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#secretprojectrevolution

Se levantó el telón, pero el misterio continúa. Tras meses de teasers y misterios, ayer Madonna y Steven Klein estrenaron el cortometraje que sirve como carta de presentación del proyecto #artforfreedom. Parece que será una plataforma para defender la libertad artística. Para que los creadores no callen las voces de su cabeza; al revés, que les den rienda suelta. Que intercambien y muestren su obra.


Somos bebés en llamas contra los que disparan los agentes del buen gusto. Eso parecen decirnos. No ataquemos a los demás, reivindiquémonos. ¿Hasta dónde llegarán todas estas buenas intenciones? ¿Será realmente un escaparate de nuevas propuestas o solo un intento de Madonna por relanzar su carrera? Al menos, el vídeo de 17 minutos es impecable y va bien servido de imágenes icónicas. Veremos a ver.

Lo único que sé es que ayer iba yo en busca de una señal y me encontré esto al llegar a casa. La contundencia de algunas secuencias me dio el empuje necesario. Tomé una decisión. Y ahora todos mis pasos irán hacia allí. Solo ante el peligro, pero con más fuerza que nunca. ¿Será esta la revolución?

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Keri Smith : Destroza este diario

"Tira esta página y asume la pérdida". Así rezaban las instrucciones de uno de los ejercicios de este libro. Sin miramientos, arranqué la página en cuestión. Como si fuera una revista de la biblioteca y no un regalo de cumpleaños. Salí de casa y caminé hacia mi plaza preferida de Gracia. Quería tirarla allí. A medio camino me dio por pensar que en la vida no puedes elegir cuándo ocurren las cosas. Llegan cuando llegan y tienes que lidiar con ello. Las instrucciones no eran "Tira esta página en tu lugar favorito para crear un recuerdo inolvidable". Se trataba de asumir que hay cosas que se pierden. Para siempre y sin más explicación. Así que solté la página en medio de esa calle de la que nunca recuerdo el nombre. El papel negro voló a mi espalda. No me giré ni siquiera cuando apuntó hacia allí el manguerazo de los servicios de limpieza del Ayuntamiento. Ahora solo me queda quedan los restos de la página arrancada, jirones aún encuadernados al resto del libro.


Así son las reflexiones que me hago con el libro Destroza este diario. La autora invita a la creación a través de la destrucción. Cada página te invita a rasgar, mojar, manchar, pintarrajear, cortar, incluso quemar. Como sé que no haré las virguerías que crea la gente a partir de frases tan lapidarias como "Vierte aquí tu café", yo exploro mis propios límites.

Hay una página que todavía no he hecho. Tienes que llevarte el diario a la ducha. Y ducharte con él, supongo, aunque eso no lo especifica. Tengo miedo de que se moje, como si hubiera otra opción. La ducha conlleva agua, no hay vuelta de hoja. Sé que acabaré haciéndolo. Tampoco me atrevía a destrozar una página a mordiscos, pero luego la descarga de adrenalina que me provocó hacerlo, por el mero hecho de que podía hacerlo, de que me estaba permitido hacerlo, fue una experiencia liberadora.


Y así vas resolviendo este diario. Interpretas las instrucciones, creas tus reglas, las rompes acto seguido, te das cuenta de las tonterías que te bloquean y se te abren nuevas puertas. Lo recomiendo a todos los creadores, pero también a quien quiera conocerse mejor, relajarse o simplemente tener un libro con el que poder hacer lo que no harías con otro libro. El camino más corto entre un espejo y un saco de boxeo.

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This is not a love song

No sabíamos que nos íbamos a encontrar. Misterioso título el de la última exposición de la Virreina. El subtítulo aclara un poco más: "Influencias entre artes visuales y música pop". La primera sala, que realmente era la última, pero es por donde entramos nosotros, ya indicaba por dónde iban los tiros. Televisores con una selección de vídeoclips de todas las épocas y géneros (de David Bowie a Fatboy Slim, pasando por Madonna, Michael Jackson y tantos otros).


El pop, quizá por su elevado presupuesto o por la necesidad de destacar entre mil competidores, siempre ha buscado nuevas formas artísticas. No son pocos directores de cine que empezaron rodando vídeos pop o fotógrafos que han acabado probando suerte con las imágenes en movimiento. La exposición es un recorrido por esas inquietudes, esa zona de nadie y de todos donde el pop también es arte. Instalaciones multimedia que te cautivan, como esa sala flowerpower dedicada al Walking On Thin Ice de Yoko Ono.

Pero la mejor instalación llegó casi al final. Three love songs, una sala con 3 pantallas simultáneas donde 3 cantantes de diferentes épocas se turnan para cantar. Te sientas y las escuchas cantar su amor...




...¿o no son canciones de amor? Porque enseguida te das cuenta de que hablan de guerras, ejércitos, líderes. Con esta creación, Abel Abidin nos enseña tres canciones pop encargadas por Saddam Hussein para ensalzar su regimen. Los dobles sentidos de los vídeos pop llevados al extremo, como recordatorio de lo poderosa que es la música por su capacidad de llegar a la gente.

Porque el pop provoca ese sentimiento de acceder a algo superior cuando en una discoteca o en pleno concierto suena La Canción que tanto significa para ti y todo el mundo a tu alrededor se emociona, salta, la corea. Y esto, en buenas manos, siempre será una herramienta para un mundo mejor. ¿Qué haríamos sin música?

Palau de la Virreina
La Rambla, 99 (Barcelona)
Hasta el 29/09/13.

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Instant crush

De repente, un engranaje gira en tu interior y todo tiene sentido. Lo llaman flechazo. Vas por la vida cargado con tus prejuicios, tienes muy clara tu visión del mundo, lo que te gusta y lo que no, de ahí no te mueve nadie. Hasta que chocas con algo que te desarma. Y en esa sorpresa redescubres el auténtico sabor de la vida.


Algo así me pasó el otro día escuchando Random Access Memories, el último disco de Daft Punk. Me estaba pareciendo un soberano coñazo, la típica obra que se hace para lucimiento personal y no para disfrute del oyente. Pero antes de que perdiera la esperanza, llegó Instant Crush, en colaboración con Julian Casablancas, cuya voz vocoderizada hasta parecer riffs de guitarra tiene más emoción que casi todo lo que se ha lanzado en 2013 (Woodkid es mucho Woodkid). ¡Así sí!

And we will never be alone again
Cause it doesn't happen every day...

Me sentí acompañado tarareando la letra. Y esa debería ser la función del arte. El escritor David Foster Wallace me lo confirmaba ayer por la noche en el libro de entrevistas con él que estoy leyendo. En la cama, aún tapado por el nórdico, sonreí al leer que le gustaban esos libros que le daban compañía, que le aportaban algo como ser humano en medio del caos. "La literatura o mueve montañas o aburre", decía él.


Plantearse la escritura, y por extensión el arte, y por extensión el amor, como un acto generoso, con el que pretendes que el otro encuentre una pieza perdida y crezca contigo. La complicidad de compartir ese mismo flechazo que tú sentiste para que el otro lo sienta. Por eso no paro de escuchar ese Instant Crush de Daft Punk y se lo pasé a una amiga. Nunca será single, pero para mí justifica el lanzamiento del disco.

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Chema Madoz. Ars combinatoria

No había lugar más idóneo que La Pedrera para acoger esta exposición. Una retrospectiva de toda la obra de Chema Madoz, fotógrafo que hace cuadros que son poemas. Y enigmas, y bromas, y juegos, y también historias de las que solo conoces una parte y querrías saber más.


Le conocías sin saberlo. Sus obras son tan potentes que han ilustrado decenas de portadas (libros, revistas, prensa) y a veces te las has encontrado por internet sin mencionar su autoría. Entrar en la enorme sala de La Pedrera donde han colocado sus cuadros, en marcos bien elegidos, algunos negros y otros de madera, es entrar como Alicia en un mundo familiar que te sorprende en cada esquina.

Corres para acercarte a ese cuadro con letras que parecen salirse del mismo, te paras a contemplar esa vela con llama en forma de pluma, metáfora tan sencilla que a nadie se le había ocurrido. Sientes la soga del collar de perlas y te agarras al bastón-asidor. Madoz inventa objetos con tanta alma que desearías que existieran. O que en realidad existen, en un mundo al alcance de la mano. Basta con abrir los ojos.


Si eres un creador en busca de inspiración, si quieres emocionarte, si cada verano te atreves a probar los nuevos helados, si no te gusta la fotografía, si crees que ya lo has visto todo... Hasta el 28 de julio de 2013, en La Pedrera. ¡Y gratis!



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Traces of you

Adoro las ilustraciones de eBoy. Ésta no es la primera que pongo por aquí. Adoro su forma de reimaginar el mundo como un amasijo de píxels en perspectiva isométrica, muchos colores y muchos detalles. Lo llena todo de personitas y muñecos y logos y escenas dentro de escenas. Con humor. Para que los descubras.

(Guarda la imagen o ábrela en una ventana nueva para verla en todo su esplendor.)

Mi habitación la preside un póster suyo, su espectacular visión de Tokyo, y a menudo me entretengo explorando todas esas calles, rampas, letreros, rascacielos, poniendo orden al caos aparente. Señalando, sorprendiéndome como ese bebé que sonríe a cada vuelta que da el móvil en lo alto de su cuna.

Las ilustraciones de eBoy siempre guardan secretos, cosas que habías pasado por alto y que ahora que las has encontrado, las disfrutas. Sí, en la fantasía de sus diseños hay mucho de recordatorio de que la vida, tu mundo, son ricos, infinitos aunque no siempre, no cada día te acuerdes de todas las posibilidades que eso te ofrece. Hay que encontrar, hay que disfrutar.


A ver si localizas todos los personajes de videojuegos, series de TV y cómics que aparecen en la ilustración de hoy. Hay literalmente miles. De Lara Croft a Son Goku, pasando por las Tortugas Ninja o (por supuesto) Wally. Seguro que hasta encuentras a alguien que nadie había visto antes. Somos descubridores. ¡Feliz domingo!

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Francine Prose - Cómo lee un buen escritor

Mientras estudiaba cine, ya hace unos añitos, fui incapaz de disfrutar de las películas como hacía antes. Me pasaba esa hora y media que duraba cada película analizando cómo estaba hecha. En la pantalla ya no veía historias contadas con más o menos arte sino una mera sucesión de planos, contraplanos, secuencias, panorámicas, saltos de ángulo, fallos de raccord,  iluminaciones planas o expresivas, pistas que habían plantado los guionistas en cada escena para adelantar futuros giros de guión, tipos de personajes, la idea original. Me costó tiempo volver a disfrutar las películas sin más, ir al cine o apretar play y dejarme sorprender.


Creo que el arte nos impacta precisamente por la ingenuidad con la que nos acercamos a él. Y estoy convencido de que los conocimientos técnicos lo vuelven opaco. La música, por ejemplo: soy incapaz de saber si un compás es 3/4, 4/4 o 6/8: las canciones me gustan o no me gustan, y las veces que he intentado fijarme en el ritmo, o en el tipo de instrumentos, o incluso las notas, he terminado sin oír realmente la canción, como si la música se diluyera y sólo quedase un pum-pum asincopado. Ruido de fondo. O la pintura: estudié con interés la asignatura de Historia del Arte y sigo comprando bastantes libros, pero a la hora de la verdad, comprendí que hay cuadros que me maravillan y otros que no, al margen de corrientes y técnicas pictóricas.

Pero claro, entiendo que se valora de forma más constructiva una obra de arte si conoces los ingredientes de los que parte cualquier artista, las herramientas que tiene que utilizar, entender que todos parten con igualdad de condiciones. Y es así como puedes ver quien es más diestro y quién más pasional, comprendes los méritos de ciertas obras teniendo en cuenta su época o su técnica. Este paso, estudiar y (re)conocer, es especialmente importante para quienes, además de disfrutadores de arte, aspiran también a ser creadores: ¿cómo podrías crear una película, una pieza de música, un cuadro o un libro si no conoces las urdimbres que los hacen posibles?


Y esa es la misión que se propone Francine Prose en su libro (cuyo título original, por cierto, es más acorde al contenido: "Leer como un escritor. Una guía para gente que ama los libros y para aquellos que quieren escribir"). Leer de otra manera. Fijándote en el orden de las palabras, su selección (¿por qué ese sustantivo y no otro, por qué precisamente ese adjetivo?), la construcción de frases, párrafos y escenas enteras, la importancia de lo que no se dice, las descripciones, los gestos, los diálogos. Te invita a pasearte por el backstage de los libros, y quizá es eso lo que haya que hacer con todo arte. Pasearse, no acampar en el camerino.

Lástima que luego la selección de autores y obras de referencia se centre tanto en la literatura norteamericana del siglo XX, hablando de obras que aquí ni siquiera se han traducido, en vez de clásicos más universales. Habría venido bien una adaptación del libro para su exportación. Pero la idea es buena, y aún mejor es el deseo final de Francine Prose. Que entiendas que todo está escrito, pero nadie lo ha escrito como tú. Y quizá entendiendo porqué todos esos autores escriben de forma única, podrás encontrar tu propia voz.


En los libros, fijarme en cómo están escritos para mí siempre ha sido algo natural, y no me ha impedido disfrutarlos. No me pasa como con el resto de artes. Al revés, destripándolos es como los disfruto más. Releo cada frase perfecta hasta entender por qué me lo parece. Decido qué diálogos me gustan y qué características comparten. El dominio de los tiempos. El barroquismo pop de Terenci Moix y las frases-bisturí de Chuck Palahniuk. Las descripciones más inmersivas y las que sólo están de florero. Las metáforas.

Destriparlos, sí. Hasta la última página. Lo hacía ya de pequeño, con los libros tipo "Elige tu propia aventura", que los releía y hacía diagramas hasta comprender su estructura y distribución, sus trucos, las trampas del autor para que intuyeras atajos donde sólo habría abismos y pozos que te llevaban de vuelta a la primera página. Buceo en los libros. Siempre he leído así, supongo que es la única forma en la que sé leer. No sé, es curioso esto de los libros.

Leyendo a Chéjov no es que me sintiera feliz, exactamente, pero sí tan cerca de la felicidad como sabía que podría estar. Y se me ocurrió pensar que en eso radicaba el placer y el misterio de la lectura, así como la respuesta a quienes dicen que los libros desaparecerán. Por ahora, los libros son todavía la mejor manera de llevar con nosotros el gran arte y su consuelo en un autobús.

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Yayoi Kusama

En mi vida cada día hay una novedad y seguiré produciendo para buscar el amor y la paz y los presentaré al mundo. Ese es el placer de mi vida.

En mi último viaje a Madrid, tuve la suerte de visitar la retrospectiva que el Museo Reina Sofía ha dedicado a Yayoi Kusama, un imprescindible recorrido por los trabajos camaleónicos de esta artista japonesa. Colores, puntos, formas fálicas, repeticiones, espejos, mundos infinitos... La suya es una obra optimista y angustiosa a la vez. Una niña luchando en un mundo que le exige ser adulta, una mujer enfrentándose a todos sus miedos y obsesiones, sobreviviendo únicamente a través del arte.


Se diría que busca la libertad a través de la exploración indiscriminada con múltiples estilos y técnicas. Cuando ya ha agotado todas las posibilidades, rompe con ello y sigue huyendo hacia adelante. A menudo dicen que su arte parece extraterrestre, y algo de eso hay. Las gigantescas bolas rojas con topos blancos que abren la exposición no sabes si han salido de algún manga o de otro planeta pero, en cualquier caso, te dan la mejor bienvenida posible al mundo de Yayoi Kusama. Te teletransportan al amplio rincón creativo de su mente. "Juega conmigo", parecen decir. Y recorriendo los pasillos del Reina Sofía, juegas.

Diagnosticada de cenestopatía (una enfermedad mental), en la actualidad la artista vive voluntariamente en un hospital de Tokyo situado a poca distancia del estudio donde sigue creando. Hasta el 12 de Septiembre, tenéis tiempo de visitar el Reina Sofía y alucinar con sus pinturas, ilustraciones, collages, esculturas, fotografías, instalaciones, proyecciones... Os dejo con una pequeña muestra de lo que podéis encontrar en la exposición.