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As a child, I knew that the stars could only get brighter

En el colegio y el instituto, se me daba fatal todo lo relacionado con dibujar o las manualidades. Las clases de plástica, dibujo técnico y pretecnología me aterrorizaban, especialmente esta última. "Gracias" al enchochamiento hacia un amigo que dibujaba mangas, aprendí yo también a dibujar, a base de machacarme, repetir, inspirarme en mi mangaka favorito (Masakazu Katsura). En definitiva: esforzarme al máximo; lo que hiciera falta con tal de pasar más tiempo junto al amigo en cuestión.

Lo llegué a hacer tan bien que, al ver mi obra, mi padre por primera y única vez dijo estar alucinado y muy orgulloso de mí. Al dejar atrás la etapa estudiantil, abandoné el dibujo, pero creo que lo peor es que olvidé que si uno realmente pone de su parte y se esfuerza, puede superar sus limitaciones. O dicho de otro modo, y esto lo repito mucho últimamente en el blog: las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos.


Ayer lo constaté. Tocaba papiroflexia: aprender a hacer grullas de papel. En la tienda, todo el tema de libros y papeles de origami es uno de los apartados de más éxito, y hasta ahora yo siempre envidiaba a quienes me los compraban. Estaba convencido de que a mí no se me daría bien y hasta me daba pena intentarlo, por miedo a  malgastar uno de esos bellos papeles estampados. Not anymore: ayer tuve que hacer una grulla, y me salió a la primera. Mis manos manipulaban el papel con soltura, los dedos iban y venían, los dobleces salían solos, la grulla iba emergiendo poco a poco. La primera quedó un poco fea, de acuerdo, pero la segunda salió casi perfecta. Ahora sólo me faltan 998.

¿Por qué grullas? ¿Por qué precisamente 1000? Una antigua leyenda japonesa asegura que si confeccionas mil grullas de origami, los dioses cumplirán tu mayor deseo. Eso intentó la pequeña Sadako, una niña japonesa enferma de leucemia como consecuencia de la radiación de Hiroshima tras la bomba atómica. Su deseo era curarse, y para ello se puso a doblar y doblar grullas. No le dió tiempo. murió cuando llevaba dobladas 664. Sus amigos acabaron por ella las que faltaban, y desde entonces la grulla de origami se ha convertido en un símbolo de la paz. Estos días, Japón está recibiendo miles de grullas de todo el mundo, una pequeña muestra de apoyo ante la catástrofe que han vivido, y siguen viviendo.


Reconozco que mi deseo es menos trascendental que el de Sadako y un poco más egoísta. Pero cuando tienes la suerte de estar bien ¿no son así todos los deseos? No sé si llegaré a doblar 1000 grullas, ya os informaré, y ya os diré si al final el deseo se cumple. Por ahora, me conformo con haber descubierto que se me da tan bien el origami. Que al contrario de lo que pensaba no soy nada malo para las manualidades. Que ya nada me impide llevarme a casa ese libro de origami y ese paquete de papel washi a los que ya les había echado el ojo. Para derribar las barreras que nos limitan, quizá sólo necesitamos un objetivo claro y poderoso que nos ayude a luchar, a ser tenaces y sacar lo mejor de nosotros mismos. Un pequeño deseo por cumplir.

btemplates

1 comentarios:

kuroratsu dijo...

Que consti, que el fet de que no comenta pel blog ultimament, no significa que no m'hi passi.

A veure si t'animes a fer mes animals en origami! M'agradaria veure'n algun interessant :3 Una granota o algo més xD

^^

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