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Will I have flashlights, nightmares, sudden explosions?

Este fin de semana (hoy mismo, en realidad), vuelvo a Madrid después de casi 10 años. Suelo decir que Madrid no me gusta, pero miento. Si bien es verdad que abundan las señoras de toda la vida armadas con sus abrigos de pieles, la ciudad en sí es preciosa, sus gentes siempre me han acogido con los brazos abiertos, y lo más parecido al Retiro que hay en Barcelona son cuatro árboles mal puestos. El problema de Madrid es que es una ciudad que asocio con la lluvia.

Me explico. La primera vez que estuve en Madrid fue en Enero de 2001. Entre otras cosas, iba a reencontrarme con P, mi primer amor, después de año y medio sin vernos. Rompimos en circunstancias... digamos tristes. Nos íbamos a dar una segunda oportunidad; o mejor dicho: íbamos a ver si era posible darnos esa segunda oportunidad. Recuerdo bajar del tren a las 7:00 de la mañana, el andén estaba al aire libre y desde el cielo negro caía una lluvia gélida. Ése es mi primer recuerdo de Madrid. Nada que ver con el sol abrasador de aquel Julio de 1999 en Granada.

El reencuentro con P fue incómodo. Saliendo de la estación, parecíamos dos personas que no se conocen de nada atrapadas en un ascensor y obligadas, por tanto, a hablar la una con la otra. Recuerdo que P me llevó a la residencia de estudiantes donde vivía. Estaba sumida en el caos: época de exámenes, gente histérica corriendo arriba y abajo, dando portazos, gritándole cosas a P que yo no podía comprender. Ese tipo de bromas privadas que te recuerdan que ése no es tu sitio. Para mayor incomodidad, P empezó a enseñarme sus dibujos y sus cosas con el compañero de habitación (que por supuesto, no tenía ni idea de quién era yo) a nuestro lado, estudiando y lanzándonos miradas de odio porque no le dejábamos concentrarse en sus libros.

Después, atravesamos bajo la lluvia un descampado embarrado para llegar hasta la facultad de Bellas Artes donde P estaba estudiando. No recuerdo cuál era: ¿la Autónoma, la Complutense? A saber. Una vez dentro, nos limpiamos un poco el barro y P me enseñó el aula gigantesca, los lienzos, los caballetes, las pinturas, los armarios, las manchas en la pared... Todo. Me hablaba de las clases y los profesores y los otros alumnos, pero ambos notábamos que lo hacía para llenar el silencio, como un vendedor ambulante que sabe que no venderá nada pero que aún así se obliga por sistema a explicar pormenorizadamente las excelencias de los productos que lleva en su maleta polvorienta. Sobra decir que no hubo segunda oportunidad. "Si eso, ya coincidiremos esta noche por ahí" fue el último SMS de P. Lo recibí mientras yo cargaba mi maleta hacia la casa donde iba a alojarme esos días. De aquel fuego ya no quedaban ni las cenizas frías.


Meses después, tuve más desencuentros en Madrid bajo la lluvia, aunque ninguno tan significativo como el de P, claro, Pero es absolutamente injusto tener un mal recuerdo de Madrid por culpa de algo que ya estaba muerto antes de que llegase yo allí, sobre todo teniendo en cuenta que ese mismo 2001 y en esa misma ciudad también viví grandes cosas. Quedadas muy emotivas y muy divertidas, conocer a buenos amigos y buenas amigas que aún a día de hoy duran, risas y madalenas, comer en un vietnamita con Alejo Sauras (en aquel entonces, mi amor platónico), buen cine, besos que no estuvieron nada mal, numerosas conversaciones trascendentes a altas horas de la noche, bailar "Vogue" por primera vez, comer sushi de los palillos que me tendía un chico que me gustaba muchísimo, la visión de ese mismo chico en calzoncillos a la mañana siguiente, paseos y barbacoas, viajes interminables en coche con un único cassette (Pimpinela), reuniones de amigos que deberían haber sido eternas, mi primer (y por ahora único) Orgullo, gente abriéndome sus casa con una hospitalidad y una generosidad imposibles de encontrar en Cataluña... Es una ciudad en la que he disfrutado mucho, muchísimo.

Y allí vuelvo, casi 10 años después, acompañado precisamente de uno de los amigos que conocí allí. Vamos un poco a la aventura, pero sobre todo a pasarlo muy bien y a ver cuánto dan de sí esas 48 horas. Por supuesto, iremos con nuestras mejores galas y nuestra mejor sonrisa. Hasta ahora todos mis viajes a Madrid han marcado un punto de inflexión (la separación final con P, todas aquellas quedadas de 2001, darme cuenta en el Orgullo de que mi novio de entonces era demasiado muermo para mí), no sé si esta vez será el caso, y en ese sentido estoy al mismo tiempo muy sereno y algo inquieto, pero todo eso da igual por ahora. Me conformo con desconectar. Ya tengo la maleta hecha y sólo queda esperar a que por fin sea de noche y empecemos a quemar y redescubrir Madrid rodeados de gente guapa.


I don't know what more to ask for
I was given just one wish

btemplates

4 comentarios:

Risas de fondo dijo...

Pues con todas las obras que se han hecho en estos últimos años, no sé yo si lo vas a reconocer mucho jejejeje

kuroratsu dijo...

Tendría que ir algún día a Madrid... pero tengo demasiado miedo al viajar solo, a un lugar al que no he ido ninguna vez... En fin.. tiempo al tiempo? =.=''

Espero que lo pases de puta madre en Madrid, y hagas muchas fotos! :D

Alex Pler dijo...

Madrid estaba muy cambiado, pero me ha encantado y además ha sido la primera vez que no llovía, ha hecho días estupendos, especialmente el sábado.

Marc, no he hecho ni una maldita foto!!! xD

Dan dijo...

Espero que tu visita fuera lo más soleada posible y que los recuerdos hayan cambiado compleeeetamente!

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