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Sé que es casi nada, pero me sirve de tanto

Secarme en la toalla tras salir del agua. Es una de las sensaciones que recuperé este verano. El escalofrío del viento en la orilla y, poco a poco, el calorcito del sol. Las últimas gotas deslizándose por mi piel. Cierro los ojos, mi respiración vuelve a su ritmo normal. La arena secándose en los pies, pronto será fácil sacudirla.


Esa sensación de bienestar. Como llegar a casa cuando llueve y quitarte la ropa húmeda, los calcetines sobre todo. Ya con el pijama, dejas el paraguas en el plato de ducha, enciendes la calefacción, colocas toda la ropa encima y los zapatos cerca. Acurrucado en el sofá, las manos van recuperando sensibilidad. Sin prisa pero sin pausa. Y podrás doblar los dedos otra vez, coger la taza de leche caliente con fuerza.

Al día siguiente, el paraguas está completamente seco. Nadie diría que llegaste calado a casa. Pasas la cinta alrededor del paraguas, cierras el botón, siempre cuesta un poco, guardas el paraguas en el armario. Hasta la próxima vez que lo necesites. Por suerte, en Barcelona no llueve mucho, así que aún queda tiempo para eso.


El humo del primer chocolate a la taza de cada invierno. Un platazo de pasta los días de resaca. O esa noche que vuelves a casa con frío y decides sacar el nórdico. Habías olvidado cómo enfundarlo; primero quedan bultos, luego ya sale bien, queda mullido. Te metes dentro. Sólo sacarás un brazo a media noche, para comprobar que todavía te quedan horas de cálido sueño. Qué bien. Ha regresado la calma.

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5 comentarios:

Unknown dijo...

Sí, esa sensación....

Anónimo dijo...

Ayer tuve ese momento de lucha entre la funda y el nórdico, es tan divertido y tan desesperante a la vez que te entiendo perfectamente...

Alex Pler dijo...

Justamente esa sensación, Pilarbego. :D

Thexipiron, no es como andar en bici ¿eh? De una estación a otra ya lo olvidas y tienes que volver a practicar. Al menos el mío era individual, los de matrimonio sí que son deporte olímpico.

David dijo...

Excelente entrada. Leerla casi te transmite ese olor a lluvia que te impregna y que agradeces cuando hacía semanas que no se disfrutaba.

Alex Pler dijo...

Te dejaste la ventana abierta, de ahí el regreso de ese buen olor, David :)

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