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OneRepublic : Native

"No more counting dollars, 
We'll be counting stars"

Es un grower, seguro, tendré que ponérmelo más veces, igual lo comento la semana que viene, ya veremos. Cosas que pienso con otros discos y que no he pensado con éste. Nada más escucharlo esta mañana, me ha encantado. Todo tendría que ser así de fácil: pones un disco y te gusta y lo recomiendas. Sin excusas.


Native es uno de esos álbums que tanto disfruto poniendo en el blog. Porque tiene canciones sobre sentirse vivo otra vez, invita a ponerse en acción y hacer todas las cosas pendientes. Dejarse abrazar, quemar billetes para contar estrellas, cambiar de balanza y decidir lo que de verdad es importante ahora. La vida a todo color.

Los chicos de OneRepublic cogen la fórmula de Good Life y la mejoran. Hay palmadas, hay coros, hay teclados y percusiones. Todo lo necesario para llenar las canciones de optimismo y la dosis justa de grandilocuencia. Crecimientos constantes que desembocan en finales épicos para saltar en medio del estadio.


Tengo ganas de ponérmelo al empezar el día, sé que me animará mucho en las próximas semanas. Y eso que ha llegado de la nada. De OneRepublic, conocía hasta ahora dos o tres canciones y las producciones de Ryan Tedder para otros cantantes. Con Native todo ha sido más instintivo. Somos animales que sienten, disfrutémoslo.


I'm feeling better since you know me 
I was a lonely soul but that's the old me
A little wiser now but you show me 
Yeah, I feel again

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Cerulean

¿Existe la capacidad de elección? Me lo preguntaba el otro día a raíz de la huelga de trabajadores de FNAC. Seguir comprando ahí, sería como apoyar las bajadas de sueldos, pero si dejas de comprar, los echarán a todos. ¿Y cuál sería la alternativa, en todo caso? ¿Comprar en Amazon y secundar su evasión de impuestos?


El mundo está diseñado para que no haya escapatoria. Me acordé del monólogo de Miranda en El diablo viste de Prada; en apariencia frívolo, pero tan lleno de significado.

¿Estas "cosas"? Oh, ya veo, piensas que esto no tiene nada que ver contigo. Tú vas a tu armario y seleccionas, no sé... ese jersey azul deforme porque intentas decirle al mundo que te tomas demasiado en serio como para preocuparte por lo que te pondrás. Pero lo que no sabes es que ese jersey no es azul, no es turquesa ni es marino, en realidad es cerúleo. Tampoco eres consciente del hecho de que en 2002 Oscar de la Renta presentó una colección de vestidos cerúleos y luego creo que fue Yves Saint Laurent ¿no?, el que presentó chaquetas militares cerúleas. Y luego el azul cerúleo apareció en las colecciones de ocho diseñadores distintos y después se filtró a los grandes almacenes y luego fue hasta alguna deprimente tienda de ropa a precios asequibles donde tú sin duda lo rescataste de alguna cesta de ofertas. No obstante, ese azul representa millones de dólares y muchos puestos de trabajo y resulta cómico que creas que elegiste algo que te exime de la industria de la moda cuando de hecho llevas un jersey que fue seleccionado para ti por personas como nosotros entre un montón de "cosas".

 
Somos anticapitalistas con iPad, defendemos nuestra intimidad desde  las redes sociales, odiamos la guerra pero seguimos guardando el dinero en los bancos. Nos queda el consuelo de elegir un jersey cerúleo bonito. Uno que, al ponértelo, te dibuje una sonrisa. Esas pequeñas "cosas" que solo entendemos nosotros.

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Searching for Sugar Man

¿Sueñan los artistas con aplausos mecánicos? Crear para uno mismo está muy bien pero creo que, en el fondo, poco o mucho, todos deseamos alguien que lea nuestra obra, que la escuche, que la contemple. De lo contrario, crearíamos en la mente y seríamos felices. En cierto modo, el arte cobra sentido pleno cuando hay un público.


Casi nadie había oído hablar de Rodriguez hasta que se hizo este documental. Y creo que muchos, la mayoría, no conocíamos este documental hasta que no lo nominaron al Oscar. Así son las cosas. La cinta busca explicaciones: cómo puede ser que un artista que lo tenía todo a su favor (talento, buena voz, grandes productores...) quedase en el olvido y acabara desapareciendo sin más.

De telón de fondo, la música como sentimiento pero también como motor de revoluciones. Personales y sociales. Porque ahí está la ironía: Rodriguez no lo supo, pero su música fue el himno de la lucha contra el apartheid, en Sudáfrica. Será verdad que la música puede cambiar el mundo. El de cada uno de nosotros, al menos.


Searching for Sugar es una lección de humildad. Defiende la vida tranquila frente a las ambiciones. Emociona y sorprende. Es original en la forma. Tan bien rodado está y tan intrigado te mantiene durante los primeros 45 minutos, que a ratos olvidas que todo eso que estás viendo fue real, parece una película de suspense.

En definitiva: el documental se merece todos los premios que se está llevando. Se merece, también, que escuchemos a Rodriguez al fin, recompensa tardía pero justa. Sus canciones ya suenan a clásicos en mis listas de reproducción. Es la conexión instantánea de las cosas que merecen la pena.


I wonder how many times you've been had
And I wonder how many plans have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder, I wonder, wonder I do

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A single thought leaves a trace

Parece que a todos los creadores les ha dado por el exceso y lanzan discos de 14 canciones, trilogías y tetralogías a razón de 500 páginas el volumen para historias que se podrían resumir en dos frases, series renovadas más allá de toda lógica... Es el miedo a quedarse corto, supongo. Confiar que con tanto ruido, alguien oirá algo.


Pero imagínate un cuadro de Van Gogh si a Van Gogh en ningún momento le hubiera parecido oportuno dejar de trazar trazos. Al final no se distinguiría nada. Voy aprendiendo que siempre se puede expresar lo mismo con mucho menos. Y así el mensaje queda más claro. Tiene más fuerza, provoca mayor impacto. Como el cielo cuando se han marchado todas las nubes. Diáfano.


Muy pronto, lo sé, alguien lanzará un disco corto. De 8 canciones, 10 como máximo. Y lo reivindicará en la portada con esta pegatina: "No contiene muchas canciones, pero todas son buenas". Yo lo compraría. Por fin una persona segura de sí misma.

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Woodkid : The Golden Age

Dice Yoann Lemoine que quiere que las personas se sientan héroes al escuchar su música. Y con su proyecto Woodkid, lo consigue, vaya que si lo consigue. Más que canciones, el disco contiene 13+1 paisajes llenos de épicas batallas y amores intensos para ponerle banda sonora a la película de tu vida.


Y es que, ante todo, Woodkid es un creador de historias. Ya lo demostró en sus vídeos para Lana del Rey o The Shoes, y cuando no tuvo suficiente con eso, se embarcó en solitario en este proyecto apasionante. No es casualidad que la edición especial de The Golden Age sea en formato libro.

Campanas, coros, secciones de cuerda y viento que no dan tregua, percusiones atronadoras. Son los recursos que este hombre necesita para contar una leyenda, la de un niño que, combate a combate, aprendió a crecer. Pasará de ser un chiquillo huidizo a un hombre barbudo, tatuado y con vozarrón de esos que enamoran.


Mi disco más esperado ya está aquí, haciéndome feliz. Ahora, cada vez que enciendo mi reproductor, soy yo el héroe que viaja en barcos piratas, se enfrenta a ejércitos de gólems y siempre está a salvo entre unos brazos protectores, mientras la ventana contiene cualquier tormenta. Gracias a Woodkid, soy capaz de construir puentes y deslumbrantes torres de cristal por las calles de Barcelona.



Where the light shivers offshore
Through the tides of oceans
We are shining in the rising sun
As we are floating in the blue
I am softly watching you
Oh boy, your eyes betray what burns inside you

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How does the grass grow?

Últimamente veo muchos brotes de hierba en las aceras. Crecen en montoncitos de tierra caídos, supongo, de algún tiesto por efecto del viento. Por las calles de toda Barcelona, ahí están: brotes incipientes, frágiles, diminuto. Pero verdes, verdísimos.


Parecen decir que también en el asfalto gris de las ciudades puede haber vida, que siempre hay caminos. Salto para no pisarlos y sigo andando, ahora con una sonrisa. Sé que cuando vuelva a pasar ninguno estará ahí, pero me gusta pensar que se lo habrá llevado el viento hacia tierras más prósperas. Y que algún día, quién sabe, uno de ellos será un roble. Dirá con orgullo que cayó para continuar creciendo.

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Tomb Raider

Lara Croft vuelve a nacer. Hace 17 años, Tomb Raider sentó las bases de las aventuras tridimensionales, con una dificultad muy elevada y el carisma de su protagonista. En los últimos años, a pesar de varias entregas efectivas pero sin brillo, Nathan Drake le cogía la delantera. Tocaba eso tan de moda: un reinicio.


En el juego de 2013, poco o nada queda de aquella primera aventura de Lara Croft. Al menos, al principio. El enfoque es mucho más peliculero, intensas secuencias de botones para que el personaje sobreviva a un naufragio, un secuestro, múltiples ataques y mil caídas. Y entonces, cuando el cuerpo de Lara ya no puede sufrir más heridas, empieza la aventura de siempre. Explorar, saltar, resolver puzzles.

Porque sí, que no te despisten los altos valores de producción y los tiroteos en plan Uncharted; ante todo, el nuevo Tomb Raider es una aventura. Adaptada a los tiempos actuales, dinámica y con regeneración automática de salud, pero con escenarios en los que perderse, grutas escondidas y salientes a primera vista inalcanzables.


La ambientación es soberbia. La isla Yamatai, núcleo de una especie de Triángulo de las Bermudas japonés, donde han ido naufragando desde ejércitos samurái a combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Todos ellos han aportado su granito de arena, instalando búnkers, castillos y templos en medio de los bosques y montañas escarpadas. Sí, también se nota la herencia de Lost.

Atención también al arsenal que irá fabricándose la chica para sobrevivir a los peligros de la isla. Un arco multiusos que es divertidísimo de utilizar, un pico con el que tan pronto escalas y abres puertas como rematas a los enemigos, armas varias... La debilidad se compensa con un buen equipo, queda claro.


Pero la estrella de la función no es otra que la propia Lara Croft. Se explican aquí sus orígenes y Crystal Dynamics ha logrado la mejor encarnación del personaje. Tumba a tumba, reliquia a reliquia, ves cómo crece la fascinación de Lara por la arqueología y la aventura. Y gracias a su curiosidad progresiva, comprendes por primera vez por qué merece la pena poner rumbo a tierras inexploradas. Emociones y aprendizaje.

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Ciao Pirla!

1369 km de superación personal. Oscar D'Aniello se propone recorrer en bici la distancia que separa Barcelona de Desio, el pueblo de su padre, donde depositará sus cenizas. Un viaje pendiente y sobre todo un reto personal. Tiene presente que igual no lo consigue pero lo importante es haber subido a la bici y echarse a pedalear.


El documental de La Cafetera acompaña a lo largo de todo el viaje al cantante de Delafé y las Flores Azules. Sudas en la bici con él, sufres con cualquier contratiempo y disfrutas de cada cuesta porque después llegará un verdísimo paisaje. Emociones a flor de piel, emociones y crecimiento con una buena banda sonora.

Me recordaba a ratos al inspirador De qué hablo cuando hablo de correr de Murakami. Porque más que el viaje en sí, lo importante es todo lo que Oscar aprende en él, de sus acompañantes temporales y de sí mismo. Y ya es eso la vida: descubrir que tienes energía dentro aunque no lo supieras, avanzar siempre, en línea recta o con desvíos pero siempre acabar llegando. Los objetivos como fuerza motora.


Tuve la suerte de asistir la semana pasada, gracias a mi amigo Jose, a la presentación en Barcelona. Me sorprendió porque la hora y cuarto pasó a toda velocidad, un montaje ágil combinaba tiempos y espacios.  La edición especial del disco De ti sin mí / De mí sin ti incluye el documental y seguro que pronto lo proyectan en más ciudades. Los beneficios van destinados a la organización Pallapupas.

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Smiley. Una història d'amor

Me siento vacío cuando salgo del teatro. Eso le decía ayer a unos amigos, a punto de entrar todos al Espai Lliure para ver Smiley, de Guillem Clua. Y es que por buena que sea una obra, nunca me siento satisfecho; será que luego no puedo comprar el DVD, como en el cine. Ayer no fue así: salí del teatro completamente extasiado.


Hora y media de comedia romántica, con todos sus tópicos y giros inesperados. Los ingredientes: un guión preciso, lleno de frases mordaces, dos buenos actores y un escenario camaleónico: bar del Gaixample, piso compartido, aeropuerto. Mucha autocrítica del mundo gay y las redes sociales pero una misma búsqueda.

Una apuesta por el amor en mayúsculas, por el optimismo, por la magia, por las puertas abiertas, por las diferencias y el aprendizaje que conllevan. Todas esas cosas que Àlex y Bruno habían olvidado porque a veces parece más sencillo tirar la toalla. Cuando en realidad todo se reduce a sentir. Confiar en eso que sientes y actuar en consecuencia: llamar, escribir, sonreír. Y hacerlo a tiempo.


Hoy dan su última función, después de una exitosa andadura de cuatro meses por la Sala FlyHard y el Espai Lliure, agotando casi a diario. Por eso, estoy convencido de que pronto estarán en nuevas salas y llegará, por qué no, una versión en castellano. Así que si en el futuro tienes la oportunidad de verla, adelante. La química del sexo, la chispa y las carcajadas, las lágrimas se notaban desde la butaca. Te llenará.

EDIT: Me informan que la obra pasa al Club Capitol. Del 14/03 al 28/04.

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Dido : Girl Who Got Away

"If only for today
I wanna be the girl who got away
The lover who really loved
The dancer who danced to the last song"

Blackbird empieza como un remix: voz entrecortada encima de un loop. Pronto desemboca en una estrofa casi rapeada hasta que, sin previo aviso, la canción levanta el vuelo, la voz de Dido se vuelve mística, un estribillo de los que iluminan cualquier día. Arreglos electrónicos sutiles, mezclados con la orquestra.


En su carrera siempre hubo canciones así, pero las "escondía": eran la última canción del disco (Take My Hand), bonus tracks o singles sueltos (Everything To Lose). Ya no. Ahora Dido es más valiente, o le da igual que ya no la vean como la chica cursi de antaño. Si tiene que haber experimentos, que los haya. Bienvenidos la electrónica y el rap y los pasos fuera de tu zona de confort.

Más allá de melodías y producciones, sus canciones siempre han sido los cuentos de una superviviente. Leyendas y lecciones de vida de alguien que sabe muy bien de lo que canta. Conoce las palabras exactas. Esos dos versos que se repiten sin cesar en la bucólica No Freedom: "No love without freedom, no freedom without love".


Todo un viaje el de esta Girl Who Got Away. Del épico salto al vacío en Loveless Hearts a los paisajes serenos de Sitting On The Roof Of The World, de momentos que rozan el trance o el r'n'b a guitarritas en mano apenas punteadas. Este es su disco más completo. Me imagino su sonrisa de satisfacción al dejar las llaves en la bandeja y quitarse al abrigo. Consiguió escapar pero ha vuelto a casa.


"Try to think of a world
Where you could stay and these safe hands could go
Take your heart above the water
Wherever I chose to go"

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I'm so excited

Callé a tiempo. Qué horror de tráiler, qué horror de looks, qué horror de póster... Todo eso pensaba de cierta película pero me contenía de soltar en Twitter todas las frases más o menos ingeniosas que se me iban ocurriendo. Lo curioso es que, al final, de alguna manera, he conectado con la película y su propuesta.


Ahora tengo tantas ganas de verla que no paro de tararear la canción que suena en el tráiler. Todo un viaje: de la aversión al entusiasmo. Y quizá sea eso lo que ocurre cuando dejas que el tiempo actúe y la lluvia te vaya calando. Que gota a gota, te conquista. Amor a segunda vista. La recompensa de alimentar la paciencia.

"No tomes decisiones precipitadas", decía mi horóscopo el otro día. Y yo, que ni creo ni dejo de creer, me reí porque acababa de tomar una decisión radical: en vistas que no llegaba un libro imprescindible para cierto proyecto que me hace mucha ilusión, había decidido cortar de raíz. Abandonaba. Y justo entonces, llegó el libro. Pude salvar los trastos y continuar a bordo del proyecto.


Cuántas veces tiré la toalla demasiado pronto, cuántas cosas a medias por ser tan drástico. Y todo lo que no estaría disfrutando ahora si, poco a poco, no virase hacia un modo más relajado. Dejar espacio a la sorpresa, callarte los despotricamientos para acabar disfrutándolos, y sino, no pasa nada: ya llegarán cosas que te exciten.

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El Atlas de las nubes

"You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one"

Soy talifán de los Wachowski, vaya eso por delante. Menos Lazos ardientes, que no la he visto, todas sus películas me han dejado clavado al asiento y, lo que es más importante, me han hecho pensar una vez fuera de la sala de cine. Bueno, Speed Racer no tanto, pero la trilogía Matrix y "su" V de Vendetta sí.


Ahora tocaba Cloud Atlas. Ni siquiera después de ver el tráiler sabía muy bien qué esperar. Película de época y ciencia ficción, los mismos actores en papeles totalmente distintos, comedia, espionaje, acción, amor eterno... parecía un cóctel con muchos ingredientes, demasiados. Y dura 3 horas, nada menos.

Ya en el cine, el desconcierto todavía duró 5 minutos. Y entonces conecté. Me olvidé de todo, disfruté, ni por un momento se me ocurrió mirar la hora. En la pantalla se sucedían las espectaculares vistas de una Seúl futurista con las cartas que escribe un pianista enamorado de otro hombre, saltábamos de un thriller sobre una central nuclear a un grupo de ancianos planeando su fuga de un asilo.


Si en Matrix o V de Vendetta los Wachowski alentaban la rebeldía contra el sistema, aquí apuestan en cambio por los pequeños gestos individuales. Cada crimen o cada acto de bondad acabará decidiendo el futuro, no el nuestro, sino el de la Humanidad entera: una red de conexiones invisibles. Piedrecitas que desencadenan avalanchas.

Me ha sorprendido, sobre todo, que sea una película tan intimista. Más allá de toda la parafernalia, de los efectos especiales, de su peculiar narrativa con historias entrecruzadas a lo largo de varios siglos, película cuenta la historia (las historias) de seis héroes y las personas que les rodean en el momento más crucial de su vida. Sus sentimientos y sus dudas ante la encrucijada: ése es el eje de Cloud Atlas.


Entiendo que no tuviera éxito en Estados Unidos. Lo entiendo y me da mucha pena, porque es una película necesaria. Tú también puedes ser un héroe, parece decirte. Alguien al que futuras generaciones recordarán como fuente casi divina de inspiración. No hacen falta grandes gestas. De tus decisiones depende: firmar o no firmar un contrato, componer una canción, ayudar a unos desconocidos, valorarte a ti mismo. Quizá nuestras pequeñas revoluciones sean las más importantes.

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We mapped the world

Al final será verdad aquello que decían en Love Actually. "El amor, en realidad, está en todas partes." Buceando por Tumblr he encontrado esta serie de fotos. Cuánta magia con pocos ingredientes. Sale una pareja, él es el fotógrafo y ella, de espaldas a la cámara pero siempre cogiéndole la mano, le guía por rincones de todo el mundo.


 
 


La idea es del fotógrafo Murad Osmann y recoge bien lo que es el amor: sed de experiencias, aventuras compartidas, evolución. Aladdin tendiéndote la mano desde su alfombra mágica: "¿Confías en mí?" Perder en compañía el miedo a volar. Siempre adelante, la siguiente casilla a la que viajemos también merecerá la pena.