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Oscar Wilde - El arte de conversar

Mucha gente actúa bien pero muy poca gente habla bien: eso demuestra que hablar es, con mucho, más difícil que actuar, y muchísimo más admirable.

Lo malo de Oscar Wilde es que nos dejó solamente una novela, tres libros de relatos y cinco obras de teatro (eso sin contar sus artículos, poemas y cartas, claro). Lo bueno es que todos ellos son brillantes. Precisamente porque sus obras completas se pueden reunir en un único volumen y no hay mucho por (re)editar, me pareció muy interesante una iniciativa editorial como "El arte de conversar" que, lejos de ser un ensayo sobre el tema del título, es una recopilación de la maestría oral de Wilde: veintisiete relatos breves con los que le gustaba entretener a la gente con la que mantenía conversaciones y cientos de sus ocurrentes aforismos (muchos extraídos de sus obras escritas y otros inéditos al haberlos improvisado mientras hablaba).


Así, los cuentos incluidos en el libro no los escribió el propio Wilde de primera mano, sino que los recogieron sus amigos, admiradores y conocidos en cartas, biografías, etc... Fascinados todos ellos por sus ocurrencias y sus dotes para hechizar a los interlocutores, no querían que se perdiera el talento de este gran narrador oral. Por eso, se agradece el trabajo de investigación, se agradece la intención de acercarnos a la magia que se debía de desplegar en aquellos salones literarios mientras Wilde hablaba y los demás escuchaban, pero la verdad es que esta colección de relatos orales resulta algo pobre si la comparamos con los que nos dejó escritos. La mayoría de cuentos incluidos no son más que anécdotas más o menos graciosas y otros apenas son el germen de ideas que desarrollaría en sus obras más famosas. Hay algún relato a rescatar, como "La ilusión del libre albedrío", "La moneda falsa" o "La resurrección inútil", pero son los menos. Eso sí: todos tienen el mérito de la improvisación.

Los aforismos, por su parte, sí conforman una colección extensa y valiosa, dividida en numerosos temas (dinero, literatura, hombres, mujeres, política, arte, trabajo, belleza, amistad...). Todas las obras de Wilde, todas las páginas incluso, rebosan de frases que subrayar, y aquí se recoge una buena muestra de sus frases lapidarias, con el añadido de que, en castellano, muchas de ellas son exclusivas de este volumen. Conviene tener esta colección de aforismos a mano, porque Wilde siempre aporta algo de luz y mucho de sabiduría. A destacar también los extractos de dos de los juicios que sufrió el escritor: con qué fina ironía y con qué valentía le respondía al juez.


Como suelo hacer con este tipo de libros, os dejo con una selección de las mejores citas. O como mínimo, las que más me han llamado la atención ahora; en otra época de mi vida, seguro que me habría fijado en otras.

Barnizar es el único proceso artístico con el que están realmente familiarizados los miembros de la Real Academia.

El verdadero artista es un hombre que cree absolutamente en sí mismo porque es absolutamente él mismo.

La mayoría de nuestros retratistas modernos están destinados al olvido. Nunca pintan lo que ven; pintan lo que el público ve. Y el público nunca ve nada.

Vivir es la cosa más rara del mundo. La mayoría de la gente sólo existe.

La vida no es compleja. Nosotros somos los complejos. La vida es sencilla y lo sencillo es lo correcto.

En París se puede perder el tiempo deliciosamente, pero nunca el camino.

No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo.

Si uno no puede disfrutar un libro una y otra vez, no tiene sentido leerlo.

Es difícil no ser injusto con aquello que se ama.

Siempre hay algo ridículo en las emociones de la gente a la que dejamos de amar.

Hay cierta fatalidad con los buenos propósitos, y es que se piensan demasiado tarde.

La única diferencia entre un capricho y una pasión para toda la vida es que el capricho dura un poco más.

El asesinato es siempre un error. Uno nunca debe hacer algo que no se pueda contar después de la cena.

La única diferencia entre el santo y el pecador es que el santo tiene un pasado y el pecador un futuro.

El egoísmo no es vivir como uno quiere, sino pedir a los demás que vivan como uno quiere.

Cualquiera puede simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero se requiere de una naturaleza muy superior para simpatizar con el éxito de un amigo.

Hoy los pícaros parecen tan honestos que la gente honesta, para diferenciarse, se ha visto obligada a vestir como los maleantes.

Una verdad dejar de serlo cuando más de una persona cree en ella.

Soy la única persona en el mundo a la que me gustaría conocer por completo, pero no veo la oportunidad para que eso suceda ahora.

Tengo los gustos más sencillos: siempre me quedo satisfecho con lo mejor.

Conviene recordar que Oscar Wilde siempre tiene razón.

btemplates

2 comentarios:

pepeace dijo...

Un tipo grandioso, ciertamente, y unas obras (al menos las dos que me he leído) muy interesantes. Y diferentes, hay que remarcar!

Leí el Retrato de Dorian Gray de más pequeño, y alucinado de lo denso y complicado que me pareció en aquel momento, volví a leerlo hace poco y lo disfruté como nunca. Como dices, dan ganas de subrayar las numerosas frases y genialidades que te encuentras a cada página. Y de los que has comentado como más remarcables, no me he leído ninguno! Habrá que ponerse las pilas.

En fin, como citas en una: Si uno no puede disfrutar un libro una y otra vez, no tiene sentido leerlo.

Buen texto!

P.D.: Te he escrito antes que aquí en la anterior entrada, la de Friends. Ya me disculpo por la extensión de ambas firmas, cuando escribo disfruto! Jaja.

Alex Pler dijo...

Pues de Wilde te recomiendo continuar por sus obras de teatro, después por 'De Profundis' (carta, confesión y examen de conciencia... demoledor) y ya rematas con sus cuentos.

Y no te disculpes por una respuesta larga, hombre. Me gusta escribir, sí, pero aún me gusta más leer ;)

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