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Bret Easton Ellis - Menos que cero

Imágenes de chicos de mi edad que levantan la vista del asfalto y quedan cegados por el sol. 

Hace ya dos meses que me releí este título de Bret Easton Ellis, pero sin darme cuenta había ido demorando su crítica hasta que el otro día vi que aún no estaba publicada y pensé: "No puede ser". Cuando lo descubrí en su día, hace ya muchos años, venía de devorar "American Psycho", pero no por ello me impactaron menos los escarceos sin rumbo de este grupo de adolescentes a las puertas de la edad adulta. Unas puertas de las que no tienen las llaves y contra las que se dan cabezazos hasta sangrar. Están solos. Solos porque, como anuncia la apoteósica frase inicial (y Bret Easton Ellis es un genio a la hora de elegir las frases que abren sus libros), "A la gente le da miedo mezclarse".


La novela empieza suave, pero escena a escena, se va volviendo más cruel y explícita. Primero, para que te sientas cómodo en tu nueva habitación de hotel, te presenta la cama: grande, muy señorial, con cabecero de oro y deslumbrantes sábanas de seda. Luego, sin que te des cuenta, alguien levanta esas mismas sábanas para que contemples horrorizado lo que escondían: manchas en el colchón, manchas de sangre, comida, sexo y cosas peores; también cadáveres en vida, demasiado jóvenes para serlo pero cadáveres al fin y al cabo.

Son jóvenes que avanzan hacia adelante, conducen muy deprisa: para no tener que preocuparse de nada más, para no tener que contemplar el paisaje que los rodea, para no tener que mezclarse con el resto del tráfico. Están atrapados; lo saben, pero procuran encontrar formas de olvidarlo. Dinero para sus caprichos y sus drogas no les falta: sus padres son como un cajero sin fondo. Estos jóvenes lo tienen todo, excepto algo que perder. Bret Easton Ellis no intenta que los comprendas ni que sientas lástima por ellos. Tan sólo te muestra cómo gritan "Auxilio" con la angustia de saber que ni siquiera tú, su lector, podrás tenderles la mano. Las frases incisivas del autor van pelando, troceando, desmenuzando sus vidas, despojándolas de la poca humanidad que les quedaba, hasta que no queda más que unas tristes pepitas mal colocadas en el centro de un corazón marrón.


A menudo se define "Menos que cero" como un retrato generacional de la Generación X. Pero excepto una MTV que ya apenas emite vídeoclips en favor de reality shows clónicos y unas conversaciones banales sustituidas por estados banales en Facebook y Tuenti, no creo que hayan cambiado tanto las cosas entre los jóvenes de los 80 y los de la actualidad. Supongo que por eso la novela es ya un clásico moderno: sigue teniendo plena vigencia.

Alguien ha escrito "Auxilio" muchas veces con lápiz rojo en la mesa con letra infantil y hay números de teléfono alrededor de los veinte "Auxilio" y muchas palabras ilegibles alrededor de los números de teléfono.

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2 comentarios:

saelae dijo...

Es la mejor reseña que leì del libro..

Me pasó algo extraño con él..
Esas frases, sueltas, se hicieron, o le dieron voz a pensamientos y sentimientos propios.
El libro me marcó. Pero no tanto por su contenido.
Sino por esas oraciones tan acertadas que ganaron fuerza con los años.. Como si se hubiesen afincado en mi mente..

Saludos.

Alex Pler dijo...

Muchas gracias por el comentario. A menudo, las frases de Ellis son como lemas que se quedan en el cerebro, me parece normal ese efecto que han tenido en ti.

Si no has leído nada más de él, te recomiendo continuar por American Psycho, por ejemplo. O "Dormitorios imperiales", la continuación de "Menos que cero".

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