Blame it on the girls
Ya escribiré cuando vuelva a casa, en la cama, en silencio absoluto, con mi bolígrafo especial. Una de las muchas excusas que usaba antes, porque era más fácil decir eso, y luego, cuando el vecino hacía ruido o el bolígrafo no pintaba bien o sencillamente no estaba inspirado, decir que ya escribiría mañana. Consolarme con que no se daban las condiciones necesarias. Eso era el bloqueo: una excusa que llevaba a otra.
Pero la vida no depende de conjunciones planetarias. Un día descubres que también puedes escribir en una cafetería llena de gente, que puedes ir solo al cine (y no pedir palomitas), que puedes leer por las mañanas, recién levantado, que puedes cocinar con otras especias si se termina el orégano, que puedes sonreír incluso en pleno lunes. Lo mejor es que al cambiar la cama por la cafetería o las dos entradas por una sola, descubres nuevos placeres. El café, la inmersión completa.
Ese día te sientes poderoso como un superhéroe, porque se ha abierto el mundo ante ti y de repente hay un millón de cosas a tu alcance. Y las quieres todas. Y elaboras listas de buenos propósitos. Te pones metas y mira tú por dónde, algunas las alcanzas. Hacer las cosas que te apetece hacer y adaptarte: no hay más secretos.
4 comentarios:
Y qué me dices de esa sensación tan maravillosa de descubrir que puedes hacer cosas que pensabas que no serías capaz de hacer nunca??? Te cae una responsabilidad que pensabas que al igual podrías asumir y al final lo haces de manera tan natural que alucinas contigo mismo.
Y es que al final nunca dejamos de sorprendernos a nosotros mismos. Es genial.
Pues tienes toda la razón, eso también es un subidón. El caso es hacer, estar en movimiento de una forma u otra.
Eso es lo mejor: hacer lo que a uno lo apetece. No sé por qué a veces parece tan difícil. Los humanos somos muy raros.
Saludos!
Parece que esté mal. Pero mientras solo te afecte a ti y te haga feliz...
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