La semana pasada salió a la venta uno de los títulos más esperados de PlayStation 3. La expectación era altísima, incluso desmesurada (en inglés expresan mejor este sentimiento: hype). Desde su presentación, nos habían mostrado un juego casi fotorrealista, con espectaculares expresiones faciales y mucho secretismo entorno al argumento, del que sólo sabíamos que hay un asesino en serie y que la historia cambiaría según tus decisiones, se adaptaría a ellas.
Demasiado bonito para ser verdad. Cuando se crean tantísimas expectativas (con un libro, con una película, con un juego...), rara vez se cumplen. El hype es tan alto, que difícilmente, por bueno que sea el producto, podrá estar a la altura. Y sin embargo, estos últimos días he comprobado cómo a veces, las expectativas pueden quedar pulverizadas ante una obra maestra. Porque eso es Heavy Rain: una obra maestra.
Podría acabar aquí este humilde análisis, pero daré más detalles. No estamos ante una mera película interactiva, o no sólo estamos ante esto, como aseguran ciertas críticas. Estamos ante un juego con todas las letras. Interactúas con el entorno, tomas decisiones, permanentemente se ponen a prueba tus reflejos, tu habilidad y tu precisión. Hay aspectos mejorables, como el movimiento del personaje, pero es un fallo que se perdona debido a los cambios de plano continuos que hay en cada escena.
Hace unos días jugaba a Silent Hill: Shattered Memories, un título al que nadie le ha puesto en duda que sea un juego, y eso que el personaje se limita a avanzar por pasillos en línea recta abriendo una puerta tras otra y algún que otro armario, esquivando enemigos y resolviendo unos 10 "puzzles" simplones. Fin.
En Heavy Rain, en cambio, las posibilidades son casi infinitas, y cualquier pequeño gesto puede acabar dando un giro significativo a una situación posterior. Hay momentos de vida o muerte, hay fases de conducción y de disparos, hay persecuciones y enfrentamientos, hay puzzles, hay minijuegos. De todo y más. Pero integrados de una forma tan natural y elegante, que a menudo te olvidas de que estás jugando. Porque lo estás viviendo. Es el juego más inmersivo al que he jugado jamás (y llevo más de 25 años en el mundillo).
Un pequeño ejemplo: en cierta escena, estás interrogando a un sospechoso. El escenario es lúgubre, la situación es tensa. Necesitas al sospechoso vivo para sacarle una posible información, eres consciente de ello. Entre pregunta y pregunta, la cosa se caldea, el sospechoso se lleva la mano al bolsillo... y tu reacción seguramente sea disparar. No querrás, pero lo harás, tu dedo apretará el gatillo R1 casi por reflejo, por culpa del susto. Y entonce el sospechoso morirá de un simple disparo. Ya no habrá marcha atrás (al menos, no hasta la siguiente partida). Así ocurren las cosas, y así de real es Heavy Rain. Nada de contadores de vida y enemigos que lo aguantan todo. Aquí, las decisiones son decisivas y tienes que tomarlas en milésimas de segundo, porque así lo harías si estuvieras en esa situación.
Gráficamente, el juego tiene sus contradicciones. Los personajes protagonistas a ratos parecen casi reales, pero algunas animaciones son demasiado rígidas, y los escenarios no siempre están a la altura, aunque lo maquillen con buenos efectos, como la lluvia o la iluminación. No es el juego fotorrealista que parecía en los tráilers, pero ojo, visualmente sigue siendo un título que impacta. A destacar también los planos, totalmente cinematográficos, siempre cambiando para ofrecerte la perspectiva más útil en cada momento (útil no sólo desde el punto de vista jugable, también a nivel emocional).
Pero si por algo destaca Heavy Rain es por su argumento. Cuatro protagonistas cuyas vidas se entrecruzan en una ciudad siempre lluviosa, cubierta por un cielo de cemento, una ciudad atemorizada por un asesino, el Asesino del Origami, que ataca a los más débiles: los niños. Un padre atormentado, un detective privado, un policía recién llegado y una periodista con insomnio se enfrentarán al misterio por diversos motivos y desde diferentes ángulos. A lo largo de su aventura, cada uno irá tirando de los hilos a su manera, usando sus propios medios, y encontrando nuevas piezas del puzzle que desenmascarará al asesino. Los personajes también evolucionarán, enfrentándose a sus propios demonios.
Pero lo más es importante es que las acciones de los personajes repercutirán en la investigación de los demás, y en su forma de relacionarse entre ellos. Esconder una caja debajo de la cama, matar o no matar, resolver a tiempo un reto, la forma de resolverlo, decir una cosa u otra, tomar una decisión difícil... todo, irá modificando la trama. Sólo al llegar al final, te darás cuenta de todas las decisiones que has hecho y que te han llevado a ese desenlace, a tu desenlace. En varios foros, he leído los finales de decenas de personas... y ninguno ha coincidido con el mío. Hay puntos en común, claro, porque la trama básica (principalmente: la identidad del asesino, sus motivos, y las formas de desenmascararlo) se mantiene... pero más allá de eso, hay infinidad de resoluciones posibles. El trabajo de guión debe haber sido inmenso teniendo en cuenta que la historia dura unas 9 horas (así que, más que película, hablamos de miniserie), y que hay tantísimas variables.
Heavy Rain es un producto adulto, heredero de clásicos modernos como Seven, Saw o El silencio de los corderos. Pero sobre todo, es un producto valiente, que rompe tabús de los vídeojuegos, mostrando desnudos, mostrando sexo, mostrando situaciones crueles, mostrando personajes humanos e imperfectos, recreándose en detalles "menores" como las emociones de un padre cuidando a su hijo una tarde cualquiera: repasas sus deberes, le haces la cena, le llevas su osito de peluche antes de dormir.
Como ya aventuraba al principio, lo mejor de Heavy Rain no es su jugabilidad, no es su argumento, no son sus gráficos, no es su música ni su increíble doblaje (sobre todo, el original inglés). Es todo el conjunto. La forma cómo han conseguido que nada chirríe, que cada elemento del juego esté ahí para que te sumerjas en la historia, en los sentimientos de los personajes, en sus dilemas. Un increíble ejercicio narrativo y estilístico que debería estudiarse en las academias de cine y guión, y un ejemplo a seguir para los vídeojuegos. Es una experiencia obligatoria, aunque desde luego no le gustará a todo el mundo. No estás jugando ni viendo una película. Estás viviendo con Ethan, Scott, Norman y Madison. Tomando decisiones difíciles bajo una lluvia densa, oscura, implacable.