Gattaca
"There is no gene for fate."
"Un futuro no muy distante", reza el primer cartel de Gattaca. Tan poco distante que ya está aquí, porque el único elemento de ciencia ficción de la película es la velocidad de los análisis de ADN. Y ahí radica el encanto de esta obra maestra, en la familiaridad de lo que cuenta.
Vivimos en un mundo que aspira a la perfección. La perfección mediocre, por supuesto. Prefabricada, clónica. Quien no es perfecto, quien no es igual no existe. Se condena la diferencia porque da miedo. La sorpresa da miedo, lo inexplorado. No se deja margen a la improvisación, no vaya a ser que ocurra algo que te rompa los esquemas.
Ha sido un impacto revisionarla tantos años después, puede que 10. Muchas imágenes seguían grabadas en mi inconsciente, tanto es así que alimentaron el imaginario visual de la novela que estoy escribiendo. Verlas en movimiento y no sólo en palabras me ha dado una energía nueva.
Hay gente a la que le prestas tu cuerpo y también hay gente que te presta sus sueños. Les das forma sin que se den cuenta. Pero se darán cuenta. Lo acabarán apreciando. Porque al final siempre lo ves: ves las cosas buenas y te permites volar hasta el espacio. Fluir para volar, no hay otra manera.
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