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Just be careful what you hope for (your wish, it may come true)

Imagínate que en un concurso te toca el coche que deseabas (un Ferrari, nada menos) pero pasadas unas semanas acabas devolviéndolo porque ya no lo quieres. Eso mismo le pasó a una señora; tuvo que suplicar pero finalmente le permitieron devolverlo. Leí la historia hace tiempo. No daban apenas detalles pero aún así me fascinó y estos días, a raíz de la conversación de los leones y las jirafas de Beginners, he estado acordándome de ella.


Me imagino a la señora deseando toda su vida un Ferrari. No ahorra, pero está convencida de que algún día tendrá uno. Ya se ha comprado el llavero (un pingüino) del que colgará la llave del coche. Sabe qué olor tendrá el interior, qué ropa se pondrá ella el día que por fin suba a su ansiado coche. Proyecta visualizaciones de ese coche porque cree firmemente en la ley de la atracción. Tiene incluso fotomontajes de ella montada a un Ferrari Y entonces, un buen día, descubre ese concurso: intuye que ganará, que es su oportunidad. Y gana.

Entonces empieza la pesadilla. ¿Dónde aparcar un Ferrari? Ella vive en un bloque de apartamentos, dejarlo en el párking del edificio sería como restregárselo a los vecinos. Alguno rallará el coche por pura envidia. Así que la mujer alquila un párking privado pero tarda en sacar el coche a la calle por temor a un golpe, una abolladura. Mientras tanto, se dedica a limpiarlo a diario: la superfície roja no luce tanto si se posan motas de polvo. Limpia durante horas, hasta que está tan cansada que los ojos se le cierran y deja de ver las motas de polvo que vuelven a posarse por más que las limpia.

El día que por fin saca el coche a la calle, descubre que utiliza una gasolina especial que es carísima y no se encuentra en todas partes. Y a pesar de unas cuotas del seguro elevadísimas, ella está tan obsesionada con no chocar con otros coches que no se fija en unas piedrecitas sobre la calzada. Se le pinchan dos ruedas. Tiene que pedir un crédito para pagar los nuevos neumáticos. Con los nervios destrozados, pone a la venta el coche en eBay: 1€. Nadie lo compra porque desconfían de semejante ganga, así que suplica y suplica a la organización del concurso para que le permitan devolvérselo. Respira aliviada el día que vienen a llevárselo.


Preferir la jirafa en vez del león no es conformismo. Es ser consciente de que aspirar demasiado alto conlleva sus riesgos, unos riesgos que no estamos dispuestos (o preparados) a asumir. Como me decía una amiga, si sueñas con Brad Pitt y tu sueño se cumple y de repente semejante buenorro está contigo, empezarás a encontrar defectos y a tener dudas (dudarás de ti, sobre todo) y a distanciarte de esa relación porque sabes que en el fondo no querías a Brad Pitt sino a la idea de Brad Pitt. El león acaba comiéndote. Pero una jirafa es más alta, y también es fuerte, y su pelaje es de un color parecido. No se trata de ponernos límites, ni mucho menos de renunciar a nuestros objetivos. Los objetivos los cumpliremos. Se trata de evitarnos rodeos y desilusiones y pérdidas de tiempo. Y para eso, sólo hay una manera: hay que aprender, probar frecuencias, equivocarnos; poco a poco, afinaremos mejor en lo que de verdad deseamos.

btemplates

6 comentarios:

Lidia dijo...

Si, a veces, hay que tener cuidado con lo que se desea, porque, si se tiene la sufiente fe, los deseos se cumple, asi que hay que afinar y pedir deseos incluyendo la letra pequeña, como en los contratos... por lo que pueda pasar.
Bsss. Ganas de verte, amarillo querido

Alex Pler dijo...

Lo de la letra pequeña de los contratos es la mejor comparativa posible. Deseando firmas un contrato: ¿lo firmarías aún leyendo detenidamente toda la letra pequeña? Si es así, adelante: desea.

kuroratsu dijo...

La idea sería algo así como, ir subiendo el escalón poco a poco y gradualmente :/ Jumm...si, es una buena manera de hacer las cosas XD

Alex Pler dijo...

Más o menos, sí. :P

David dijo...

Lo que comentas al final, sobre aprender y encontrar poco a poco la frecuencia adecuada en contraposición a dar rodeos, encontrarte con desilusiones y pérdidas de tiempo, en sí son lo mismo pero varía el punto de vista y la actitud, no?

Me explico: aprender puede llevarte a dar rodeos y hacer frente a alguna desilusión que otra, pero en eso se basa el aprendizaje. En adquirir experiencia aun con esos golpes. Lo que algunos pueden ver como pérdida de tiempo, otros pueden verlo como inversión y disfrutar aprendiendo.

Muy buena entrada, sea dicho de paso, con ese formato cuento con moraleja con el ejemplo de la señora y el coche.

Alex Pler dijo...

El tema es ese, que para afinar la frecuencia tendremos que hacerlo mediante ensayo y error, pero eso nos tiene que servir como comentas para aprender. La historias siempre fracasan cuando repetimos patrones, y desear el Ferrari o el león suele ser uno de esos patrones. Debemos aprender a darnos cuenta de eso. Y así evitar repetir los errores de antes (aunque eso no nos librará de futuros errores y desilusiones, pero como mínimo ya no los de antes: esos ya los aprendimos).

Por cierto, gracias. Me alegro de que te haya gustado el cuento (la premisa es cierta, la leí hace siglos en la sección de cartas del lector de El Periódico).

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