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Ride my horse, break some bones

"Estoy cansada". Fueron las primeras palabras que Madonna dirigió ayer al público en su segundo concierto de Barcelona. Y en castellano, para que la entendiéramos todos. Luego ya volvió a ser ella: "Estoy cansada, estoy caliente". Pero había algo nuevo en esa sinceridad repentina, como cuando minutos después reconocía que no sería nada sin sus fans. Lo típico que se dice... si no eres Madonna.


Antes te conquistaba su imagen imperturbable, casi mística, pero ayer se desnudó. En todos los sentidos. Te invitaba a desmitificarla. Sí, sigue siendo esa virgen guerrera que invocan al principio del show pero también es la mujer de 53 años a quienes los corsés le aprietan ya.

Algo de esa Madonna humana se entreveía en I Fucked Up, bonus track del último disco donde reconoce su parte de culpa en el fracaso de su matrimonio. Así que se sentó y dijo que ése era su momento favorito de todo el concierto: sentarse. ¿Cómo no iba a estar cansada después de una hora moviéndose de un lado a otro para ofrecer uno de los mejores espectáculos de su carrera?

Saltos de la iglesia al infierno, matanzas en plan Tarantino, tamborileros voladores, equilibristas, cacerías caníbales, desfiles de moda ambigua, orgías pinchadiscos, viajes en tren, kame-hames... de todo y más hubo. Admitir los esfuerzos que todo eso le exigía, pararse a descansar y a beber agua, no le quitaba mérito. Al contrario.


Desmitificar es sano. Deberíamos hacerlo más, a diario, con todos y con todo. Porque no hay nada sagrado si Madonna también se cansa. No hay nadie por encima tuyo, nadie a quien adorar sobrenaturalmente. Desmitificar para querer más y mejor a la otra persona. Para reivindicarte. Entender que abrazas cuerpos, no ideas.

btemplates

2 comentarios:

Smooth Criminal. dijo...

Y esto, Álex, es ser un fan. Amar a la estrella estando maravillosa frente a las cámaras o mostrando que es humana. Y lo más curioso de todo, es que, ya sea gracias a los magnates de Hollywood o a la naturaleza humana, ser fan de alguien es lo más parecido al amor. Te venden a alguien sobrehumano en ambos casos, y al final tú sigues sintiendo lo mismo cuando está en pijama devorando tus cereales.
En fin, hoy estoy muy filósofo y ñoño, se me pasará. :)

Alex Pler dijo...

En realidad, yo siento incluso más cuando veo a la persona a la que quiero desayunando cereales en pijama, o aún legañoso en la cama... :)

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