Mumon Ekai - La puerta sin puerta
La iluminación siempre llega después que el camino del pensamiento se ha bloqueado. Si tu camino del pensamiento no está bloqueado, todo lo que pienses, todo lo que hagas, es como un fantasma que te enreda.
Mumon Ekai nació en China, pero su recopilación de 48 kôan "La puerta sin puerta" fue muy influyente en diversas sectas del budismo zen japonés, como la Rinzai. De hecho, todavía hoy -ocho siglos después de su escritura- se sigue utilizando este libro.
Los kôan son cuentos breves que plantean un problema en apariencia absurdo o ilógico y que los maestros zen utilizan para poner a prueba los progresos del alumno, provocarles un shock mental que les acerque al satori (iluminación). Se trata de desprenderse de lo racional, de todo lo preconcebido (la influencia externa) y dejarse llevar en cambio por la intuición y experimentación propias, dar un salto más allá de una explicación lógica o basada en lo puramente sensorial.
Uno de los kôan más famosos es: "Conoces el sonido que hacen dos manos al aplaudir. Ahora dime: ¿cuál es el sonido de una sola mano?". Resulta tentador dar respuestas racionales como "un chasquido de dedos", pero hay que atreverse a ir más allá de eso, desentrañar toda la profundidad de la paradoja. Parece imposible aplaudir sólo con una mano, sí. ¿Cómo hacerlo posible? ¿Existe un sonido sin sonido?
Enfrentarse a este libro es una experiencia curiosa. Lo cierras con la mente más abierta, con la sensación de haberlo entendido todo y no haber entendido nada. Empiezas a plantearte lo absurdo que es en realidad todo aquello que damos por sentado, ese conjunto de leyes, normas, prejuicios, frases hechas, enseñanzas, consejos, tópicos, ideas preconcebidas. Nos dicen que las cosas son de una manera y lo aceptamos así, nunca nos atrevemos a dudar, a reinterpretar o simplemente confiar en nuestro instinto. Sentir en vez de analizar. Porque en realidad, ¿cómo sé que el color naranja es el mismo color para mí que para los demás? Quizá lo que para mí es naranja para otra persona sería el equivalente de mi azul.
Leer "La puerta sin puerta" es como una versión hardcore de "El curioso incidente del perro a medianoche", la aventura de ese niño autista que es incapaz de entender el mundo de unos adultos que tan lógicos se creen con sus ideas ambiguas. ¿Qué significa "Prohibido pisar la hierba"? ¿Qué hierba? ¿La hierba en contacto directo con el cartel, la que lo rodea? ¿Toda la hierba? Sé que Christopher disfrutaría de la lectura de estos kôan, de hecho él los descifraría con más facilidad que cualquiera de nosotros.
A nosotros no nos queda más remedio que enfrentarnos a estas historias chocantes con algo de curiosidad y mucho de perplejidad. En la primera lectura de cada kôan, no entiendes nada. Los comentarios que añade Mumon Ekai después de cada cuento parecen despistarte aún más. Te sientes atascado. Entonces vuelves a leer el kôan y algo hace click en tu interior. Sigues sintiendo que la verdad está lejos, pero has dado un primer paso y la satisfacción es enorme.
Os dejo cuatro de los kôan del libro que más me han gustado:
Dos monjes discutían acerca de una bandera. Uno decía: "La bandera se mueve". El otro decía: "El viento se mueve". El sexto patriarca pasaba casualmente por allí. Les dijo: "Ni el viento, ni la bandera; la mente se mueve".
Seijo, la muchacha china -observó Goso-, tenía dos almas, una siempre enferma en casa y la otra en la ciudad, una mujer casada con dos hijos. ¿Cuál era la verdadera alma?
Basho dijo a su discípulo: “Cuando tengas un bastón, te lo daré. Si no tienes ningún bastón, te lo quitaré.”
Sekiso preguntó: "¿Cómo podéis seguir subiendo desde lo alto de un poste de cien pies?". Otro maestro dijo: "Uno que se siente en lo alto de un poste de cien pies ha alcanzado cierta altura, pero todavía no domina el Zen completamente. Debería seguir subiendo a partir de allí y aparecer con su cuerpo entero en las diez partes del mundo".
En definitiva: hay que atreverse a pensar.