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Natsume Sôseki - La herencia del gusto

"Para lograr lo que se pretende, a veces hay que ser desaprensivo."

La genética del enamoramiento. ¿Existe? ¿Son espontáneos los flechazos o bien son la consecuencia de una predisposición de nuestros genes?  Un tema fascinante, sin duda. El amor como mera casualidad o como fruto de las experiencias previas de nuestros antepasados. Esta teórica genética del enamoramiento es lo que se propone desentrañar Sôseki en el primer libro suyo que leo. Para tal fin, mezclará misticismo (karma, destino) con ciencia, pero también con literatura, claro.


Mi profesor de guión decía que una buena escena, una buena película o un buen libro tenían que empezar con una rosa y terminar con un disparo, o viceversa, y estoy de acuerdo. Los contrastes como síntesis de la evolución. Podría habernos puesto de ejemplo este libro: La herencia del gusto empieza hablando de guerra y termina hablando de amor. Los temas se enlazan con facilidad a medida que el protagonista reflexiona sobre unas imágenes de las que es un mero espectador, pero con las que se obsesiona para entenderlas.

El regreso de las tropas en una estación de tren, unas mujeres jugando a tenis, una chica bajo la lluvia de hojas que cae del árbol sagrado de un cementerio... Cada una de estas imágenes, Sôseki las describe a modo de cuadros, como si el tiempo se detuviera para recordarnos la belleza de cada instante. ¿Estás leyendo un ejercicio de estilo, un ensayo, una novela corta? Todo eso. Y al final, la respuesta. Tan sencilla. La ciencia del destino. Has tenido que ir a la guerra para descubrirlo.


Por su estructura y forma de narrar (intensa pero ágil) me ha recordado a los libros de mi querido Ogai Mori, aunque por temática lo compararía quizá con el más moderno Todo lo que podríamos haber  sido tú y yo si no fuéramos tú y yo de Albert Espinosa, que daba otra respuesta sorprendente al significado de los flechazos.  Seguiré leyendo a Sôseki.

La gente del siglo XX es prosaica: se burlan de los hombres y mujeres que se enamoran a primera vista, tachándolos de románticos necios. Por muy ridículo que pueda parecer algo, no podemos retorcer y desfigurar la verdad o ponerla del revés. Es verosímil que alguien jamás viva tal experiencia, pero si ocurre ante nuestros ojos y nos negásemos a creer, sería una estupidez.

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4 comentarios:

David dijo...

Mira que solemos comentar autores japoneses, y todavía no he leído nada de Soseki. Tengo pendiente "Kokoro" y "Daisuke". Cuando caigan comentaré sin falta, aunque si recuerda a Ogai Mori, ya estoy convencido!

Ahora estoy con "El hospital de la transfiguración" de Stanislaw Lem. Primer libro suyo que leo y de momento no apunta mal. Un poco caótico al presentar personajes, pero la voz narradora es fuerte y te engancha, sobrepasando esos baches.

Alex Pler dijo...

"Kokoro" dicen que es el mejor de Sôseki pero parece que a mí me han atraído sus libros raros, mi próximo libro suyo será otro poco conocido, "Kusamakura".

De Stanislaw Lem siempre me he querido leer el clásico "Solaris", porque no he visto ni siquiera las dos adaptaciones de cine. Y en eso ando yo, en acabar de encontrar mi voz narradora :P

David dijo...

La obra por la que más se conoce a Lem (ciencia-ficción) nunca me ha atraído mucho, pero este libro en concreto me llamó la atención, sobre todo por no tratar ese género.

Ahora que llevo más de la mitad leída de "El hospital de la transfiguración", puedo decir que tiene más partes que me gustan más que otras. En una escena incluso me ha llegado a dar asco lo que estaba leyendo, por cómo describía una operación. No me ha gustado ese fragmento, pero que llegara a generarme esas sensación sí que me ha gustado... No sé si me explico...

Te copio una cita que creo que te gustará. Es de uno de los fragmentos que más me gustan, cuando el protagonista habla con otro personaje sobre lo que es literatura, escribir, el escritor, etc...

"Tan solo aquellos escritores que no escriben nada pueden vivir tranquilos. Y desde luego que los hay. Nadan en un océano de posibilidades, ¿me comprende? Para expresar una idea, primero hay que limitarla, es decir, matarla. Cada palabra que escojo me prohíbe el paso a otras distintas, cada estrofa levanta una montaña de renuncias".

Alex Pler dijo...

Me lees la mente. Justamente eso pensaba ayer escribiendo la novela. Cada frase que escribo de una manera, cada escena que resuelvo de una forma, impiden otras frases y otras escenas.

Qué interesante. Lo que dices de la operación me recuerda a lo que me pasa con ciertos pasajes de Chuck Palahniuk o Bret Easton Ellis. Son espantosos, pero precisamente los valoro porque consiguen asquearme.

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