para que todo tuviera sentido. Antes, sí. Tampoco hace tanto tiempo de eso, pero ya no me acuerdo de cómo lograba ese estado de suspensión. Fluir. Será que con los cambios, también llega la certeza de que no volverás a creer en aquello que creías antes.


Para ser justos, no sé si he dejado de creer o simplemente he dejado de notarlo. En la vida hay momentos así, de desajuste entre el mundo y tú; los dos avanzáis a velocidades distintas y toca convivir con ello. Hoy lo he sentido de pleno. He salido de casa media hora antes de lo normal y el sol lo tenía de frente, me cegaba sin que lo tapase ni siquiera el campanario de siempre a lo lejos. Todo eran figuras a contraluz y unas aceras que brillaban naranjas como la arena del desierto. Entonces he sabido que no iba a llegar a ninguna parte: por más pasos que diera, ahí me quedaría dando vueltas. Pero al final he llegado. Y he vuelto a subir la reja de la librería y he saludado al primer cliente y todo ha seguido su curso, tal como estaba previsto.

Quiero volver a conquistar mundos con cada paso. Quiero volver a creer que es posible hacerlo. Ser capaz de hacerlo. Convertirme otra vez en aquel ser diminuto que lo conseguiría todo, solo era cuestión de tiempo. Quiero la inocencia y el convencimiento, la espada y las ganas. Quiero la aventura del que no conoce el final del camino.

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Tearaway

Los juegos de Media Molecule siempre invitan a que el jugador sea creativo y desate su imaginación. No podía ser de otra manera con Tearaway, el nuevo proyecto del estudio para PlayStation Vita tras varias entregas de LittleBigPlanet. Esta vez transforman tu entorno en un mundo de papel y lo llenan de historias para que tú descubras la tuya.


"¡Salta! Abraza la incertidumbre."

Eso te ordena un personaje en cierto punto del juego. Quiere que abraces la incertidumbre de un salto al vacío. Y saltas. Porque llevas ya unas cuantas horas en este universo de papel poblado de adorables criaturas y objetos coloristas, y tras ese tiempo sabes a ciencia cierta que saldrá bien. Que hasta los gestos más inesperados tienen su recompensa: tocar la parte trasera de la consola, rugir, acercarte a una puerta escondida. También saltar al vacío.

Sí, en Tearaway todo funciona. Todo tiene su utilidad. Todo te está esperando a ti para que le des vida. Las flores de origami que se despliegan a tu paso o los personajes que debes fotografiar si quieres que recuperen su aspecto y te enseñen cómo puedes crearlos paso a paso. Una aventura clásica con toques modernos que por una vez son bienvenidos. Las horas vuelan mientras solo eres capaz de una cosa: sonreír a cámara. Ahora lo sabes: tras un salto, siempre aterrizas sobre los dos pies.

"Si tú no escribes esta historia... ¿Quién lo hará?"