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The Hole

Fui sin saber nada. Y creo que es lo más recomendable, ir a ciegas, como haces las mejores cosas por primera vez. Que un par de amigos te digan que te encantará, que se ve buen "material" (escribiría "pollas", pero no quiero sonar zafio puesto que este espectáculo no lo es), que suena buena música. Nada más.


Y ya no haría falta ninguna reseña. Darías un salto de fe. Pero cuesta darlos, estos saltos, nadie los da, necesitamos muchos motivos para sentirnos con el ánimo de ser valientes. Muchas excusas. Y justo eso pretende The Hole: que te dejes de excusas y tabúes y des los saltos que tengas que dar. "Hay que estar en el agujero para poder decir que has vivido", es el lema vital de los personajes que habitan este cabaret.

Ellos te sorprenden con cada número. Te emocionan en más de un momento, te hacen saltar de la butaca, te excitan. Y te hacen reír (con La Terremoto de Alcorcón a bordo, no podía ser de otra manera, claro). Quieren que les veas desnudos y que les toques. Se muestran tal como son bajo todas las máscaras y capas de ropa. Exhiben todo lo que son capaces de hacer. Lo mismo que harías tú sin tantos remilgos y más libertad.


Dos horas que empiezan con un temazo como Blind, capaz de aportar clase a cualquier evento y que terminan con todo el teatro en pie, aplaudiendo, aunque ya lo han hecho otras muchas veces a lo largo de la noche. En fin: ve sin miedo. O con un poquito de miedo y algo de intriga y unas gotas de recato, dispuesto a que te lo arranquen de cuajo.

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La dona vinguda del futur

"T’equivoques si només veus un sol color..."

Había ganas de ver La dona vinguda del futur. Un musical con canciones a cargo de Guille Milkyway tenía que ser poco menos que la séptima maravilla pop. Y así fue. Vestuario colorista, coreografías sencillas pero con mucho desparpajo, proyecciones retro a cargo de Lyona y, sobre todo, la música al servicio del texto de Marc Rosich.


La historia es infantil, sí, pero no trata al espectador como si fuera un niño y hay suficientes guiños picantes y críticos para que el adulto se sienta parte del espectáculo. Se ponen en cuestión los valores de esas familias tradicionales que no hacen caso a sus hijos y caricaturiza la televisión actual y el consumismo sin criterio.

Pausa publicitaria #1.


Pausa publicitaria #2.

Pero sobre todo defiende la imaginación, el optimismo y la búsqueda de nuevas perspectivas a la hora de enfrentarse a las situaciones que se van presentando por la vida. Invita a conjugar ciencia con intuición, Albert Einstein con la purpurina eurovisiva. Un musical, en fin, inspirador en estos tiempos de crisis.


Como les pasa a los personajes de la obra, se te van los hombros y los pies al ritmo de las canciones. Son 6 completas y otras tantas entre jingles y versiones. Desde esa reinvención bailable del Amo a Laura que es Som una família tradicional al apocalipsis Disney de El targeter cromàtic, las melodías pegadizas inundan el escenario.

Mi favorita: Tot és relatiu, que supera el tema homónimo de Fangoria y además tiene la mejor coreografía y la proyección más vistosa. Para una futurible adaptación al castellano, espero que sean más listos y que a la salida de cada representación, vendan un EP con las canciones de la obra. Todos salíamos cantando, por algo será.


STOP! S'han acabat els drames
STOP! Ja no cal patir per les taques
STOP! Xocolata, greix, melmelada
Digueu-los STOP! BYE-BYE! d'una vegada

(Puedes descargar canciones completas, fragmentos y vídeos en la web del TNC.)

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Smiley. Una història d'amor

Me siento vacío cuando salgo del teatro. Eso le decía ayer a unos amigos, a punto de entrar todos al Espai Lliure para ver Smiley, de Guillem Clua. Y es que por buena que sea una obra, nunca me siento satisfecho; será que luego no puedo comprar el DVD, como en el cine. Ayer no fue así: salí del teatro completamente extasiado.


Hora y media de comedia romántica, con todos sus tópicos y giros inesperados. Los ingredientes: un guión preciso, lleno de frases mordaces, dos buenos actores y un escenario camaleónico: bar del Gaixample, piso compartido, aeropuerto. Mucha autocrítica del mundo gay y las redes sociales pero una misma búsqueda.

Una apuesta por el amor en mayúsculas, por el optimismo, por la magia, por las puertas abiertas, por las diferencias y el aprendizaje que conllevan. Todas esas cosas que Àlex y Bruno habían olvidado porque a veces parece más sencillo tirar la toalla. Cuando en realidad todo se reduce a sentir. Confiar en eso que sientes y actuar en consecuencia: llamar, escribir, sonreír. Y hacerlo a tiempo.


Hoy dan su última función, después de una exitosa andadura de cuatro meses por la Sala FlyHard y el Espai Lliure, agotando casi a diario. Por eso, estoy convencido de que pronto estarán en nuevas salas y llegará, por qué no, una versión en castellano. Así que si en el futuro tienes la oportunidad de verla, adelante. La química del sexo, la chispa y las carcajadas, las lágrimas se notaban desde la butaca. Te llenará.

EDIT: Me informan que la obra pasa al Club Capitol. Del 14/03 al 28/04.

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Els nostres tigres beuen llet

Albert Espinosa ya es habitual en este blog. Con sus libros y películas y ahora, también, una obra de teatro. Sus obras siempre llegan a tu vida cuando tienen que llegar. Esta vez fue por sorpresa, una amiga tenía dos invitaciones. Con ella que comparto comidas especiales; de hecho, al final de la primera comida ella acabó comprándose El mundo amarillo.


Y ahí estábamos ayer, año y medio después, expectantes en nuestras butacas del TNC. Els nostres tigres beuen llet. No sabíamos nada. Intuíamos una obra juvenil: por las fotos promocionales, por buena parte del público, que venían directos de clase. Y pareció confirmarlo una primera escena en un campo de futbol. Pero no.

Es una obra dura. Durísima. Seis hermanos obligados a dejar atrás la adolescencia demasiado deprisa y seis adultos enfrentados a sus demonios interiores. Tienes que haber vivido para entenderlo. Flashbacks, metateatro, escenas muy impactantes que saben sacar partido de una escenografía menos minimalista de lo que parecía al principio. Siempre hay sorpresas. Y buenos actores.


Al final, la catarsis. Sales de la sala en shock, como después de una larga y extrañamente reparadora ducha fría. A finales de mes volveré a verla con otra amiga también muy pro-Espinosa. Lo agradezco, porque ciertos diálogos y momentos tengo que acabar de digerirlos. Pero si algo tengo claro es que hay que vivir. Sin rencores y disfrutando al máximo. Quizá algún día no vuelves a levantarte.

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Gang Bang (Obert fins a l'hora de l'Àngelus)

El mundo ha acabado. Es terrible no tener nunca suficiente.

La polémica vende. Y polémica es lo que han buscado con esta obra. Desde el propio título hasta la ambientación: situar la acción durante la visita del Papa a Barcelona. Las malas lenguas dicen que incluso el famoso incidente en que dos espontáneos interrumpieron una de las primeras funciones al grito de "¡Viva Cristo Rey!" fue un montaje para compensar las malas críticas del estreno. No me extrañaría: ya es casualidad que esas personas irrumpieran justo el día que estaban allí las cámaras de BTV y que además pudieran salir sin ser identificados de una sala cuyo pasillo es tan largo como estrecho y te obliga a pasar junto a numerosos miembros del personal del teatro. Pero en fin, no nos vamos a caer ahora de un guindo, ¿verdad?


Lo triste es que, por lo general, estas polémicas se hacen cuando no hay nada más que ofrecer. El mensaje es tan vacío que hay que ponerle un envoltorio que dé que hablar. Un ejemplo reciente: Lady Gaga y su refrito "Judas". Y digo que lo de "Gang Bang" es triste porque detrás de tanta polémica, detrás de todas esas escenas escatológicas, lluvias doradas, actores en calzoncillos, slings, puños, cadenas, chistes sobre la Iglesia y demás intentos de transgresión, se esconde una buena historia. La polémica la lastra. La polémica y la pretenciosidad: demasiados personajes, demasiadas líneas de acción simultáneas, demasiadas tintas cargadas contra demasiados frentes.

Le quitas todo eso, y te queda la emocionante historia de unas personas atrapadas en la oscuridad de un local llamado "La Luz". Allí, esperan furiosamente un último tren que les saque de una vida que no les gusta. Todos acumulan frustraciones, todos buscan algo allí que nunca van a encontrar, y lo saben perfectamente pero dejan que las horas pasen confiando estar equivocados. Todos necesitan un cambio en su vida, todos culpan a los demás de sus desgracias, todos dan vueltas sin rumbo a lo largo y ancho de La Luz. Todos se sinceran con desconocidos porque eso es más fácil que sincerarse con uno mismo. Necesitan un milagro. Pero ¿existen los milagros? Quizá.


Me quedo con el personaje de Adela (enorme Àngels Poch), la dueña de ese local donde los hombres van a desahogar su sed de sexo. Ella es la que tiene las mejores escenas y la que pronuncia las mejores frases. Gran momento cuando descubres que la mujer se ha tatuado los nombres de los hombres que la han traicionado a lo largo de su vida, para no olvidarlo y no perdonárselo a sí misma. Adela también asegura que se fía sin problemas de toda esa gente influyente que acude anónimamente a su local: "De los que se desahogan te puedes fiar. Los peligrosos son los otros, los que se reprimen; ya sabes cómo acaba eso."

Pero su gran discurso lo pronuncia a media obra y para mí resume perfectamente de qué va "Gang Bang" debajo de todo ese maquillaje. He intentado buscar las frases exactas por Internet pero no lo he conseguido, así que voy a recrearlo de memoria. Espero encontrar el texto original algún día, porque es un monólogo fascinante. Verdades como puños.

Te pasas toda la vida esperando a que ocurra algo, una señal, que llegue esa fecha concreta. El 11 del 11 del 11, por ejemplo. Ése día será único, por fuerza tiene que ocurrir algo. Tu vida cambiará. Seguro. Pero luego llega ese día, y no pasa nada, todo sigue igual que siempre. Así que continúas adelante, como siempre, y te inventas una nueva fecha mágica en la que depositar todas tus esperanzas.

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Historia de un parque

Barbra Streisand, tú eres diva como yo...
Ayer me reí como hacía semanas que no me reía gracias a la obra "Historia de un parque". Buena compañía, una sala acogedora, un público lleno de monumentos y de "señoras que", un escenario, un banco, una farola. Y tres actorazos defendiendo con ganas un buen texto.

El punto de partida: tres hombres practicando cruising en un parque, por la noche, cuando ya no queda rastro de las familias con niños y las parejas de enamorados que lo habitaban de día. Pero la obra no se centra en lo excitante o escabroso que pueda ser el sexo anónimo detrás de unos matorrales, sino en los deseos y los frustraciones de esos tres personajes, sus tres formas de encarar la vida, su supervivencia a base de mentir y disfrazarse. Y al fin y al cabo, se trata de comprobar cómo al final nadie somos tan diferentes. Todos somos esclavos de nuestras pasiones y de nuestros miedos, y por más que intentemos engañarnos y rebelarnos contra ello, todos necesitamos sentir un poco de cariño.

La obra es muy divertida, con grandes escenas y diálogos y monólogos hilarantes, aunque por supuesto no faltan los momentos más serios y emotivos. Los tres actores lo bordan: Ramón Reche (Jonás, "el duro, pero..." - buf!, podría enamorarme), Álex Molero (Gabi, "el ingenuo" - monísimo, y con un cambio del personaje muy bien defendido), y Antonio Nieves (Ángel, "el plumífero"... enorme, genial, a ratos lleva todo el peso y con él las carcajadas están aseguradas). Se nota la ilusión de los 3 en la obra, tienen muy buena química entre ellos y una complicidad con el público muy de agradecer. A destacar también los momentos musicales (personalmente, me quedo con el breve uso de la versión de "Somewhere" de Pet Shop Boys, pero todos son brutales).

Recomiendo ir a verla incluso si el tema del cruising ni te va ni te viene. La mejor prueba: las señoras que teníamos detrás no paraban de reír (fan de ellas). Al fin y al cabo, ese tema es sólo una excusa para reír y hablarnos de todos nosotros.

No os la perdáis si queréis pasar un rato más que agradable. Más información en su blog oficial.