Este blog se ha trasladado, buscando el nuevo blog...

Pages

Sometimes you're better off dead, there's a gun in your hand and it's pointing at your head

"No era el sonido de un avión." Así arranca "Azul casi transparente" (Ryu Murakami), el libro que me estoy releyendo ahora. Una novela que empieza así sólo puede ser buena, ¿verdad? Pues sí, en efecto.

La primera frase de un libro es casi tan importante como su título o su portada. Al menos para mí, vaya. Esa primera frase (o como máximo ese primer párrafo) tiene que atraparme por completo, tiene que decirme que no estoy ante un libro cualquiera. Sí, un buen inicio debería ser indispensable en cualquier obra: una canción, un álbum, una película... Pero en los libros, con más razón: vas a invertir muchas horas leyendo uno, así que si no empieza bien, apaga y vámonos. Yo no soy de esos que se sienten con la obligación moral de terminar una novela que han empezado; de hecho, si su primer párrafo no me atrapa, ni siquiera le daré una oportunidad. Lo cerraré y lo devolveré a su sitio. Tan cruel como suena.

Recuerdo un verano que estaba buscando en la estantería del comedor algún libro para leer en esas tardes de bochorno donde sólo apetece apalancarse en el sofá. Estaba hojeando la biblioteca familiar entera sin encontrar nada que me motivase. Y de repente, me golpearon estas palabras:


"A veces, aún te deseo. Quizá ahora mismo. Ahora, quizá te abrazaría. Pero siempre con miedo, siempre con miedo y un poco más de tedio. Siempre suficiente, suficiente y demasiado. Tal vez ahora iríamos a la cama a no ser por el regreso".

Supe que tenía que leer ese libro. Me sorprendí al ver que era una novela de título bastante hortera ("El día que murió Marilyn"), que rondaba por casa sin las cubiertas y que encima era de un autor (Terenci Moix) de quien siempre había oído decir que era bastante plomo. Pues bien: gracias a ese hipnótico primer párrafo, hoy en día éste es mi libro favorito (junto a "El retrato de Dorian Gray", que por cierto tiene un inicio muy discreto) y Terenci Moix, uno de mis autores fetiche.


El maestro de las primeras frases es Bret Easton Ellis, que suele condensar el tono de toda la novela en el primer párrafo. Es una sensación alucinante acabar de leer un libro suyo y volver a la primera página para captar todo el significado que encerraban aquellas palabras. No sé cuál será su técnica, pero siempre acierta de pleno. Todos sus libros tienen el inicio perfecto; no cabe imaginar otro. Genio.

Personalmente, soy incapaz de empezar a escribir nada sin una frase de la que piense: "me gustaría leer un libro que arranque así". Hasta dar con esa primera frase, la historia y los personajes rondarán en mi cabeza, se me irán ocurriendo escenas y diálogos, pero aún no pasarán al "papel" (bueno, a la superfície blanca del Word). Y cuando llega esa primera frase, sé que lo es, y ya no la cambio. Corregiré más o menos, pero esas palabras iniciales permanecen inamovibles.

Me gustan las frases cortas, impactantes, casi eslóganes. Detesto los libros que empiezan describiendo el tiempo que hace ese día. Hay que tener mucho talento para empezar dando el parte meteorológico y atrapar al lector. Como por ejemplo, es el caso de cierto libro que aún no he tenido ocasión de leer pero cuyo inicio me sé de memoria, porque me fascina: "El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto." ("El Neuromante", de William Gibson.) Wow.

Supongo que no es casualidad que yo sea así: muy de primeras impresiones, de flechazos peliculeros y de odios eternos a primera vista. Me cuesta bajarme del burro y cambiar mi primera impresión sobre alguien. Lo mismo con los libros: un buen título, una buena primera frase, o nada.

btemplates

0 comentarios:

Publicar un comentario