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Daniel Glattauer - Contra el viento del norte

En otras palabras: buscas algo. Llamémoslo aventura. Quien busca una aventura no está viviendo ninguna, ¿verdad?

Otro de esos libros que han pululado ante mis ojos muchos meses, más de un año, pero que sólo ahora leo. Esa portada de novelilla juvenil no le hace justicia, y tampoco ayuda mucho el título (el concepto "viento del norte" debe ser más evocador en Austria). Pero parece que los buenos libros acaban llegando a tus manos, a veces no sabes muy bien ni cómo.


Una suscripción a una revista ya no tan buena y un "tic" al escribir en el teclado del ordenador. Eso es todo lo que necesitan Leo y Emma para entrar en contacto. Un error que lleva a una frase especialmente llamativa, una frase que lleva a otra, surge el interés. E-mail a e-mail, entablan un "íntimo desconocimiento". Los protagonistas no intercambian tanto confidencias como pensamientos abstractos, intuiciones. No quieren hablar de sus problemas sino alguien que les diga buenas noches, o alguien de quien encontrar un mensaje por la mañana, al encender el ordenador.

Nos dedicamos a despertar la curiosidad del otro y a seguir alimentándola al no satisfacerla de manera definitiva. Intentamos leer entre líneas, entre palabras, y pronto entre letras tal vez. Hacemos grandes esfuerzos por juzgar bien al otro. Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros mismos.

El acierto de la novela es precisamente ese intimismo casi vulgar. No hay más narrador que ellos mismos, y Daniel Glattauer consigue crear la ilusión de que esas dos personas existen. Y quizá existen, en algún rincón del mundo, en cada rincón, a cada momento. Te sientes un hacker espiando el intercambio de e-mails entre dos personas que no se conocen. La lectura es ágil, trepidante incluso porque queremos saber más de esa historia de amor cibernética. Todos tenemos ese punto cotilla.

¿Leyendo estos e-mails asistimos a un enamoramiento o más bien a un proceso de idealización? ¿O es que acaso nunca nos enamoramos de una persona, sino de la idea que tenemos de ella, de lo que podría ser para nosotros, de las ilusiones que -ojalá- podría colmar? De ser así, las relaciones virtuales serían el paradigma del enamoramiento: son el medio perfecto para idealizar al otro. ¿Puedes sentir celos por culpa de alguien a quien no conoces? ¿Puedes sentir deseo hacia alguien cuyo aspecto desconoces? ¿Es posible que siempre queramos encontrar algo, incluso cuando no buscamos nada? ¿Es más cómodo -más seguro- conformarse con la idealización que ir más allá, atreverse a que las cosas se estropeen pero al menos disfrutarlas?


Son muchos los temas y las preguntas que van surgiendo indirectamente al leer  la correspondencia de Emma y Leo en Contra el viento del norte.Una novela epistolar del siglo XXI que, por suerte, jamás cae en la cursilería ni el romanticismo facilón. Eso sí: tiene segunda parte. Ya veremos, porque el final de la novela me parece perfecto, pero también me lo parecía el de Before Sunrise y eso no significa que Before Sunset me gustase menos. Me pareció incluso necesaria. Seguiremos hackeando sus correos...

Escribir es como besar, pero sin labios.

La pasión no es la falta de perfección, sino un continuo encaminarse y aferrarse a ella.

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6 comentarios:

David dijo...

Me lo apunto para leerlo en cuanto pueda. La reseña me ha llamado la atención y he ido a la web de Alfaguara para ver si podía leer un fragmento. Tienen disponible un avance en pdf y he de decir que su lectura engancha sin que te des cuenta. Debe de ser un libro que se lee en nada, de lo ameno que resulta. El tema además me interesa mucho, por lo que cuando lo lea, te dejaré algún comentario por aquí.

El hecho de ver qué nos atrae o seduce de las personas es fascinante y aquí parece que lo abordan bastante bien. Las preguntas que plantean, si surgen tras leer la novela, es más que interesante. En efecto muchas veces encontramos cosas sin buscarlas, algo que se aplica no solo a objetos, sino a personas también. De repente, sin buscarlo, nace una relación con alguien a quien conocías pero con quien nunca habías intimado, que deriva de una manera que ni pensabas, ni preveías ni querías de antemano, pero pasa. ¿Por qué? ¿Por un proceso de seducción "entre líneas"? ¿Por motivo propio? ¿De la otra persona? ¿De los dos? ¿Por idealización mútua?

Sea por el motivo que sea, da igual, el caso es que ocurre. Lo que ya no ocurre tanto es justo lo que dices en tu última pregunta, el que la gente se atreva a ir más allá de esa idealización. Bien porque no quieren estropearlo o bien porque no pueden por otros factores.

Alex Pler dijo...

Te garantizo que el libro se lee en nada, a la que te despistas ya lo has terminado. Engancha y al ser una sucesión de e-mails breves... el ritmo es aceleradísimo.

Por cierto, David... me tomaré tu respuesta de hoy como una señal. Muy significativas algunas frases que sueltas en relación a algo que me ha ocurrido a lo largo de esta semana. :)

David dijo...

Pues ayer mismo me lo compré, junto a dos ediciones de Nórdica Libros (Wakefield de Nathaniel Hawthorne y La noche de Guy Maupassant). Preveo que caerá en breve.

Y espero que la señal que te han supuesto algunas frases de mi anterior comentaro sea para algo positivo.

Alex Pler dijo...

Disfrútalo... dura un suspiro, pero ¡qué suspiro!

Lady Jane dijo...

Amo tanto este libro..., y no sólo éste, también Cada Siete Olas. Realmente la historia de Leo y Emmi no es fácil de olvidar... ni se desea hacerlo. Engancha desde las primeras palabras: "Quiero anular mi suscripción...", hasta las últimas: "Mil besos. ¡Y ven con hambre! Hasta luego, Leo".

Buena crítica.

Alex Pler dijo...

¡Gracias! Estoy esperando que me llegue "Cada siete olas"... ya colgaré crítica aquí cuando lo lea.

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