Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio
If you hit a wall, you push through it.
Esto de las adaptaciones de obras míticas es peliagudo. No siempre las buenas adaptaciones son fieles al material original (por ejemplo: en ciertas cosas la chocante -pero genial- película de "Sherlock Holmes" de Guy Ritchie es más fiel a los libros que lo visto en las famosas adaptaciones televisivas, sublimes a su vez). Soy bastante purista de las cosas que me gustan, pero no absolutista. Considero que hay que saber equilibrar muy bien la fidelidad con el querer aportar algo nuevo (ya que de lo contrario: ¿para qué adaptar?, para ver lo mismo me quedo con lo original).
Por suerte o por desgracia, esto es arriesgado de hacer y aún más difícil de que quede bien. Así que acudí temblando al cine para ver la primera película de Tintín. Quería confiar en Spielberg y Jackson, pero no descartaba encontrarme con algo puramente palomitero, americano. Hollywoodiense, vaya. Los tráilers invitaban a ello.
Los temores se despejan en los primeros cinco minutos. Unos títulos de crédito sublimes (a nivel visual pero también sonoro: gran música jazzística de John Williams), plagados de guiños y detalles que continuarán apareciendo a lo largo de todo el metraje. Y justo después, un homenaje a Hergé que me pareció tiernísimo. Era como si quisieran dejar muy claro que no sólo conocen el material original, sino que también lo van a respetar.
La técnica que han utilizado (animación a partir de capturas de movimientos de actores reales) da unos resultados espectaculares. Eso sí: a la hora de caracterizar a los personajes, quedan mucho mejor todos los que conservan un punto de caricatura y huyen del realismo: Haddock, Hernández y Fernández (para mí siempre Dupond y Dupont), Dr. Sakharine, la Castafiore, Néstor, la tripulación del barco, los numerosos secundarios... todos ellos parecen recién salidos de las viñetas de Hergé. Es precisamente en el dúo protagonista, Tintín y Milú, donde algo no termina de encajar, quizá ese intento de hacerlos realistas. Aún así, te acostumbras pronto y, la verdad, sería difícil imaginar un resultado más satisfactorio. Las personalidades de todos los personajes están clavadas: ninguna queja en ese sentido (Haddock, por supuesto, se lleva las mejores frases).
Pero donde brilla especialmente la película es a la hora de combinar acción, misterio y comedia. Conservan el humor de las viñetas originales (enredos, golpes, casualidades fatales) pero le suman un plus de espectacularidad gracias al amplio presupuesto con el que cuenta una película de la industria norteamericana. Y así consiguen secuencias de acción deslumbrantes, adrenalínicas, que mejoran aún más un material, el de Hergé, que sobre papel ya era emocionante y espectacular y peliculero (persecuciones y cliffhangers página tras página). Se riza el rizo continuamente. Saltos temporales, planos secuencia, duelos a gran escala, transiciones de plano a plano... todo es puro ejercicio de espectáculo visual, aprovechando la ausencia de límites de la animación. Es como si Spielberg estuviera incluyendo todo lo que no podría en una película de Indiana Jones. Nada se le resiste.
Aunque la película use el título del cómic "El secreto del Unicornio", también adapta otros dos álbums: "El cangrejo de las pinzas de oro" (y mucho, no sólo una escena como se creía al principio) y, casi de refilón, "El tesoro de Rackham El Rojo" (es de este álbum del que echo en falta más elementos, como el mítico submarino con forma de tiburón). Pero curiosamente, la mezcla de argumentos no sólo es convincente, es que incluso en esos momentos donde se atreven a inventar escenas, sigues sintiendo que estás ante una película de Tintín, una aventura de Hergé, con sus personajes carismáticos, sus paisajes exóticos y sus aventuras sin respiro.
Id sin miedo: si ya os gustaba Tintín, os encantará la película. Y si no lo conocíais, al terminar la proyección correréis a la tienda de cómics más cercana. Bravo.
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