Everybody's raised in blindness
El otro día, navegando por Internet en busca de información sobre un cuadro que me había llamado la atención, me encontré con "El reflejo", un cuento de Oscar Wilde que invita a reflexionar acerca del amor. Curiosamente, Paulo Coelho lo utilizó para el prólogo de su novela "El Alquimista".
Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado. En el lugar donde cayó, nació una flor, a la que llamaron narciso.
Cuando Narciso murió, llegaron las Oríades -diosas del bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántaro de lágrimas saladas.
-¿Por qué lloras? -le preguntaron las Oríades.
-Lloro por Narciso -respondió el lago.
-Ah, no nos asombra que llores por Narciso! -prosiguieron ellas-. Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenia la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
-¿Pero Narciso era bello? -preguntó el lago.
-¿Quién sino tú podría saberlo? -respondieron, sorprendidas, las Oríades-. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días.
El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo:
-Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuera bello. Lloro por Narciso, porque cada vez que él se inclinaba sobre mis márgenes yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza.
(Oscar Wilde, "El reflejo")
Tras una lectura superficial, se podría pensar que el lago era tan narcisista como Narciso. Pero yo no lo veo así. Narciso estaba tan borracho de sí mismo que acabó ahogado; para él no existía nada más que él mismo. En cambio, el lago entiende que el amor verdadero es ése que gracias a su compañía te ilumina, con su mirada te das cuenta de tu propia belleza y valía. Creces.
Todo lo contrario de esa idea de amor que nos inculcan desde pequeños: ese amor que exige sacrificio, sufrimiento, someterse al otro, diluir nuestra personalidad, reducirnos a la nada ("sin ti no soy nada"). Si alguien os pide que cambiéis, es que no os quiere de verdad; os está pidiendo ese cambio a vosotros para que su propio reflejo sea más bonito, no para que vosotros brilléis más. El amor son dos bellezas que no están juntas por ser bellas pero se recuerdan la una a la otra que lo son; son dos bellezas que reflejándose mútuamente se potencian, no se absorben. No es lo mismo necesitar a alguien para sentirse bello que necesitar a alguien para saberse bello.
Todo lo contrario de esa idea de amor que nos inculcan desde pequeños: ese amor que exige sacrificio, sufrimiento, someterse al otro, diluir nuestra personalidad, reducirnos a la nada ("sin ti no soy nada"). Si alguien os pide que cambiéis, es que no os quiere de verdad; os está pidiendo ese cambio a vosotros para que su propio reflejo sea más bonito, no para que vosotros brilléis más. El amor son dos bellezas que no están juntas por ser bellas pero se recuerdan la una a la otra que lo son; son dos bellezas que reflejándose mútuamente se potencian, no se absorben. No es lo mismo necesitar a alguien para sentirse bello que necesitar a alguien para saberse bello.
2 comentarios:
Q bonita reflexión. Sí, el amor de verdad te hace crecer como persona, nunca menguar.
¿Verdad? Gracias por haber apreciado el cuento del maestro Wilde. (L)
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