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Just say yes

"¿No le interesa probar?": en mi antiguo trabajo estaba vetado preguntar eso porque al empezar la pregunta con un "no" invitabas a que te respondieran justo eso: "No". "No me interesa probar." Así, debíamos recordar que la pregunta más recomendable siempre era: "¿Verdad que le parece interesante probar?". En realidad estabas preguntando lo mismo, pero predisponiendo a la persona a responderte "Sí". O eso decían mis jefas. También recomendaban evitar los verbos conjugados en condicional: había que mostrarse seguro de uno mismo.

Yo me mantenía escéptico, me parecía una chorrada que algo tan simple como el vocabulario modificase hasta ese punto la voluntad del cliente. Eras buen vendedor o no lo eras, querían comprar o no querían comprar. Nada más. Pero pronto me di cuenta de que precisamente sólo eran los buenos vendedores los que seguían -a menudo inconscientemente- esas pautas, esas frases positivas. Y con los años he comprobado que todo esto también se puede aplicar al día a día de cualquier persona. Me gusta pensar que de un trabajo como aquél he podido extraer como mínimo una enseñanza tan útil.


Los buenos escritores lo son, precisamente, porque han sabido elegir las mejores palabras, o incluso las únicas palabras posibles, para transmitirle al lector exactamente lo que querían, y tal cómo querían. De esa capacidad para elegir palabras depende su talento. Sí, mis antiguas jefas tenían razón: las palabras son muy importantes. Se puede decir lo mismo de muchas formas, pero cada una expresará esa misma cosa con un matiz muy distinto. No es exactamente lo mismo decir "No me gusta nada la cerveza sin alcohol" que decir "La auténtica cerveza tiene que llevar alcohol, es mucho más buena así", ni tampoco decir "Odio la telebasura" que decir "Me río más con las reposiciones de comedias".

Si siempre te estás quejando o compadeciéndote de ti mismo, si en todas tus frases utilizas negaciones y expresiones "oscuras", al final es tu mirada del mundo la que se empaña de tanta negatividad y se ennegrece, como si lo contemplaras todo a través de unas gafas de sol tan opacas que no te permiten disfrutar la experiencia entera, colorista y brillante. No sólo eso: las palabras que decimos y escribimos nos desnudan ante los demás, determinan la visión que ellos tienen de nosotros. ¿Cómo van a pensar que eres optimista si siempre te quejas, si no dejas espacio para un mínimo de color? ¿Cómo te va a querer alguien si en vez de sonreír y hacer reír a los que te rodean, vas lamentándote por cada rincón? ¿Cómo te van a invitar a la prom night? ¿Cómo van a querer compartir piso contigo? A menos que seas emo y vivas rodeado de emos, a nadie le gusta la gente triste.


Así que, además de todos los pequeños trucos que comentaba el otro día para cambiar de chip, os animo a reducir las quejas y lamentaciones de vuestra vida diaria. Cambiad los "no" por "sí", los "no me gusta el helado de chocolate" por "prefiero el helado de limón", los "detesto la playa" por "qué bien se está en la montaña". Quitaos esas gafas de sol imaginarias. Abrid bien los ojos, contemplad y disfrutad de lo que os rodea. Coged un caleidoscopio si hace falta, quizá os ayudará a encontrar siempre las palabras correctas. Los problemas seguirán ahí, claro, nada los borrará, pero al hablar y escribir en clave positiva, en seguida aparecerán ante vuestros ojos cosas buenas, y estas cosas buenas os darán fuerzas, y esas fuerzas os harán sonreír un poquito más. Y de esa sonrisa sólo podrá brotar un bonito "sí". Ésa y no otra es siempre la palabra que precede a nuestros mejores momentos. Sí.

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4 comentarios:

Risas de fondo dijo...

Últimamente he notado mucho eso en los demás, supongo que porque yo mismo estoy intentando ser positivo me llama mucho la atención cuando veo a los demás quejarse.... y se quejan mucho, por cierto!! Pero bueno, igual yo mismo caigo también en esto y no me doy cuenta, intentaré esta atento y seguir tus consejos, a ver qué tal!!

Lidia dijo...

Tu entrada de hoy me ha hecho recordar algo q dejó mi hermana en su muro y q me gustaría compartir.
"Hoy me desperté y al fin pensé. Si, es la primera vez que al abrir los ojos he pensado, pero no de cualquier forma, dejando que cualquier pensamiento llegue hasta mi mente y tenga la posibilidad de recrearse en mí y, quizás, fastidiarme el día. No, hoy voy a escoger lo que quiero pensar. Así pues: ¡que bien es lunes y tengo trabajo! En vez de, lunes y tengo que madrugar para ir a trabajar, ufff……. Hoy pienso que tengo el dinero suficiente para hacer mis comprar de forma inteligente, en vez de, no tengo dinero para comprar lo que quiero. Hoy pienso que tengo tiempo para dedicarme a mí misma, en vez de, hoy también estoy sola. Hoy pienso que soy una mujer con curvas que está en su peso, en vez de, ¡coño, estoy gorda! Hoy pienso que es un gran día que voy a aprovechar, en vez, ¡ vaya un día que me espera! Hoy pienso que suceda lo que suceda todo depende de mí, así que pienso tener un gran día."
Redondo.

Leo dijo...

Guau... Justo iba a escribir de eso mismo :D
¡qué simbiosis!

Alex Pler dijo...

Daniel, yo también lo estoy notando. Lo fuerte es que incluso noto que se queja mucho gente a la que hasta hace poco consideraba muy optimista...

Lidia: gracias por compartir el precioso texto de tu hermana. Estoy completamente de acuerdo con ella. Así hay que tomarse las cosas. Cuando se me estropeó el netbook la semana pasada no pensé en quejarme, sino en tirar de visa y comprar otro mejor. Eso hice.

¿En serio, Leo? Curioso. De todos modos, no te cortes y escribe lo que tenías pensado.

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