Javier Montes - Los penúltimos
Lo decía el otro día: me gusta comprar libros por impulso, guiado por poco más que una reseña. Como es lógico al ser librero, mi proceso de "comprar libros" ya no es tan romántico como antaño (no tengo que ir a la tienda y revolver entre mil estanterías: los pido directamente al distribuidor, espero un par de días a que me lleguen y me los llevo a casa sin pagar). Pero al fin y al cabo, lo que importa es el libro. Abrirlo y sumergirme en sus páginas, ser uno más de los personajes (uno silencioso, eso sí).
"Los penúltimos" lo compré de rebote, al leer una prometedora crítica del nuevo libro del autor, "Segunda parte" (que también me compré y aún no he leído). Estaba hojeando la Qué Leer en busca de novedades de literatura oriental y no encontré ninguna, así que cotilleé por curiosidad el resto de novedades y comentarios. Y, claro, además de lo interesante que parecía ese libro por lo que decía la crítica, me enamoré de esta foto:
De "Los penúltimos", antes de empezarlo, ya me apasionaba el título, me apasionaba la portada y me apasionaba la sinopsis:
Hace tiempo que la actriz sin nombre –o con demasiados nombres– que protagoniza esta novela dejó de creer en lo que la gente se dice con palabras. Pero no ha renunciado a inventar trucos turbios para esquivar la soledad y encontrar una manera de comunicarse y hasta de amar a su medida: según sus propias reglas y durante una única noche de amor –eterna mientras dura, como en los cuentos– en la que droga y duerme a sus elegidos.
Su método bien ensayado falla cuando conoce a Pedro, un chico que habla poco pero no se resigna al papel sin frases que le impone. Así empieza una historia apasionante de búsquedas y pérdidas por un Madrid misterioso y nocturno, poblado de personajes que sienten en la espalda el roce triste de la soledad y huyen, cada uno a su manera, hacia adelante. Lo dice la protagonista: “Hacia dónde más se puede huir”.
Enseguida había visto que era buen arreglo seguir a la chica: estar con ella sin estar del todo, tenerla a la vista y olvidarse de lo demás para poner todo el empeño en no perderla de vista. Seguirla porque sí era algo que hubiese podido hacer mucho tiempo: resultaba mayor el gusto de hacerlo que la curiosidad por ver dónde acababan, en el fondo.
(...)
Ahora se daba cuenta: la había perseguido, al final. Ya no bastaba con seguirla. Eran muy diferentes una cosa y otra, claro, porque se persigue para alcanzar.
(Javier Montes, Los penúltimos)
2 comentarios:
Lo añado a la lista de libros pendientes, para cuando acabe "La Campana de Cristal".
De la Soledad de Numeros Primos sólo puedo decir que me maravilló, ya se lo he regalado a 3 personas. No me gustaba tanto un libro desde mi adorado Kundera y su Insoportable Levedad.
Praga I'll be back...!
Ya contarás... "La soledad de los números primos" es un libro que todo el mundo debería leer, aunque muy pocos captarán su esencia. Yo aún no lo he regalado, pero lo recomiendo a menudo.
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