"Pero David Foster Wallace no era nihilista", le respondí a un compañero librero hace poco. Él defendía que DFW seguía la línea destroyer de Chuck Palahniuk o Bret Easton Ellis (autores que también me gustan, por cierto). Que en ese humor ácido, acidísimo, como la sangre de Alien, no había nada constructivo.
No era ese el recuerdo que yo tenía. Tampoco me basaba en nada sólido, solo el recuerdo de cuánto me habían acompañado sus libros en la retahíla de trabajos basura que compaginé con mi época de estudiante. Tardé un año en leer
La broma infinita, pero cada día que notaba ese mamotreto de 1100 páginas rebotando en la mochila, sabía que al menos no estaría solo entre una llamada y la siguiente.
DFW se suicidó en 2008 y es cierto que en ese momento los libros que ya había leído me parecieron un poco más tristes. Pero entonces llegó
El rey pálido, su novela póstuma, y volví a encontrarme con esa voz que aportaba luz a la penumbra. Y este mes llegó
Conversaciones, un libro de entrevistas al que le seguía la pista gracias a reseñas en blogs amigos como
Deborah Libros y
Francesc Bon.
Y David, que ya no está, me habló desde las páginas del libro. Me confirmó que para él la buena literatura tiene que hacerte clic. Que escribir se lo planteaba como un acto generoso, porque quería aportarle algo al lector. Contenido que le diera compañía, respuestas. Luz. Porque la vida ya es lo bastante jodida como para que la ficción ahonde en esa miseria sin más motivo que hablar de lo oscuro.
Que esto lo diga alguien a quien siempre se le elogió la forma de su escritura (grandilocuente y abigarrada y genial), pero no tanto el contenido, me gustó. Porque era justo lo que yo había sentido con sus libros. Con los suyos y con los de muchos escritores que admiro. Al cerrar uno de esos libros que hacen clic, tienes ganas de seguir viviendo, leyendo, aprendiendo.
Conversaciones con David Foster Wallace es un libro para conocer cómo funciona la mente y el corazón de un creador. Seas lector voraz, escritor en ciernes, editor, o un ser humano en la vorágine del mundo, aquí encontrarás frases para enmarcar. Gracias, David. A ti no puedo pedirte "más, por favor", pero después de estas entrevistas, sé que releyéndote encontraré cosas nuevas.