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Happy boys & girls

Originalmente, "gay" significaba alegre y divertido. Pero a los gays famosos les piden que sepan criticar, con gracia, sí, pero poniendo a caldo, defenestrando y despotricando de todos los demás. Y si doy una vuelta por mi Twitter, a veces parece que a la gente no le pase nada bueno en la vida. "Quejarse es gratis", he leído hoy que se justificaban un par.


Pero también es gratis sonreír de vez en cuando, compartir las cosas buenas que te ocurren. Pequeñas o grandes, ahí están. No se trata de vivir en una Disneylandia perpetua, pero sí de encontrar la balanza, de recordar que ese "It gets better" es real. De aspirar a una felicidad que pueda inspirar a otros para lograrla.

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Blame it on the girls

Ya escribiré cuando vuelva a casa, en la cama, en silencio absoluto, con mi bolígrafo especial. Una de las muchas excusas que usaba antes, porque era más fácil decir eso, y luego, cuando el vecino hacía ruido o el bolígrafo no pintaba bien o sencillamente no estaba inspirado, decir que ya escribiría mañana. Consolarme con que no se daban las condiciones necesarias. Eso era el bloqueo: una excusa que llevaba a otra.


Pero la vida no depende de conjunciones planetarias. Un día descubres que también puedes escribir en una cafetería llena de gente, que puedes ir solo al cine (y no pedir palomitas), que puedes leer por las mañanas, recién levantado, que puedes cocinar con otras especias si se termina el orégano, que puedes sonreír incluso en pleno lunes. Lo mejor es que al cambiar la cama por la cafetería o las dos entradas por una sola, descubres nuevos placeres. El café, la inmersión completa.

Ese día te sientes poderoso como un superhéroe, porque se ha abierto el mundo ante ti y de repente hay un millón de cosas a tu alcance. Y las quieres todas. Y elaboras listas de buenos propósitos. Te pones metas y mira tú por dónde, algunas las alcanzas. Hacer las cosas que te apetece hacer y adaptarte: no hay más secretos.

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Empire of the Sun : Ice on the Dune

Empire of the Sun me recuerdan a Londres en verano. Ellos son australianos, pero yo los descubrí allí. Eran el grupo de moda en aquel momento. Las tiendecitas indies exhibían unos vinilos de 7 pulgadas del grupo y me enamoraron sus portadas fantasiosas (la versión Disney de Star Wars, pensaba entonces... y al final eso se convirtió en realidad).


Lo que parecía que se quedaría como recuerdo de un buen verano, vuelve ahora reinventado. Es lo mismo y no es lo mismo. Los ingredientes coinciden pero la mezcla es más experta. Coherente, sabrosa. Si el primer disco se perdía a ratos en su propia extravagancia, Ice on the Dune mantiene el buenrollismo soleado de principio a fin.

Es como tomarse un mojito una noche de agosto, en la playa de Neptuno. Unos Bee Gees venidos del futuro cantan eso de "You make me feel so alive, alive, alive" y, mira por dónde, sí, te sientes vivo. Te siguen dando la vida esas guitarras de Concert Pitch, los falsetes de Awakening, el ritmo daftpunkiano de Celebrate. Vuelve a empezar el disco y por fin conectas con DNA, algo ha cambiado en tu interior.


Empire of the Sun son ahora como unos Pet Shop Boys que han visto la luz y predican en clave pop. Amor universal, energía planetaria y demás misticismos se dan la mano con sintetizadores, coros de niños y bajos contagiosos. En sus puntos álgidos, el disco emociona y te hace levantar las manos al cielo. Bailar sintiendo, sentir bailando. Diría que ése es su lema, y por mí, bienvenido sea.


"Freedom is within you
Giving makes us feel good
Hello to our people
Say hello to the future"

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Live your life

"Ahora ya eres mayor", te dicen cuando cumples 10 años. Al cumplir 20, la canción es parecida: "Ahora ya eres adulto". Pero a los 30 "Deberías empezar a pensar en qué será de tu vida". Porque diez años después "No te escaparás de la crisis de los 40". Ni de "La crisis de los 50". Y entre los 60 y 70 "toca jubilarse".


Toda una vida preocupándote de qué vas a hacer después. Qué va a ser de ti y todo eso. Sin saber a ciencia cierta que llegarás a ese después. Eso es lo único que no cambia de una década a otra. Y planificar está bien, siempre que por el camino no te olvides de vivir. Así que si a los 40 te sientes como si tuvieras 20, adelante, disfrútalo. Eso que le ganas a los muertos en vida.

El otro día, en una cena familiar, en pleno brindis, cada miembro de la familia se tomaba su década como la más trascendental del mundo. Al mirarnos copa en mano, nos dimos cuenta de que todas lo eran. Cada década, cada año cuenta. Un año más para ser feliz, otro año de experiencia que te ayude a conseguirlo.

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This is my kind of music

Antes de abandonar el escenario, Neil Tennant se giró hacia el público. Nos miró. Cómo saltábamos, exaltados, al son de Vocal, manos en alto para tocar los esquivos láseres. Como si ese nuevo single del grupo fuera un clásico de la talla de It's a sin o Go West. Que también habían sonado, claro, revitalizadas para la ocasión.


Treinta años de carrera y, en algún momento, te vuelves invisible. Acabas teniendo solo el apoyo de la crítica y del núcleo duro de fans. Pero ningún espacio en las radios o la tele. Prestigio, lo llaman. Que se hable de ti en pasado. Qué buenas eran tus primeras canciones, cuando Opportunities sonaba en los locales de moda y parecía que sí, que sería verdad eso de hacerse ricos con cerebro y buen aspecto. Pero ya no se hacen canciones como West End girls.

Y sin embargo, ahí estábamos, dicen que 10.000 personas, dándolo todo. Cincuentonas que se enamoraron con la siempre poderosa Always on my mind, gays que salieron del armario al ritmo de I wouldn't normally do this kind of thing, jóvenes que no habían nacido cuando Somewhere era el primer intento descarado de Pet Shop Boys por tener otro hit en plenos 90. Entre los dos, Neil y Chris suman más de 100 años, pero lograron unirnos a todos, hacernos bailar durante casi dos horas.


Conservan esa energía. Y lo demuestran más que nunca. La receta: buenas proyecciones (ya sean las mariposas de neón en Miracles o esos cuerpos atléticos de Love etc, el momentazo de la noche), acompañando buenas canciones. Por eso el sábado disfrutamos por igual un single poco conocido (la preciosa I'm Not Scared) o una cara b (Fugitive, que ya tocaba reivindicarla) y no dejamos de saltar con su primer single o el más reciente. La recompensa a tantos años manteniendo el nivel.

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Conversaciones con David Foster Wallace

"Pero David Foster Wallace no era nihilista", le respondí a un compañero librero hace poco. Él defendía que DFW seguía la línea destroyer de Chuck Palahniuk o Bret Easton Ellis (autores que también me gustan, por cierto). Que en ese humor ácido, acidísimo, como la sangre de Alien, no había nada constructivo.


No era ese el recuerdo que yo tenía. Tampoco me basaba en nada sólido, solo el recuerdo de cuánto me habían acompañado sus libros en la retahíla de trabajos basura que compaginé con mi época de estudiante. Tardé un año en leer La broma infinita, pero cada día que notaba ese mamotreto de 1100 páginas rebotando en la mochila, sabía que al menos no estaría solo entre una llamada y la siguiente.

DFW se suicidó en 2008 y es cierto que en ese momento los libros que ya había leído me parecieron un poco más tristes. Pero entonces llegó El rey pálido, su novela póstuma, y volví a encontrarme con esa voz que aportaba luz a la penumbra. Y este mes llegó Conversaciones, un libro de entrevistas al que le seguía la pista gracias a reseñas en blogs amigos como Deborah Libros y Francesc Bon.


Y David, que ya no está, me habló desde las páginas del libro. Me confirmó que para él la buena literatura tiene que hacerte clic. Que escribir se lo planteaba como un acto generoso, porque quería aportarle algo al lector. Contenido que le diera compañía, respuestas. Luz. Porque la vida ya es lo bastante jodida como para que la ficción ahonde en esa miseria sin más motivo que hablar de lo oscuro.

Que esto lo diga alguien a quien siempre se le elogió la forma de su escritura (grandilocuente y abigarrada y genial), pero no tanto el contenido, me gustó. Porque era justo lo que yo había sentido con sus libros. Con los suyos y con los de muchos escritores que admiro. Al cerrar uno de esos libros que hacen clic, tienes ganas de seguir viviendo, leyendo, aprendiendo.


Conversaciones con David Foster Wallace es un libro para conocer cómo funciona la mente y el corazón de un creador. Seas lector voraz, escritor en ciernes, editor, o un ser humano en la vorágine del mundo, aquí encontrarás frases para enmarcar. Gracias, David. A ti no puedo pedirte "más, por favor", pero después de estas entrevistas, sé que releyéndote encontraré cosas nuevas.

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Rocket Man

"Un portazo, una maleta y un rellano. Así terminan todas las historias."

Tras una puerta, descubres siempre una ventana. Una etapa lleva a otra, aunque ahora no lo veas. Y esa incertidumbre, por nervioso que te ponga, también es lo que te mueve a dar pasos. Uno tras otro, a ver qué pasa. No sabes qué ocurrirá mañana, nadie lo sabe, pero sí sabes que sea lo que sea, lo acogerás con los brazos abiertos. Llevas los dos últimos años funcionando así y no puedes quejarte, ¿verdad?


Has sobrevivido en la tormenta, tienes la suerte de haber reunido cosas buenas en tu vida y mejores personas con quienes compartirlas. A tu cupcake solo le falta el topping. Mueres de ganas por comértelo, pero de momento sigue batiendo la buttercream. Tiene que estar a punto de nieve antes de que te sirva de decoración. Paciencia, cuando sea la hora ya presumirás de foto en Instagram. Por ahora, siéntete orgulloso de todo lo que has logrado y aprendido. ¡Felicidades!

"Yo me iba, pero ella continuaría al otro lado del mostrador, esperando al próximo romántico lo bastante loco como para recalar allí. El rellano, unas escaleras que bajan, otra puerta, lluvia, una calle desconocida. Así se vuelve a la superficie. Donde siempre hay aire. (Extraído de: El mar llegaba hasta aquí.)"

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Relax, take it easy

"Relax", ponía ayer en el cartel. La misma tienda de colchones, al final de la misma calle por la que vuelvo cada semana, después de quedar con mi amiga. Pero solo ayer me fijé en el cartel. Relájate. Bebiendo a sorbos lentos el té, acabábamos de hablar de eso, precisamente. De la necesidad de tomarte las cosas con calma.


Igual que una infusión hay que dejarla reposar y que el agua se atempere, la vida no está hecha para ir con ansias. Te abrasarías la lengua, y la necesitas para saborear los sabores del camino. Siéntate, pon ilusión en otros proyectos, disfruta, sigue en activo, haz y deshaz. Y lo que tenga que llegar, ya llegará cuando tenga que hacerlo.

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Max Beerbohm : El farsante feliz

"Disfruta siempre de las flores -dijo él-.
Y enséñame a apreciarlas también."

Max Beerbohm pertenecía al círculo de amigos de Oscar Wilde. Y se nota. El farsante feliz podría salir en las colecciones de cuentos del autor irlandés, junto a El gigante egoísta y El famoso cohete. Me fío del criterio de Acantilado y una vez más aciertan de pleno con una historia que se lee enseguida pero perdura en el recuerdo.


"Un cuento de hadas para hombres cansados", indica el subtítulo, con razón. Para escépticos, para desencantados, para buscadores que no encuentran y no saben por qué. Es una fábula preciosa sobre el poder que tiene el amor para transformarte... si tú te dejas. El inesperado de las máscaras, también. Hábitos y monjes.

Debería llegar a tus manos sin esperarlo. La puerta entreabiertas, los brazos dispuestos a abrazar la sorpresa. Y entonces salta a ti y con él en las manos sonríes porque sí, algo te dice que te va a gustar, lo vas a disfrutar. ¡Gracias, María!

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Signals

Hay señales curiosas. Diseñadas para gente que no las necesita. Carreteras sin nombre, salidas de la autopista que solo se anuncian cuando ya llegas a ellas, destinos que al parecer hay que esconder a los no residentes. El otro día descubrí que en los andenes de FGC no había mapas. Solo cuando el tren llegaba, aparecían durante unos segundos las estaciones en las pantallas.


A mí no me importó. Fui descifrando las pistas y al final llegué a mi destino. Pero supe que quien se había encargado de diseñar las estaciones, no las utilizaba. Sano y salvo en su despacho, era alguien que no se había perdido jamás. Porque la gente, al perderse, agradece que la guíen. Tocar fondo y ahí encontrar una flecha de neón muy luminosa que apunta hacia la salida.

Por suerte, de tanto dar vueltas, los náufragos se fabrican sus propios faros. El cartel de una tienda nueva al girar la esquina, frases que te guiñan desde la página de un libro abierto al azar, canciones cómplices saltando en el reproductor cuando menos piensas en ellas. Y al convertirse en supervivientes, a los ex-náufragos les gusta compartir linternas con los recién llegados para que ellos encuentren los suyos.

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Instant crush

De repente, un engranaje gira en tu interior y todo tiene sentido. Lo llaman flechazo. Vas por la vida cargado con tus prejuicios, tienes muy clara tu visión del mundo, lo que te gusta y lo que no, de ahí no te mueve nadie. Hasta que chocas con algo que te desarma. Y en esa sorpresa redescubres el auténtico sabor de la vida.


Algo así me pasó el otro día escuchando Random Access Memories, el último disco de Daft Punk. Me estaba pareciendo un soberano coñazo, la típica obra que se hace para lucimiento personal y no para disfrute del oyente. Pero antes de que perdiera la esperanza, llegó Instant Crush, en colaboración con Julian Casablancas, cuya voz vocoderizada hasta parecer riffs de guitarra tiene más emoción que casi todo lo que se ha lanzado en 2013 (Woodkid es mucho Woodkid). ¡Así sí!

And we will never be alone again
Cause it doesn't happen every day...

Me sentí acompañado tarareando la letra. Y esa debería ser la función del arte. El escritor David Foster Wallace me lo confirmaba ayer por la noche en el libro de entrevistas con él que estoy leyendo. En la cama, aún tapado por el nórdico, sonreí al leer que le gustaban esos libros que le daban compañía, que le aportaban algo como ser humano en medio del caos. "La literatura o mueve montañas o aburre", decía él.


Plantearse la escritura, y por extensión el arte, y por extensión el amor, como un acto generoso, con el que pretendes que el otro encuentre una pieza perdida y crezca contigo. La complicidad de compartir ese mismo flechazo que tú sentiste para que el otro lo sienta. Por eso no paro de escuchar ese Instant Crush de Daft Punk y se lo pasé a una amiga. Nunca será single, pero para mí justifica el lanzamiento del disco.

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Jose Luis Algar : Planes para después de un resfriado

Algar se considera pesimista. Eso le he leído en varias entrevistas, también lo pone en su web oficial y, como para corroborarlo, ahí están esos globos negros y esa calavera de la portada. Pero el disco empieza con una declaración de intenciones, ese "Será que ya no estoy tan mal" en Cuando Pasa Lo Peor y termina deseándole Lo Mejor a su ex.


En medio, canciones sobre el amor, planes románticos en días de sol y, en la segunda mitad, se nota una toma de conciencia: el pasado sigue ahí. El suyo es un optimismo que no le da la espalda a cualquier muestra de tristeza (que diría Fangoria), lo abraza, lo asimila y crece con él. Solo diciendo adiós uno sigue adelante.

Hace tiempo que gente como Nando de Confesiones tirado en la pista de baile me hablaba de las bondades de Algar. Pero yo, poco fan de las maquetas, no quise escuchar el disco hasta que estuviera terminado. Y hace unas semanas, él mismo me pasó una actuación en el programa Etiquetats de TV3 y me impactó. Qué tablas, el tío. Qué calidez.


Sobre todo, es un disco que sorprende por la cercanía de sus letras. Sencillas, que no simples. Melodías luminosas como Hola Mi Amor (mi favorita), lo cotidiano bien entendido, como en los mejores momentos del pop español. La voz a ratos me recuerda a Ellos; una voz familiar, la de ese amigo que un día descubres que canta y lo hace fenomenal.

Admiro a los artistas que confían en lo que tienen entre manos. Algar creía en su maqueta, así que pagó de su bolsillo la producción de Pau Romero Maestre y, ya con el disco terminado, buscó y encontró una discográfica que apostara por él: Music Bus. Hoy termina este primer viaje. El disco ya está a la venta (en CD o en digital, también puedes escucharlo en Spotify). Le deseo todos los éxitos.

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Pure intuition

Un día te cruzas con algo que merece la pena enseñar a todo el mundo. Corres a coger la cámara, haces clic. La primera foto rara vez sale bien. Vuelves a intentarlo, qué rara queda ésta. Echas otra foto, y otra, y otra, y así hasta que al final, cosa curiosa, te das cuenta de que la mejor de toda la serie, la que captura la esencia de eso que habías visto, era la segunda. La rara. La que habías notado distinta, mejor.


Está bien no ser impulsivo y no quedarse con el primer resultado. Pensar las cosas un poco. Pero un poco es eso: un poco, ni una gota más. O de tanto darles vueltas a las cosas, acabas por olvidar aquello que pretendías. Sería como estar cambiando de cola continuamente en el súper, la tuya siempre irá más lenta.

Da un primer paso, sin pensarlo, a ver dónde te lleva. Solo cuando necesites descansar, entonces sí, párate, acostúmbrate al paisaje que te rodea, asimila cada hoja y cada camino, deja que tu instinto encuentre la mejor ruta para llegar a lo más alto y ya no dudes: sigue por ahí. Pronto habrás llegado. A la segunda va la vencida.

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Yeh, yeh, yeh

Qué poder tienen algunas frases para arreglar la vida. Una frase es a veces lo único que recuerdas de una película y siempre te hace sonreír al recordarla; con ella, vuelven las miradas de los actores, escenas completas. Esa primera frase de un libro que te llevó a comprarlo. O la frase enterrada en la letra de una canción, no es la que le da título, solo es ese verso que el grupo ha escrito para ti, para hacerte compañía.


"Un no es la antesala del sí." Me lo dijo el otro día un amigo y tenía razón. Cuando sales a navegar, el primer contratiempo siempre parece el último y definitivo. Pero la vida es un problema de matemáticas que acabarás resolviendo. Viene bien rodearse de amigos que te lo recuerdan. Paciencia. Hay siete palabras que abren cualquier puerta.

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Neus Arqués : Marketing para escritores

Escribes para que otros te lean. Es algo muy romántico, esto de escribir, cientos de horas en tu rincón (tus rincones: la cama, una cafetería tranquila, ese banco junto al mar), viendo como crecen tus personajes, escribiendo esa novela que a ti te gustaría leer. Pero al final del día, buscas que otros ojos lean eso que has escrito y que lo disfruten, comenten, compartan. Creo que incluso los diarios íntimos se escriben con ese deseo inconfeso. Que alguien abra el candado y te descubra tal como eres.


Marketing para escritores te da las herramientas para llegar al público. Lo mejor es que la autora habla desde su propia experiencia, no solo como profesional del marketing, también como escritora. Sus consejos son los de un amigo que ha pasado por lo mismo.  En la red no he encontrado ningún texto que exponga las técnicas de venta de una forma tan sincera y constructiva como éste.

Neus Arqués rompe tabús, te invita a que tu libro, al que tanto cariño le tienes, lo vendas como un nuevo sabor de yogur. Tiene destacar en un sector que publica 70.000 libros al año. Ella te da las pautas para elaborar una propuesta editorial con que llamar la atención de agencias literarias y editoriales, para promocionarlo (antes incluso de publicarlo), incluye "dietas" depurativa para el ánimo. Un viaje completo: desde que gestas el libro hasta que ya está a la venta y preparas el próximo.


Creo que además, muchas de las estrategias pueden ser útiles para cualquiera que pretenda dar a conocer su arte: música, fotografía, pintura... Las características de cada mundillo varían, seguro, pero el fin es el mismo. Hacerte un hueco. Gracias a la autora por este libro. Y mucha suerte a todos los aventureros. ¡A por todas!