Right in front of you
Ya lo decía Sherlock Holmes. Tienes que fijarte en los detalles pero sin perderte en ellos. Mantener la visión general. Recordar que cada detalle es sólo otra pieza, no un todo que deba pesar más que el resto. Como en los museos, a veces hay que dar un paso atrás para apreciar el cuadro en todo su esplendor.
Ayer descubrí un portal precioso en una calle que frecuento. Es un portal antiguo, seguramente centenario, de hierro forjado, con un dragón. Nunca lo había visto. Al pasar por ahí me fijaba en la tienda de al lado, soltaba una risita porque tenía un nombre gracioso. Y me perdía el portal, tan vistoso. Tan fotografiable. Ayer, en cambio, como iba hablando, no me fijé en la tienda sino en el portal.
Pero así somos. Tan preocupados por la mota de polvo que no apreciamos la majestuosa estantería en la que se ha posado. Los libros que hay en ella. Las lecturas que nos ofrecen, la chimenea que hay debajo, y el espejo, y la enorme habitación que refleja, la puerta entreabierta. Tantas cosas cerca y tu dedo sólo señalaba el polvo.
Si hay mar, no contemos las gotas. Exploremos las olas, las profundidades, las orillas, todos y cada uno de los rincones a nuestro alcance. Disfrutemos el sabor de la sal, la frescura del agua, el tacto de las algas que se escurren, la puesta de sol en el horizonte, el canto de las gaviotas. La certeza de que navegamos juntos. Suma los detalles: 2 y 2 son 4. Siempre lo supiste, ya es hora de que te lo creas.
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