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My hands, they only agree to hold your hands

Estos días han sido un caos de emociones contradictorias, de aprender muchas cosas. A ratos me he sentido como Neo abriendo su mente para tratar de aceptar/asimilar todo lo que hay fuera de Matrix. Pero sin estar (tan) bueno, sin ropa tan chula, sin gafas cool, ni superpoderes, ni cámaras girando alrededor para recrear el efecto bala. Más mundano todo.

Hay ciertos momentos en tu vida que te obligan a replantearte tus creencias, tu visión del mundo, tus sentimientos, lo que dabas por sentado, tus prejuicios, los consejos que has dado con la ingenuidad del desconocimiento. Son momentos afortunadamente escasos pero también críticos que marcarán tu futuro, tu forma de ser y que, por tanto, recordarás para siempre. Antes de asimilar todo lo que suponen estos momentos álgidos, necesitarías dar una gran bocanada hasta que te duelan los pulmones y huir lejos, hibernar con la esperanza de que lleguen tiempos mejores. Pero no es posible. Morpheo y Trinity te van a meter la píldora a la fuerza como no la cojas tú mismo pronto.


Lo cierto es que con los años vas construyendo la película de tu vida a base de coloridas piezas de Lego. El resultado es bonito y siempre parece irrompible. Te has asegurado de encajar muy bien las piezas, con mucha fuerza para que las rendijas entre una y otra sean casi invisibles y no se separen. Seguías el modelo de la fotografía de la caja, y lo has recreado paso a paso, por instinto, añadiéndole tus propios detalles pero siempre siguiendo unas pautas lógicas que ni siquiera te has planteado pero sabes que están ahí.

Podrías hacerle una foto para un catálogo, podrían exponerlo en una de las enormes y lujosas tiendas Lego que hay por el mundo, junto a un Empire Estate a escala y una máscara de Tutankamón. Es tu sueño hecho realidad. La vida que soñaste al comprar la caja, recreada cómo has sabido con las piezas de que disponías. Y enseñas tu construcción a los demás, la compartes con orgullo. Porque es tuya, y por eso es perfecta.
 

Pero de repente se levanta un poco de viento y todo se va a tomar por culo. Tienes que enfrentarte a un mar de piezas desperdigadas por el suelo. Has perdido de vista el tablero, y sin tablero no puedes construir nada que pueda durar demasiado. Se te plantan en los morros situaciones que jamás habrías imaginado y a las que te aterra hacer frente. Piezas extrañas que ya no sabes dónde encajar.

Pero en plena desgracia, unas manos amigas se acercan y guían a tus manos temblorosas para reconstruir juntos aquello que cayó. Crear otras formas. Distintas, pero no por ello peores. Compráis nuevas piezas y gracias a ellas los dos podréis construir un castillo más imponente, un paisaje más hermoso, una vida mejor. Tienes miedo, claro, como la primera vez que de niño intentaste crear un barco con las piezas de una estación de policía.

Pero ahora tienes la ayuda de otras manos. Y sabes que no te abandonarán. Y sabes que el nuevo diseño podrá ser extraño al principio, no será lo que habías imaginado antes del Día D, pero aprenderás a tenerle el mismo cariño. Abrirás tu mente y aceptarás que una hoja de palmera puede ser una puerta y unos barrotes las garras de un dragón, un satélite amarillo el nuevo sol. Y siempre habrá dos muñecos presidiendo este universo, los habréis colocado en un banco, en el punto más alto, encajando sus manos de plástico con esa sonrisa perpetua dibujada en la cara.

Costará, pero algún día te atreverás a compartir tu (vuestra) construcción con el mismo orgullo y satisfacción de antaño. Y ya no llorarás al recordar la vida ideal que imaginaste, no tendrá sentido porque lo de ahora será más sincero y ante todo será obra de los dos. De sus manos y de tus manos. Él y tú.

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2 comentarios:

Abuga dijo...

Cabrón!
Se me han puesto los pelos de punta.

Que bonito, tio.

:D

Unknown dijo...

Precioso
;)

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