A moment, a love, a dream, a laugh
Ya existen máquinas del tiempo. Son los olores. Esta tarde mismo el olor de una colonia me ha transportado a Chicago en 2010. De repente estaba recorriendo la avenida principal en dirección a las torres con forma de mazorcas y entraba en un 7 Eleven para comprar una botella de Mountain Dew fresquita .
Hay olores que te recuerdan a una persona, otros a un momento muy concreto, pero también a épocas enteras. Todo 2011, por ejemplo, lo asocio a la mostaza verde de un bocadillo que se llama Polloso. El álbum Nightlife de Pet Shop Boys huele en cambio a una bañera llena: por aquel entonces, era mi banda sonora cuando me bañaba cada domingo.
Y ahora mismo mi olor favorito es 212 Men. Es la colonia del chico al que no sé cómo llamar en este blog. Él. Mi peluche está impregnado de su perfume; bueno, quizá no tanto, sólo lo abraza a veces, pero yo imagino que huele mucho. Oliéndolo, me transporto a las cenas de otros miércoles e incluso a Castellón, donde está él ahora. Y eso que yo nunca he estado en Castellón. Pero los olores tienen ese poder.
Lo más curioso es que con ellos sólo recuerdas las cosas buenas. Al menos a mí me pasa. Será que la nariz es sabia, ¿para qué querrías recordar un instante en el que no fuiste feliz? Mucho mejor tener el poder de saltar otra vez a una noche en la que hiciste el amor, a un festival donde no has estado, a otro verano que fue bueno de una manera muy distinta a éste.
Cada verano, un olor. Éste también huele a sal, la sal del mar, el regreso a la playa, las toallas juntas, los besos entre las olas, los dedos entrelazados. Tirarme al agua y revivirlo. Sentir la compañía en la distancia. El día que inventen una máquina para recrear olores: ese día controlaremos el espacio-tiempo.
Cada verano, un olor. Éste también huele a sal, la sal del mar, el regreso a la playa, las toallas juntas, los besos entre las olas, los dedos entrelazados. Tirarme al agua y revivirlo. Sentir la compañía en la distancia. El día que inventen una máquina para recrear olores: ese día controlaremos el espacio-tiempo.
7 comentarios:
Cómo te entiendo cuando escribes que no sabes cómo llamarle en el blog, simple y grandiosamente como él.
A mí también me pasa que sólo recuerdo cosas buenas con los olores, qué curioso, ¿verdad? Nunca me había fijado.
Yo soy muy de olores, así que espero que las nuevas adquisiciones que ya me encantan me hagan sentir acompañada cuando él esté a más de dos mil kms :S
Pues sí... Las nomenclaturas asustan así que me curo en salud, y con un "él" se entiende igual.
Dos mil kilómetros... y le echo de menos yo que lo tengo a unos 300 jejeje. ¡Ánimos! :)
Amigos,
Yo ni siquiera lo tengo ya en este mundo, pero el olor a Ducados y el olor de su cuerpo, inconfundible.
Oscar
Ay Oscar... me has recordado a la escena final de Brokeback Mountain. Un abrazo.
Cuánta razón. El mundo de los olores está por descubrir. La auténtica máquina de viaje en el tiempo. Me ha gustado mucho tu enfoque ciencia-ficción a algo tan básico como es oler. Pero cuánta razón... un olor te retrotrae a otro tiempo al momento. Y con más fuerza que casi cualquier otro sentido.
Ay los olores. Es exactamente como lo describes. Es como en las películas: plano picado al revés y de repente el mundo se para porque percibes ese olor tan familiar que despierta tantas cosas en tu cerebro. Probablemente la evolución nos ha hecho perder buena parte del olfato, pero todavía se conserva esa capacidad de asociar olores a experiencias del pasado.
David, espero haber hecho honor a eso que dicen, que la ciencia-ficción es la mejor manera de retratar la realidad de nuestro tiempo.
Nochu... ¿antes se olía más? No lo sabía... Pero supongo que es lógico, que en nuestras ciudades hay ya tantos olores que si no hubiéramos perdido un poco de olfato, nos volveríamos tarumbas percibiéndolo todo.
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